Sí a una nueva regulación de la fiesta brava; no a la prohibición

Esto y en total desacuerdo con la propuesta de Brugada, pero coincido en que debe regularse y modernizarse la fiesta brava para bien del toro y del torero, del ganadero y del empresario, del aficionado y el trabajador. Para bien de esa cultura centenaria, de esa rica tradición, de ese arte maravilloso y de esa forma de vida. Que se legisle en favor de las libertades y las garantías individuales de los seres humanos, de las fuentes de empleo, del derecho a elegir la forma de vivir y de educar a los hijos dentro de las tradiciones y costumbres centenarias. Pero, sobre todo, insisto y subrayo, en favor de NUESTRA LIBERTADES y, desde luego, de los derechos humanos.
Ya basta de desagarrarse las vestiduras, de exhibicionismos y oportunismos para hacerse notar a costa de la fiesta brava. Basta de protagonismos fuera del ruedo. Vamos a un debate serio, a una defensa firme y a contra atacar, porque difícilmente se podrá encontrar un diputado y un senador honestos, sin nexos culposos y con las manos limpias. Hay que hacer del ataque de la Brugada esa la ocasión para exhibir a todos esos mequetrefes y mequetrefas metidos a la política para enriquecerse a costa del pueblo.
Habrá, tal vez sí, algunos diputados y senadores dignos de tan alta encomienda como es esa de legislar, pero para ubicarlos necesitaremos la Lámpara de Diógenes, porque hay qué ver la manera en que acumulan sus riquezas todos. La cuestión es poner en tela de juicio la autoridad moral de esos individuos para querer decirnos a los hombres y mujeres de bien cómo debemos vivir y cómo debemos educar a nuestros hijos.
Si nos vamos a una encuesta, difícilmente ésta arrojaría una lista de 10 legisladores a los que la gente califique de honestos, transparentes, propositivos, verdaderamente cercanos al pueblo y realmente comprometidos con las causas populares. ¿O a poco habrá quiénes metan las manos en el fuego por acomodaticias como Giulianna Bugarini o sujetos como el Sesmas ese que se ha auto erigidos como el enemigo número uno de los galleros, los taurinos, los jaripeyeros y los cabalgantes? ¿Creen ustedes que saldrían bien librados de una investigación seria? ¿y la Brugada?
En materia de regulación hay que decir que sí urge una reglamentación que elimine los abusos con la pica, las banderillas, la espada y el estoque de descabello. Todos hemos sido testigos de actos detestables en los que un picador viola los reglamentos y mete puyazos a diestra y siniestra, barrena en el morrillo del toro. En cuanto a banderillas habría qué hacer un estudio serio para determinar si son necesarias, si se debe colocar un máximo de uno o dos pares. Y en la Suerte Suprema allí sí que es menester una transformación diametral, para evitar que los malos matadores hagan picadillo al toro.
A ningún taurino equilibrado le gusta ver que metan espadazos tras espadazos, viajes de descabello al por mayor ante la complacencia del reglamento, el juez de plaza, el ganadero, el empresario, el apoderado y hasta del público que no protesta. Hay que acabar con esas carnicerías terribles porque denigran a la fiesta y la profesión de matadores. ¿Alguien tiene en mente una tarde en las que hubo abuso de espadazos y estoconazos? ¿a alguien le agrada ver eso? ¿Eso le aporta a la fiesta brava, al espectáculo? ¿Es eso arte?
Claro que es necesaria una nueva regulación de los tres tercios, del número de personas que deben intervenir en una faena, de la cantidad y calidad de los puyazos, de las banderillas y, de manera especial, de la Suerte Suprema. No, no estaríamos de acuerdo con que se imponga la modalidad de corridas incruentas, no, nada de eso. Es más cruel y sanguinaria la manera en que se mata un pollo, un cerdo, una res. ¿O qué, van a prohibir los rastros? No, por supuesto que no, porque la carne es indispensable en una dieta equilibrada. Y no tengo nada contra los rastros, porque son necesarios.
Para mí bastaría con un puyazo y, si acaso, por necesidad un segundo; un par o dos de banderillas; un espadazo y, si no dobla, un viaje de descabello, en el entendido de que en casos especiales pudieran ser dos y dos, por aquello de los imponderables, bien, pero eso es para mí, pero que se como deba ser para los especialistas. Pero definitivamente nada de acribillar a espadazos y viajes de descabello al toro. Así, quien no sepa o no pueda ser efectivo con el acero, que pague las consecuencias porque se le irán los toros vivos. Total, si se dicen matadores y matadoras de toros, que sean fieles a ese título, si no, pues no lo son.
Una nueva y buena reglamentación debe abarcar todo, desde las becerradas, las corridas de novillos, las corridas de toros y, hasta, los festivales, festivalitos y lo que se le parezca. Que nadie se pueda ir por la libre, porque en esos ámbitos se cometen muchas barbaridades a nombre de la fiesta brava, del mal de montera, del hambre de ser y de tantas otras figuras románticas.
En suma e insisto… Regulación y modernización sí; prohibición e incruento no. que se determine la cantidad de puyazos, las puyas menos severas, las banderillas y de manera muy específica los intentos con la espada y con el estoque de descabello. Los que quieran, pero no el bombardeo a placer. Y que en la estructuración y redacción del reglamento intervenga gente conocedora, equilibrada, ecuánime y con capacidad para discernir, escuchar y ajustar con base en todas las buenas opiniones.
Sí, así sí. Y también que se acabe el fuero para que legisladores y gobernantes puedan ser juzgados como cualquier ciudadano. Eso también. Así sea.