No es tiempo de relajarnos en nuestra vida espiritual: Arzobispo
MORELIA, Mich., 7 de abril de 2020.- La pandemia por el Covid 19 es uno de los más grandes desafíos en la historia de la Iglesia Católica porque está causando desorden, incertidumbre, dolor, angustia y muerte, ante lo que está obligada a nutrir de esperanza, a contener las angustias y a reducir los miedos, además de modernizarse y estar on line, afirma el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias.
En la Carta Sacerdotal 2020, dada a conocer la tarde de este miércoles, pide a los sacerdotes de la arquidiócesis que más allá de buscar razones, culpables o simplemente emitir juicios personales ante la situación actual de la pandemia asuman su papel no solo como guías espirituales sino para superar la crisis.
“En este tiempo de contingencia sanitaria atendamos y acatemos las disposiciones de nuestras autoridades civiles y eclesiásticas. No es un tiempo para relajarnos en nuestra vida espiritual, no nos permitamos bajar la guardia ante este gran riesgo de contagio. Estemos atentos a saber cuidarnos y cuidar como buenos pastores de toda la comunidad cristiana que Dios nos ha encomendado”.
En una extensa Carta Sacerdotal, Garfias los exhorta a que lejos de solamente cerrar las puertas de los templos, procuren que se mantenga vivo y abierto el ambiente de comunión y fraternidad y ofrezcan su tiempo, sus capacidades y carismas para ayudar al pueblo de Dios a mantenerse de pie y hacer frente a este momento con responsabilidad.
“Queridos sacerdotes, es tiempo para la creatividad pastoral, lejos de ver la paja en el ojo ajeno, es tiempo de compartir entre nosotros las posibles actividades pastorales celebrativas, de oración y solidaridad, que favorezcan un espacio positivo. Es momento de emprender una pastoral digital, on line, una presencia virtual que no limite sino favorezca la cercanía con la comunidad”.
Es momento que el sacerdote con espíritu de discernimiento y creatividad pastoral, busque los medios que le permitan mantenerse cercano a las familias que pudieran estar sufriendo en carne propia el flagelo de la enfermedad, o incluso la muerte de un ser querido. Abandonarles en estos momentos, sería faltar a la misericordia, a la caridad y perder una gran oportunidad de encarnar el Evangelio de Jesús, señala el arzobispo en su epístola.