Entre señas y miradas amenazantes, audiencia de detenidos en Acuitzio
MORELIA, Mich., 26 de mayo del 2017. - En medio de miradas amenazantes, señas con los dedos, las manos y muecas por parte de uno de los imputados, transcurrió la audiencia de control de los detenidos por su presunta responsabilidad en la emboscada que sufrió el director de la Policía Michoacán, Unidad Acuitzio del Canje el pasado 23 de mayo.
No obstante, de estar frente a la autoridad judicial, uno de los imputados Gregorio H. P., señalado como el que apuntó directamente contra la humanidad de David Hernández Pérez, director de la policía de Acutzio y presunta víctima, no paró de intercambiar miradas poco amigables con el agente de seguridad.
De manera recurrente lo miró, le sonrió, le mostró la mano con el pulgar hacia abajo, hizo muecas como de quien busca decir algo y asentó con la cabeza en más de una ocasión, en lo que relataba los hechos el fiscal.
Incluso hubo un momento en que levantó la voz y tuvo que ser silenciado por el juez Mauricio Wilfrido Cruz Navarrete, que le dijo con toda solemnidad "le pido guarde la compostura en la sala".
La intervención del imputado fue porque su defensa refirió que los detenidos habían sido víctimas de tortura, incluso que los policías les habían aflojado los dientes a golpes, por lo que se paró y con una mano en la boca se tocó un diente:
"Él sabe lo que hizo", sentenció Gregorio a la vez que apuntaba con su dedo índice al director de Seguridad Pública de Acuitzio.
En la audiencia, la defensa no pudo sacar de la escena del crimen a Gregorio, Miguel Ángel, Fabián y Agustín, y tampoco pudo probar que hubo alguna ilegalidad y violación a los derechos humanos de sus defendidos.
En cambio, la fiscalía logró establecer en su alegato que los imputados fueron detenidos en flagrancia y reunió declaraciones congruentes y bien estructuradas que convencieron al juzgador de que la aprehensión se había hecho de manera legal.
Al final, el juez de control Cruz Navarrete también ordenó la extensión del término y la prisión preventiva oficiosa por el tiempo que dura el receso, esto porque en la agresión había dolo y tenía como objetivo acabar con la vida del director.
¡Ahora sí te cargó la chingada cabrón!, le habría dicho Gregorio H. P., a la víctima.