Purépechas revivieron el ritual de velación de la Noche de Muertos
TZINTZUNTZAN, Mich., 2 de noviembre de 2022.- En un nuevo entorno, fieles a sus tradiciones y costumbres, centenares de indígenas purépechas de la región del Lago de Pátzcuaro, revivieron con devoción y fe el ritual de velación pagano-religioso de la tradicional Noche de Muertos. En esta ocasión, hubo aumento de visitantes nacionales y extranjeros, quienes con sus compras resucitaron las ventas en restaurantes, tianguis artesanales, muestras gastronómicas y comercios.
Los rituales de velación se llevaron a cabo en un ambiente de magia, colorido y rezos, ante altares adornados con flores de cempasúchil y velas, cuyas ceremonias han perdurado dentro del marco de su genuina naturaleza e identidad.
A dos años de iniciada la pandemia y a menos de un mes de que ya no es requisito usar el cubrebocas, en esta ocasión se normalizaron las actividades sobre estas tradiciones.
Ni el intenso frío, ni la pobreza en que viven, impidieron a los indígenas purépechas acudir a los cementerios a venerar a sus fieles difuntos, en un reencuentro con los que ya no están, mediante ceremonias de velación que surgieron hace 500 años.
En la zona lacustre que incluye los municipios de Tzintzuntzan, Quiroga, Erongarícuaro y Pátzcuaro, sobrevive esta tradición desde su surgimiento en la época prehispánica.
La singular e impresionante ceremonia de velación conocida en purépecha como Animecha Kejtzitakua, se llevó a cabo en los 25 cementerios de la región, entre los que están los de Pátzcuaro, Cuanajo, Tupátaro, Tzintzuntzan, Jarácuaro, Huecorio, Tzurumútaro, San Pedro Cucuchucho, Ihuatzio, Arócutin, Santa Fé de la Laguna y Erongarícuaro, Arocutín, así como en las islas de Janitzio, Yunuén, La Pacanda y Urandén.
Tzintzuntzan, es un pueblo indígena, ubicado entre Pátzcuaro y Quiroga, que en su momento fue capital del imperio purépecha.
Con el aroma de las flores de las ofrendas, la espectacularidad de las celebraciones pagano-religiosas de la Noche de Muertos en la zona del Lago de Pátzcuaro en Michoacán, ha cobrado ya renombre internacional.
Incluso, muchos de los indígenas pidieron dinero prestado para adquirir las flores, panes, frutas y los alimentos que les gustaban en vida a sus familiares fallecidos, para instalar sobre los sepulcros sus altares en los panteones, frente a donde los velaron y recordaron con la mirada triste.
Vistiendo sus ropas tradicionales humildes y algunos con gastadas suelas en sus zapatos y otros con sus huaraches viejitos, los purépechas mujeres y hombres, jóvenes, adultos y ancianos con sus hijos y nietos no faltaron a su compromiso de acudir a los panteones.
De los más de 300 mil visitantes, un 40 por ciento vino del interior de esta entidad, mientras que el resto llegó procedente de la Ciudad de México, Jalisco, Guanajuato, Estado de México, Colima y Querétaro.
En relación con el turismo internacional, en su mayoría vinieron procedentes de Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Japón, China, Corea, Omán, Noruega, Italia, Suiza, Alemania, Francia y Cuba, entre otros países.
Respecto esta tradición, en 2003 la UNESCO la declaró como una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad y refiere que es una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas de México.
En Pátzcuaro, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla entregó los premios del LIII Concurso Estatal de Artesanías con motivo de la celebración de Noche de Muertos, donde expresó su respeto a las costumbres y tradiciones de los indígenas purépechas.
Luego de normalizarse las actividades en todos los cementerios de la región lacustre, el mandatario estatal llamó a los habitantes a atender bien a los visitantes nacionales y extranjeros, para que regresen.
Incluso, en la noche, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, acudió con su familia al panteón de Tzurumútaro, del municipio de Pátzcuaro, para presenciar una de las tradiciones más grandes de las y los michoacanos.
Asimismo, se reportó saldo blanco como resultado del operativo de vigilancia que implementaron las autoridades estatales con dos mil elementos, quienes apoyados por efectivos de la Guardia Nacional, garantizaron la seguridad de los habitantes de la región del Lago de Pátzcuaro y los turistas.
Por su parte, el secretario de Turismo, Roberto Monroy García, dijo que en Pátzcuaro la ocupación hotelera fue de 100 por ciento e hizo notar que la mayoría de los visitantes se está quedando en los hoteles de Morelia, la capital del estado.
Hizo notar que el reto era superar los 300 visitantes y obtener una derrama económica mayor de 250 millones de pesos y tratar de rebasar lo alcanzado el año 2021, cuando hubo 292 mil personas contra y 130 mil del 2020, con ganancias de 93 millones.
Hizo notar que 2019 había sido el mejor año en la historia en el ramo turístico, cuando hubo 287 mil visitantes que dejaron una derrama económica de 245 millones de pesos.
En Janitzio repican las campanas
El ambiente de Janitzio y de las demás islas y poblados en la víspera del día de muertos es de gran fiesta, hasta que empieza el lúgubre tañer de las campanas.
Al conjuro mágico de los sonoros bronces, las almas de ultratumba se presentan y los vivos, mujeres y niños, como fantasmagóricas figuras, van llegando silenciosas al panteón para buscar las tumbas de sus deudos.
Negras siluetas van apareciendo por doquier. Llenas de amor van llegando almas piadosas con las ofrendas, cortan flores, llevan dulces, consagran alimentos como panes y frutos que tanto deleite causaron en vida al difunto.
Con ellas erigen un altar sobre la tumba y se sientan resignadas y llorosas a contemplar las llamas de los cirios y hacen oraciones por sus muertos.
Las velas y cirios van encendiéndose y de pronto el camposanto iluminado parece un ascua de luces misteriosas.
A intervalos se arrodillan ante la cruz que indefectiblemente preside el rito, y quedan pensativas como evocando a los difuntos añorando su presencia.
Una campana colgante del arco que da acceso al cementerio, discreta y tristemente, tañe toda la noche llamando a las ánimas a que se presenten a la gran ceremonia.
El cementerio se inunda con el eco de los cantos en purépecha, llenos de suaves cadencias que imploran el descanso para las almas de los ausentes y la felicidad de los que quedan en la tierra. Los hombres, desde las afueras del camposanto, contemplan atentos lo que ocurre dentro del panteón.
Un deber sagrado para con los difuntos
Para los indígenas de la isla, participar en este tradicional ritual, es un deber sagrado para con los difuntos.
Janitzio es una de las bellas islas del Lago de Pátzcuaro que impresiona por la forma y belleza de sus construcciones, donde sobresalen las blancas paredes con techos de madera y teja, diseminadas en forma disímbola por la isla.
Tiene además Janitzio, un nombre y celebridad debidamente conquistados por la celebración de la "Noche de Muertos", el día 1 y 2 de noviembre.
Aunque las celebraciones son las mismas en toda la región lacustre, se le han otorgado a esta isla como ejemplo. Toda la vida de la isla vibra en torno a la ceremonia de velación.
La leyenda en la Isla de Janitzio
De acuerdo a la leyenda, en esta noche, al ocultarse el astro brillante, surgen las sombras de Mintzita, hija del Rey Tizintzicha y de Itzihuapa, hijo de Taré y Príncipe heredero de Janitzio.
Locamente enamorados, Mintzita y Itzihuapa no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores. Preso ya el Rey padre de Mintzita, por Nuño de Guzmán, quiso la Princesa rescatarlo, ofreciéndole un tesoro que se encontraba bajo las aguas, entre las islas de Janitzio y La Pacanda.
Y cuando el esforzado Itzihuapa se aprestaba a extraerlo, se vio atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y que fueron sumergidos con él.
Itzhihuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de la riqueza.
Empero, en la noche del día de muertos, al lúgubre tañer de los bronces de Janitzio, despiertan todos los guardianes del tesoro y suben la empinada cuesta de la isla.
Los dos príncipes, Mintzita e Itzihuapa, se dirigen al panteón para recibir la ofrenda de los vivos a las luces plateadas de la luna.
Ahí, ambos espectros se musitan al oído palabras cariñosas y ante las llamas inciertas de los cirios, se confunden y ocultan de las miradas indiscretas de los vivos.
En tanto, las estrellas fulguran intensamente, las campanas repican y abajo, las aguas del lago gimen como un alma en pena.
Ubicación
El Lago de Pátzcuaro y su isla de Janitzio, cerca de donde también se encuentra Tzintzuntzan, la otrora capital del imperio purépecha, se ubican a 60 kilómetros de Morelia, capital del estado de Michoacán, que se comunica por dos carreteras, una que parte de la federal 15 en Quiroga y otras dos modernas de cuatro carriles por Tiripetío y Cuitzeo.