“Vete a morir a tu casa”, el diagnóstico que Norma Ceja desafió bailando
14 de febrero de 2025
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21:02
Bruno Pacheco/Quadratín
Dalia Villegas Moreno/Quadratín
MORELIA, Mich., 14 de febrero de 2025.- El gimnasio es su escenario, la música su motor y el baile su salvación.
Quien ve a Norma Ceja Cisneros moverse con energía difícilmente imaginaría que alguna vez estuvo al borde de la muerte.
A sus 42 años, la instructora de Zumba, con más de catorce años de trayectoria y una formación certificada a nivel internacional, sigue en pie porque decidió no rendirse cuando la medicina prácticamente la desahució.
Originaria de Los Reyes, Michoacán, Norma es la menor de seis hermanos, la mayoría de ellos radicados en Estados Unidos. Llegó a Morelia en busca de seguridad y en esta ciudad capital construyó una vida.
Aquí formó una familia y se consolidó como una de las instructoras de Zumba más preparadas, con siete licenciaturas en diferentes especialidades y más de veinte certificaciones en ritmos latinos, acondicionamiento físico y entrenamiento funcional.
Su disciplina no sólo se refleja en su trabajo, sino en su estilo de vida: es rigurosa con su alimentación y aunque disfruta de prácticamente todos los alimentos, para cuidar su salud ha aprendido a seguir dietas estrictas sin que le represente un sacrificio.
A sus 42 años, la instructora de Zumba, con más de catorce años de trayectoria y una formación certificada a nivel internacional, sigue en pie porque decidió no rendirse cuando la medicina prácticamente la desahució.
Pero su mayor reto no fue profesional, sino personal. A los 36 años, un pequeño bulto en su seno encendió las alarmas.
Los médicos minimizaron el hallazgo y le negaron la mastografía por no estar en el grupo de riesgo.
En un mes, el bulto creció drásticamente y cuando finalmente obtuvo un diagnóstico, la noticia fue brutal: cáncer de mama en etapa cuatro con metástasis.
“No tienes opción, tu cáncer es terminal. Vete a morir a tu casa”, le dijeron los médicos.
Por un instante, la desesperanza la invadió. Pero en lugar de aceptar esa sentencia, decidió pelear. Buscó atención médica por su cuenta, enfrentó la quimioterapia y la incertidumbre con determinación.
A pesar del dolor, nunca dejó de bailar. Salía de sus sesiones de tratamiento y se iba directo al gimnasio. Impartía clases sin cabello, con el cuerpo debilitado, pero con la misma pasión de siempre.
Sus alumnas lloraban al verla, pero ella sonreía. “El deporte me salvó la vida”, asegura con la certeza de quien ha vencido a la muerte.
Además de la enfermedad, enfrentó discriminación. Mientras buscaba empleo, muchas puertas se cerraron por temor a que su estado de salud la hiciera abandonar su trabajo.
Pero otras se abrieron, y con ellas la oportunidad de demostrar que estaba más fuerte que nunca.
Hoy, Norma sigue en movimiento. Su historia es más que una lucha contra el cáncer: es una prueba de que el cuerpo y la mente tienen una capacidad infinita de resistencia.
A lo largo de su carrera, ha visto a mujeres recuperar su seguridad a través del baile, a personas que llegan con miedos y terminan abrazando su reflejo en el espejo.
"Si estás triste, haz ejercicio. No necesitas ser experta. Sólo empieza a moverte y deja que la música haga lo suyo", dice convencida.
La música siempre ha sido parte de su vida. Le gusta de todo, pero especialmente los ritmos para bailar, desde la salsa y la cumbia hasta el reggaetón.
Para ella, moverse es una forma de liberar el alma, de conectar con uno mismo y de transformar cualquier estado de ánimo.
“Vive. No dejes que la vida te coma, cómete la vida”, repite como un mantra. Y cada día, con cada paso, con cada giro, reafirma que ella eligió vivir.