Cumple asilo Divino Redentor 134 años de ayudar a ancianas desamparadas
MORELIA, Mich., 13 de junio de 2022.- Son 12 mujeres adultas mayores que, por diversos motivos, llegaron a tocar a la puerta del asilo Divino Redentor y hoy forman el Voluntariado del Calvario donando tiempo y habilidades a ancianas desamparadas.
Toti, como le dicen a María Antonieta Becerra, llegó a tocar esa puerta hace 17 años para entregar a las misioneras unos recuerditos que les mandaron de Jerusalén y es la fundadora del voluntariado que ayuda al sostenimiento del asilo, aunque ya no participa.
Las 12 mujeres conocen las historias de vida de las residentes actuales, porque a lo largo de los 134 años que tiene la institución ha atendido a más de dos mil ancianas desprotegidas física, familiar y socialmente.
También las entretienen con juegos como el de la lotería que es el que más les gusta porque los premios para las ganadoras son en efectivo, lloran con ellas y las acompañan cuando su alma deja su cuerpo.
Ellas contribuyen también al sostenimiento material del asilo con acciones como el bazar de ropa que donan personas y establecimientos comerciales, abre el 1 y 2, y 15 y 16 de cada mes, a la entrada de la casona ubicada sobre la avenida Madero, frente al templo de La Cruz.
Ubican negocios donde les permiten colocar alcancías para donativos de los clientes; el Jueves Santo ofertan cirios pascuales, pan o gelatinas; el 2 de noviembre, con la ayuda de la Universidad La Salle montan un altar que ya es una tradición y muchas personas visitan y compran las manualidades que elaboran y organizan rifas entre amigos y familiares para recaudar fondos.
Este lunes se hicieron cargo de la celebración por el 134 aniversario de la fundación del hospicio, en el que las residentes recitaron, cantaron, comieron canapés y brindaron por la institución y por la familia que han formado.
Mucho o poco, todos los recursos que obtienen se entregan a la directora del asilo para ayudar a satisfacer las necesidades materiales que se tienen, ya que como voluntariado no reciben nada material a cambio, pero sí paz consigo mismas, como contó una de ellas que llegó a tocar la puerta en una época en la que andaba deprimida y triste y cuando ofreció ayuda recibió un abrazo que la sanó.