Proyecto secreto/Mateo Calvillo Paz
Proyecto Secreto
LA FE DE LOS AMIGOS DE DIOS
El hombre de fe vive de valores y compromisos, el hombre de diversión de juego y fiesta, el destrampe y las vacaciones.
No vivimos en un ambiente de seriedad comprometidos en el esfuerzo para salir de la crisis y construir el mundo de progreso. Vivimos en un ambiente de huida del trabajo y la responsabilidad, lo que más importa es el tiempo de la diversión. El homo sapiens y el homo Faber se convierten en el homo ludicus, de juego.
Esta afirmación confirma la tesis de Emilio Sartori para quien la televisión, con sus programas de diversión hace del ser humano el hombre-niño.
La familia Pérez Hernández tiene una mentalidad de diversión, sólo piensan en las vacaciones. Se la pasan haciendo planes para divertirse. Es la idea que marca la sociedad de consumo y pasatiempo. No les importa su futuro ni si tienen dinero en el presente, su actitud es irresponsable y gastan lo que no tienen. En estas vacaciones se fueron toda la semana a Cancún, en plan de diversión y lujo.
En muchos creyentes, su fe no es una fuerza para poner orden en la vida. No han vivido la conversión, no han profundizado en su fe y no tienen convicciones sólidas que estructuren su vida.
Su fe es ligera y flota a la deriva, cualquier fuerte viento contrario la sacude y la hace perder el rumbo. Es superficial y se basa en algunas prácticas de religiosidad popular, como el viacrucis de semana Santa. Se reduce a ciertas creencias rudimentarias, con muestras de sincretismo religioso. Muestra infantilismo, es convenenciera.
Esa fe no es robusta, porque no se alimenta de la Palabra de Dios que lleva al conocimiento y al seguimiento de Cristo.
Le hace falta la experiencia fundamental de la conversión, del encuentro personal con Cristo vivo, resucitado. Este encuentro transforma a la persona, la entusiasma, cambia su vida de mediocridad y ligereza y la transforma con la presencia de Dios hecho hombre que da la fuerza, el frenesí del amor, la entrega al Bien amado.
Así, la fe muestra las expresiones que vemos en semana Santa. La gente mayoritariamente se dedica a la ociosidad, reuniones familiares y sociales en un mundo dominado por las seducciones de la mercadotecnia, el consumismo y la exacerbación de los deseos instintivos, para el placer del cuerpo.
Algunos se acercan a las ceremonias sagradas, sin idea, sin participación consciente, sin conocimiento profundo de los misterios de fe que se celebran en los días santos. Se les ve asomarse a los oficios, un poco al azar, según oportunidad y el estado de ánimo. Se les ve presentes en algunas ceremonias y se sienten ausentes en la celebración de los misterios centrales y trascendentales de la fe.
Muchos creyentes muestran esta ignorancia grande: no saben lo que se celebra en la Vigilia Pascual, entre sábado y domingo de la semana Santa. No saben que se celebra el acontecimiento originario de la fe, el centro que da estructura al mundo de las creencias. No saben que la historia de la salvación se articula en torno a la muerte y resurrección de Cristo y que el mismo acontecimiento es el centro en torno al cual gira el año litúrgico.
Ignoran que Cristo resucitado triunfa sobre la corrupción y los poderes corruptos del pueblo y que ahí empieza la transformación divina, la única verdadera porque Cristo inaugura el mundo nuevo de la verdad, del servicio, del amor por los pobres.
Para los creyentes light, la fe católica, sin conocimiento, sin convicción ni madurez, se reduce a los objetos religiosos, un dios pintado sobre madera, figura de museo, medallas y colguijes usados como amuletos. Dios, Cristo no tienen peso en su vida, son una realidad que dejan fácilmente por que no ha habido un encuentro personal ni una relación de amor, finalmente no creen en el Dios verdadero.
Hay otro grupo hermoso, el pequeño resto de Yahveh que ya aparece en la Biblia, sienten una presencia densa de Dios como la única realidad grandiosa que se impone. Le dedican todo su tiempo, dejan de lado todas sus ocupaciones y lo siguen paso a paso en la oración y los actos litúrgicos.
Viven una fe adulta, la irradian. Son los testigos que un mundo materialista, libertino, secularista necesita, son semillas de salvación.