Opinión/Gerardo A. Herrera Pérez
Programa nacional para la igualdad de mujeres y hombres 2020-2024.
El Programa nacional para la igualdad de mujeres y hombres 2020-2024 (PROIGUALDAD), cuyo fundamento jurídico es el artículo 1º. Constitucional, en virtud del cual todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos por la propia Constitución y los tratados internacional de los que el Estado mexicano sea parte; el principio Propersona y; el derecho a la no discriminación. También el artículo 4º. Constitucional que determina que la mujer y el hombre son iguales ante la ley; así como el marco legal correspondiente.
Dicho instrumento de política pública para la igualdad, fue publicado este 22 de diciembre del 2020, en el Diario oficial de la Federación. El documento en si constituye un aporte importante para alcanzar las metas de Proigualdad entre mujeres y hombres; en su justificación se reconocen los altos índices de inseguridad y violencia que han vivido las mujeres y niñas, y precisa información desde el 2006, para expresar que a las mujeres se les ha restringido la autonomía, movilidad, el bienestar y el ejercicio de los derechos y libertades.
En este sentido, se señala que de enero de 2015 a julio de 2019, hubo dos mil 220 víctimas de trata, nueve mil 327 casos de mujeres desaparecidas del fuero común y 195 del fuero federal. Además en el mismo periodo se registraron tres mil 174 feminicidios; todo ello, dañando la justicia social, la reparación del daño y la reconciliación para las mujeres que son víctimas de las distintas violencias asociadas al entorno de criminalidad e inseguridad, lo que representa, se precisa, un desafío para que las mujeres vivan en comunidades seguras y en paz.
De esta manera, PROIGUALDAD, tendrá seis objetivos prioritarios que responden a las dinámicas y necesidades sentidas que atiendan a las problemáticas mencionadas: 1.- La autonomía económica de las mujeres y cerrar brechas de desigualdad; 2.- Generar condiciones para reconocer, reducir y redistribuir los trabajos domésticos y de cuidados de las personas entre las familias, el Estado, la comunidad y el sector privado; 3.- Mejorar las condiciones para mujeres, niñas y adolescentes accedan al bienestar y la salud sin discriminación desde una perspectiva de derechos; 4.- Combatir tipos y modalidades de violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes, preservando su dignidad e integridad; 5.- Impulsar la participación igualitaria de las mujeres en la toma de decisiones en los ámbitos político, social, comunitario y privado; 6.- Construir entornos seguros y en paz para las mujeres, niñas y adolescentes.
Alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres no solamente es un asunto de normativa, estructura o diseño de política pública, a decir, se requiere de un cambio de paradigma, es decir, un cambio cultural, en donde la globalización, el mercado y el patriarcado dejen de actuar sometiendo, controlando y disciplinando los cuerpos de las mujeres en su favor; en favor del capitalismo. Se requiere de una igualdad como principio de vida, donde exista la autonomía, la libertad, las relaciones sanas, la seguridad y la confianza, donde la igualdad sea tanto formal, iguales ante la ley, como una igualdad real, ante las oportunidades y la distribución de las actividades de cuidado, sea un hecho y no un discurso de “ayuda”.
Se requiere de trabajar intensamente para lograr que en ese modelo de igualdad, las mujeres logren tener voz para denunciar tanto los abusos laborales como el acoso, el hostigamiento; fortalecer la autoestima y el valor a su persona sin que sea violentado, pero además, se requiere del empoderamiento.
Para alcanzar la igualdad, también se requiere de que los hombres reconstruyan su masculinidad, es decir, modificar el mandato de masculinidad (echar abajo sus estructuras, tanto de poder, de violencia, de control, como de sexualidad), en donde por cierto, la mujer debe de dejar de dar tributo al hombre con acciones de cuidado.
Aun mucho por hacer, pero, siempre será importante comenzar, hoy 22 de diciembre hay una ruta que define las cuestiones para avanzar en un economía de la mujer, de la distribución de las acciones de cuidado, en donde incluso el estado y la empresa privada tienen mucho por aportar, entre otras cosas, como evitar los mecanismos de opresión, invisibilidad, estigmas, prejuicios, violencia, discriminación y muerte.