¿Tristeza, frustración o falta de vínculo? Podría ser depresión posparto
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Morelia, Mich., 10 de mayo de 2022.- Todo comenzó con el cansancio. Ana* sentía su cuerpo clavado a la cama. Sin importar las horas de sueño, siempre estaba agotada. Al consultar a su médico, éste aseveró que era normal que experimentara esas sensaciones luego de tener un bebé.
Más tarde, llegó el llanto. Una melodía, una película, escuchar llorar a la bebé que pedía leche o cambio de pañal, cualquier cosa podía desencadenarlo, y de inmediato intentaba ocultarlo de las miradas de reprobación de su familia.
La gota que derramó el vaso fue la negativa a comer. Ana apenas probaba los alimentos y parecía perder más peso del recomendado. Ante el riesgo de afectar su salud física y comprometer la lactancia, sus familiares acudieron a la consulta de un especialista. El diagnóstico: depresión posparto.
Un padecimiento subdiagnosticado
Pocos estudios y falta de datos ocasionan que las cifras de incidencia de la depresión posparto en México y el mundo presenten grandes discrepancias, aseveró Olivia Cardoso Navarrete, directora del Hospital de la Mujer.
En el caso de América Latina, a estas situaciones se suma el estigma que aún pesa sobre las enfermedades mentales y la creencia de que la maternidad es un estado de excepcional felicidad y plenitud para una mujer, por lo que la sola idea de depresión es inadmisible.
Entre el cinco por ciento y el 60 por ciento de las mujeres que recientemente han atravesado un parto o cesárea cursan depresión postparto.
“Aunque en la entidad ha crecido la relevancia del cuidado de la salud mental, todavía es un asunto sobre el que pesa un estigma, necesitamos normalizar el cuidado de la salud mental, el buscar ayuda cuando no podemos solos, y dejar de lado la cultura del echaleganismo, porque una persona deprimida o ansiosa puede estar echándole todas las ganas, y aún así sentir que no es suficiente”, expuso Cardoso Navarrete.
En México, se tiene el estudio Sintomatología Depresiva Materna en México: Prevalencia Nacional, Atención y Perfiles Poblacionales de Riesgo, que estuvo a cargo de Filippa de Castro, investigadora del Centro de Investigación en Salud Poblacional (CISP), del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
Mediante éste, se determinó que Michoacán, a la par con Nuevo León, Querétaro, Estado de México, Campeche y Yucatán, se cuenta entre los estados con prevalencia de depresión posparto superior al 20 por ciento.
Un monstruo que se arrastra entre las sombras
Todo comenzó con el cansancio. Era normal que tuviera sueño si no dormía más de dos horas seguidas, porque la bebé tenía que alimentarse cada tres horas. Era normal que se arrullara dando de mamar. Era normal que apenas pudiera pasar un cepillo por su cabello. Era normal hasta que un día dejó de serlo.
La también ginecoobstetra refirió que, efectivamente, hay una normalidad en una mujer que recientemente alumbró a un bebé y está cansada, triste o ansiosa por ello. En poco tiempo, ha debido ver su cuerpo cambiar para albergar a una nueva vida. El cuerpo tras dar a luz luce hinchado y adolorido. La lactancia no es la experiencia reveladora que dibuja la publicidad. El recién nacido llora sin cesar, ensucia pañales y pañales, vomita, tiene cólicos y depende para todo de una persona que no está en sus mejores condiciones.
“Tras el parto hay un desequilibrio hormonal y en los neurotransmisores, esos químicos con los que se comunican las neuronas; está el tema de las expectativas, que dependen de lo que cada mujer espera de un embarazo, de su entorno, su preparación y su proyección. Así, es considerado normal que durante las primeras dos semanas después del nacimiento del bebé la madre se sienta triste o desanimada”, detalló.
Si estas sensaciones son persistentes o derivan en otras cuestiones, como frustración, enojo y percepción de que el vínculo con el recién nacido no existe o es débil, podría ser el momento de acudir ante un especialista que pueda dar un diagnóstico oportuno y adecuado.
El tratamiento, en su caso, considerará que la paciente se encuentra en periodo de lactancia, por lo que el médico buscará opciones seguras para la salud de la madre y el bebé.
La depresión posparto, reconocida por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders como un “trastorno depresivo mayor perinatal”, presenta en México tasas de detección y atención bajas, por el 17.06 por ciento y el 15.19 por ciento, que “se explican por la falta de herramientas, protocolos y capacitación adecuadas para el reconocimiento de este desorden mental en las mujeres embarazadas por parte del personal clínico, desde médicos obstetras, enfermeras, trabajadores sociales y psicólogos, en los tres niveles de atención médica de los servicios de salud del país. A esto, se suma que las mujeres sin afiliación a las instituciones de salud del país son más vulnerables, en contraste con las que sí cuentan con filiación en alguna institución de salud”.
Los antecedentes, piedra angular en el tratamiento y prevención de la depresión postparto
Luego vino el llanto, como cuando era adolescente y sus padres suplicaban que creciera y se le pasara la chilladera. Seguros como estaban que era una etapa, una forma de tratar de llamar la atención de una familia conflictuada, se limitaron a esperar que creciera. Pero el llanto solo se escondió para regresar a la primera oportunidad.
Olivia Cardoso destacó que la depresión posparto no solo es un padecimiento muy frecuente y mal diagnosticado, sino posible de prevenir, a condición de que el médico tratante no olvide que la gestante es, antes que cualquier otra cosa, una persona.
“A veces, los obstetras nos enfocamos al seguimiento del embarazo y el desarrollo del bebé, y dejamos de lado la posibilidad, inclusive la certidumbre, de otras condiciones que podrían ser previas y tener un efecto negativo tras el parto”, mencionó.
Desequilibrios en los neurotransmisores, como la serotonina o la dopamina, asociados, entre otros, a la depresión y la ansiedad; traumas psicológicos, y un embarazo no deseado o no planeado o que se da en circunstancias adversas o complicadas, son algunas de las condiciones que pueden contribuir a una depresión posparto.
“Tenemos que saber si antes o durante el embarazo la paciente estuvo internada o con alguna restricción, si tuvo un parto o una cesárea, cómo sobrelleva el dolor o el cansancio, no olvidar que la depresión y la ansiedad conllevan factores genéticos de riesgo que el embarazo y el puerperio pueden exacerbar”, precisó la directora del Hospital de la Mujer.
Reiteró la importancia del control prenatal, donde no solo se verifica el desarrollo del embarazo, sino se observan los signos de alarma de depresión postparto, siempre que la paciente sea vista como un todo.
“A veces, damos por hecho de que la paciente embarazada está feliz por la llegada de su bebé, pero no siempre es así, y parte del control prenatal es estar pendiente del entorno psicosocial, de los indicadores de violencia, saber las condiciones de cada persona, y acudir con el especialista si es necesario”, precisó.
Atención oportuna
La gota que derramó el vaso fue la negativa a comer. Ana siempre fue muy delgada, diagnosticada con anorexia en su adolescencia, y fue el temor de regresar a esos oscuros días, con un bebé en los brazos, lo que llevó a la familia ante un psiquiatra.
“Un tratamiento multidisciplinario nos ayuda a mejorar las condiciones de pacientes embarazadas o puérperas que experimentan depresión. Y es fundamental que no se postergue esta búsqueda de ayuda para evitar que los síntomas puedan agravarse”, aseveró Cardoso Navarrete.
Una paciente con depresión posparto podría deteriorarse hasta una psicosis, con alucinaciones, ideas suicidas, ideas sobre atentar contra el bebé, entre otros.
El estudio Sintomatología Depresiva Materna en México: Prevalencia Nacional, Atención y Perfiles Poblacionales de Riesgo especificó que el riesgo de depresión posparto se disminuye hasta en un 55 por ciento cuando se aplican medidas de prevención y contención de riesgo.
No obstante, esto demanda “la implementación de instrumentos correctos para el tamizaje de la depresión posnatal, a fin de que las señales de alerta y factores de riesgo, sean identificados con mayor facilidad por el personal médico para brindar un tratamiento adecuado o, de requerirse, canalizar a las mujeres con este padecimiento a un especialista”.
La violencia intrafamiliar, la inseguridad alimentaria, el valor negativo de tener un bebé del sexo femenino y el bajo peso del recién nacido son algunos de los factores de riesgo de depresión postparto.