Siempre me dijeron que no podría, pero hice lo contrario: Eneida Rendón
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de abril de 2024.- Nació con ceguera ocasionada por cataratas congénitas. Le hicieron dos operaciones que le permitieron distinguir un poco de luz y sombra, sin embargo, Eneida Rendón no conoció rostros ni colores. Además de la falta de vista, a los ocho años comenzó con dificultades para escuchar, por lo que tuvo que usar audífonos. Hasta los 25 años le colocaron un implante coclear en el oído izquierdo que le permitió recuperar su audición.
De acuerdo con el portal Yo También destaca que gracias al sistema braille aprendió a comunicarse. Fue la primera estudiante de la Universidad del Valle de Atemajac que hizo la preparatoria en formato virtual, y, a través de la digitalización de los libros, pudo leer y enviar tareas para continuar con su educación.
Contra todas las barreras, estudió la licenciatura en Gestión Cultural y fue el mejor promedio de su generación. Actualmente trabaja en el área de tiflotecnología para personas con discapacidad visual en la Biblioteca del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. El objetivo es hacer más accesibles los documentos y los entornos para las personas con discapacidad visual.
Además de tocar el piano, ocasionalmente imparte pláticas sobre sordoceguera para generar conciencia sobre esta discapacidad. También difunde información sobre accesibilidad y cultura digital.
En entrevista para Yo También, Eneida Rendón, de 41 años, comparte los principales retos para incluirse al vivir con sordoceguera y cómo ha convertido la tecnología en su aliada para superar todos los límites y ser independiente.
¿Qué barreras enfrentaste para estudiar?
Cursé secundaria en una escuela convencional. Ahí era la única alumna del grupo con discapacidad. Necesitaba adecuaciones como sentarme adelante, pero cuando perdí totalmente el oído, primero me mandaron a descansar, pensaron que con el medicamento todo iba a mejorar, pero no funcionó y no pude regresar. Pedí que me dejaran estar con algún monitor o contar con el apoyo de compañeros, a quienes les encantaba el sistema braille, incluso lo aprendieron, pero me dijeron que no, que más bien yo era una distracción para ellos y que no podíamos hacer eso. Duré varios años sin estudiar, tocando puertas, hasta que lo hice en la Secundaria 8 (mixta) en Guadalajara. La preparatoria fue aún más complicada, ya que todo era presencial. Sin embargo, aprendí a manejar la computadora a través de una línea braille, y con eso se me facilitó más, ya que pude comunicarme con las personas, leer y aprender.
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