Pobreza y hambre... Día de las Madres de las ancianas en Ciudad Jardín
MORELIA, Mich., 10 de mayo del 2017. - Entre la pobreza, el hambre, los recuerdos tortuosos del pasado y el olvido y abandono de sus hijos, tres ancianitas de 75, 76 y 80 años de Ciudad Jardín, en Morelia, pasaron el Día de las Madres.
Con casi un siglo a cuestas viven en la miseria, debajo de sus casas de cartón y madera. Durmiendo en camas con colchones viejos, ya sumidos… en los resortes, esperando que la muerte les llegue. La celebración a las madres no les llegó.
Gabina vive en un predio vecino a la colonia La Quemada. Desde hace 10 años espera que le regularicen el predio a su hijo para que pueda construir una casa de concreto; mientras tanto soporta el frío y el calor entre pedazos de cartón, plástico y madera.
En este Día de las Madres sus dos nietos adolescentes le regalaron una flor de papel cada uno y compartió con su nuera Rosario, “Chayito”, un pastel que le compró su hijo en el Super Regalo de Dios. No les alcanzó para más. No hubo arreglos florales costosos ni comida a restaurantes finos.
“Mi´jo nos compró una Coca - cola y también un pastel. No me gusta mucho el pastel. Esta empalagoso, pero no como todos los días, no creo que me vaya hacer daño... Hoy le pagaron y también lo dejaron salir temprano..”
Gabina nació en Guerrero y parió siete hijos, dos están en la cárcel por robo, uno muerto, uno desaparecido, otro está en Estados Unidos y Felipe vive con ella, pero este día nadie se acordó de ella. No sin cierta añoranza dijo a Quadratín sentirse deseosa de tenerlos otra vez chiquitos, abrazarlos y llevarlos al templo. Sin embargo, cada uno tomó sus decisiones y hoy está en la soledad. Los padres de sus hijos también la abandonaron.
La vida de Celerina no es distinta, tiene 76 años de vida y más de 50 de ser madre y este no es el primer Día de las Madres que la pasa en soledad. A los 19 años tuvo a su único hijo y a los meses de haber cumplido 61 su hijo murió en un accidente de tránsito, desde entonces vive con su nuera y sus dos nietos.
Antes de llegar a Ciudad Jardín estuvieron en otros predios, sin embargo fueron desalojados y ahora ve con esperanza la posibilidad de poder ver a su descendientes tener una casa
“Enrique tiene un buen licenciado que nos dijo que ahora sí nos van regularizar. Que ya le van a dar las escrituras”, relató Celerina.
Pero ninguna historia de las escuchadas por este medio se compara con María Concepción.
“Yo nací en la sierra. Vivíamos solo mis papás y yo. Nos fuimos a vivir a Ciudad de México cuando tenía yo 10 años. Llegamos a Chimalhuacán, allá pasamos muchas hambres y mataron a mi papá y nos tuvimos que regresar a Uruapan y luego a Villa Madero. Andabamos de aquí para allá, a donde a mi difunta madre le daban trabajo de lavandera, allá íbamos todos”.
Después de varios años de andar de arriba para abajo María Guadalupe sus abuelos maternos se la llevaron a vivir de nuevo a Villa Madero, la tuvieron consigo hasta los 19 años y después se fue a vivir en unión libre con su primer marido.
Sin embargo, este la golpeaba y su abuelo, aún fuerte, se la regresó a su casa, pero ya con un hijo Después se volvió a casar y tuvo un segundo hijo y así tres veces más. Cuatro hijo tuvo en total. Uno murió siendo un niño y el otro de adulto atropellado en Ciudad de México. Uno vive con ella y el otro es su vecino, pero viviendo en la pobreza y con problemas de adicciones no le hicieron fiesta.
Uno le llevo serenata en la madrugada y el otro le invitó un refresco, no tuvieron dinero como otros años para hacerle un presente, sin embargo, el tenerlos cerca, vivos y cariñosos con ella no necesita más porque el amor que les profesa no necesita de regalos finos o salidas a lugares lujosos, basta con un abrazo y un beso...