Tejido de palmas, más que trabajo, pasión y herencia familiar: artesano

URUAPAN, Mich., 14 de abril de 2025.- Por fuera de la parroquia de San Francisco en Uruapan, Manuel Patiapa trabaja incansable, platica con Quadratín mientras sigue tejiendo las palmas que la gente llevará a bendecir, el sol no deja de quemar y él tampoco de trabajar.
Cuenta que inició a los 8 años en Uruapan vendiendo palmas, hasta que cumplió 15 años. De ahí se fueron con la familia a Guadalajara, ahí empezamos a vender palma afuera de las iglesias, "en el centro había una iglesia que se llamaba Magdalena, ahí vendíamos palma y ahora estamos otra vez en Uruapan, vendiendo".
Muestra lo que tiene hecho. Cuenta que las palmas más elaboradas ya se las avienta en 15 minutos, "me los aviento como en 10 minutos a más tardar", dice señalando unos más sencillos. Los costos van de los 10 a los 40 pesos.

Después de que la gente va a la iglesia y lleva a bendecir sus palmas al concluir la misa, algunas personas se las llevan a sus casas, "las ponen atrás de sus puertas o algunos arriba de sus cabeceras", dice y narra que estas palmas emulan a cuando Jesús llegó llegó a Jerusalén y lo recibieron con palmas.
Es también para aventar los malos espíritus, por lo mismo que está bendecida", expresa el hombre, y asevera que por eso la gente se las lleva a sus casas a manera de protección, sin embargo después deben llevarse a la iglesia y se queman, porque la ceniza producto de esta quema es la que se coloca los Miércoles de Ceniza en la frente de los penitentes.

Pero Manuel no se dedica de tiempo completo a hacer palmas o trabajos artesanales con este textil vegetal; él en su día a día es albañil, expresa, y solamente el sábado previo al domingo de Ramos, y el propio domingo es cuando se reúnen para hacer esta actividad, y después regresa la obra.
Me encanta mucho hacer esto, desde morro que andaba veía así a mi mamá haciendo esto, y yo iba con uno de estos chiquititos, con la manita estaba enseñándome y enseñándome y enseñándome, entonces cuando ya agarré más la práctica de hacer esto, ya empecé a vender por mi cuenta, ya compraba un manojito, dos manojitos y empecé a vender, y desde ahí me quité de un lado de mi mamá y yo solo empecé a vender", relata el joven artesano sobre su oficio con la palma.
Manuel dice a Quadratín que tiene tres hijos, y a los tres les gusta mucho esta actividad, "quería traer uno para que me ayudara aquí, pero lo que pasa es que se quedó dormido allá en la casa y ya no lo pude traer", sé sincera el hombre que dice estará hasta que caiga el sol y salga la noche, mientras gente siga llegando a bendecir sus palmas, "hasta la última misa nomás".