Zonas con presencia de crimen, donde más desaparecen personas: Fiscalía
MORELIA, Mich., 10 de mayo de 2022.- Toda población con presencia del crimen organizado es susceptible de vivir eventualmente una desaparición de personas cometida por particulares, así lo dio a conocer Janeth Martínez Mondragón, fiscal especializada en Personas Desaparecidas.
Los puntos mejor identificados por las autoridades encargadas de perseguir y sancionar este delito, advierten que los trayectos Uruapan-Guadalajara, Morelia y Los Reyes, son los más claros, pero podría ser cualquier de los 113 municipios del Estado.
“Donde hay presencia de delincuencia organizada”, respondió cuando fue cuestionada la fiscal sobre dónde hay más riesgo de ser víctima de este delito.
Martínez Mondragón amplió su comentario, refiriendo qué espacios tienen identificados “el traslado que se hace desde Uruapan a Guadalajara, al aeropuerto de Guadalajara, es un punto muy común de personas desaparecidas, es un caso grave, y también tenemos espacio registrados en Los Reyes y en la propia Morelia”, dijo.
A decir de la fiscal especializada en Personas Desaparecidas, “son más de cuatro mil personas desaparecidas en Michoacán desde 2017”, cifra que no ha variado y que día con día crece, porque a diario más personas se reportan como no localizadas.
Porque si bien, “se han logrado bastantes localizaciones, todos los días desaparece gente”, agregó la servidora pública, quien también coincidió con familiares de personas en calidad de desaparecidas, “son pocas”, las localizadas frente a las aún ausentes.
La fiscal aseguró que para dar con las personas desaparecidas o ausentes desde 2017, se trabaja de manera conjunta con autoridades de los tres órdenes de Gobierno, con quienes han acordado emprender búsquedas generales en zonas consideradas focos rojos. ¿Pero, con el antecedente de riesgo de cualquier municipio con presencia del crimen organizado, cuál descartar?
Municipios con entierros clandestinos
A la opinión pública se ha dado a conocer un amplio número de municipios con casos de entierros clandestinos: Uruapan, Aguililla, Pátzcuaro, Sahuayo, Jacona, La Piedad, Puruándiro, Morelia, Tarímbaro, Tangancícuaro, Zamora, Tangamandapio, Coeneo y Álvaro Obregón, pero son estos solo los datos que fueron públicos.
Los lugares en los que se depositan los cuerpos pueden ser muy amplios: espacios públicos y privados, cerros y lagunas, canales de aguas negras, predios rústicos abandonados, basureros y hasta escuelas, casi cualquier lugar puede ser útil a los criminales.
2022
En la comunidad de El Letrero, municipio de Puruándiro, la Fiscalía Especializada en Homicidio Doloso desenterró 11 cuerpos en una fosa clandestina.
En este mismo año, un hombre aprovechó un predio baldío a espaldas del fraccionamiento Los Ángeles, para enterrar a una mujer, cuyo cuerpo fue localizado días después y exhumado por las autoridades.
2021
El año pasado el escenario fue la comunidad serrana de Urequio, en Panindícuaro, donde encontraron un cuerpo enterrado ya en avanzado estado de descomposición.
En Jacona, la Fiscalía sacó de entierros clandestinos 16 cadáveres, luego de un operativo para reforzar la seguridad en ese municipio.
La ola de inseguridad también ha afectado a Tangancícuaro, y reportó este año al menos dos cuerpos, en distintos entierros.
En el municipio de Álvaro Obregón no fue una fosa, sino el canal de aguas de riego donde sacó la Fiscalía un total de 11 cuerpos, situación que se ha repetido de manera reiterada en Zamora, donde se han encontrado cuerpos, de uno en uno, en alguno de los canales que cruza por la ciudad y comunidades donde se riegan berries y otros cultivos.
En el caso de Uruapan los lugares han sido tan amplios y variados que incluyen una en las instalaciones del Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (CETIS) 27.
2020
En Morelia, los espacios de fosas también incluyen las zonas rurales, como Jesús de Monte, donde se encontró el cuerpo de un agente investigador de la Fiscalía y que se había reportado como desaparecido.
En Sahuayo el 2020 también se confirmó el hallazgo de tres cuerpos; mientras que, en Zamora, fue en la colonia Alfonso García Robles donde encontró el entierro con dos cuerpos.
Sin embargo, uno de los casos que más escandalizó al Estado y todo el país fue el de Comanja, municipio de Coeneo, donde encontraron un total de 24 cadáveres, 19 hombres y cinco mujeres.
Pero no solo en Coeneo el crimen organizado reinventaba la forma de deshacerse de sus víctimas, utilizando predios particulares como sus panteones, también en Uruapan, donde durante una jornada de trabajo, albañiles encontraron unas bolsas con cuerpos, en un predio ubicado en el camino viejo a Zumpimito.
En Tarímbaro los cuerpos de tres personas se exhumaron de su fosa clandestina, en un predio rústico de la comunidad Santa Ana del Alto.
Los efectos de la desaparición…
No solo es lo evidente, la no localización de una persona, también impacta a toda la familia, círculo social de la víctima a nivel anímico y económico, genera incertidumbre entre sus miembros y su comunidad, así como a las instituciones y al Estado, al evidenciar la impunidad en la que se vive, porque como dijo antes la fiscal, son pocos los localizados y todos los días desaparecen más.
Las víctimas indirectas que buscan al ausente deben invertir su patrimonio en el pago de abogados o actividades políticas que visibilicen su causa, generar presión y hallar a sus familiares, mientras que al Estado se le obliga a la contratación de más personal y adquisición de nuevas tecnologías y equipo de investigación, y el daño se extiende a la sociedad misma, modificando sus formas de convivencia y estructuras de pensamiento, incluso genera un trauma colectivo.
“El daño producido no es simplemente el de la vida personal que se destruye, el daño se ha causado a las estructuras sociales mismas, a las normas que rigen la convivencia, a las instituciones que regulan la vida de los ciudadanos…”, de acuerdo con una publicación sobre Efectos psicosociales de la desaparición de jóvenes en Latinoamérica de las investigadoras de la Universidad Santander, en Colombia, Marieta Quintero y Sandra Milena Serrano Mora. (Lira & Castillo, 2009, p. 76).
Además, agregaron que puede provocar daños a nivel emocional, “en el ámbito psicológico y social, la desaparición «es una experiencia de carácter traumático que lesiona gravemente y de manera integral no solo el psiquismo individual de los familiares y las personas cercanas al entorno social de la persona desaparecida, sino a la sociedad en general» (citada por Serrano-Mora, S. M., & Quintero-Mejía, M. 2022; CNMH, 2014, p. 53).
Ante el embate de la violencia y la desaparición, las familias se unen, suman esfuerzos, se manifiestan, buscan por su cuenta, con otros colectivos, diputados y las comisiones de búsqueda; sin embargo, muchos aún esperan: algunos solo días, otros meses y unos más, años, porque sus familiares no han vuelto a casa.