Registra Michoacán 827 mujeres desaparecidas
MORELIA, Mich., 25 de noviembre de 2022.- No falta una, falta localizar y devolver a sus familiares a 827 mujeres, la gran mayoría madres, mujeres jóvenes e incluso menores de edad, de quien se ignora su paradero.
La Comisión Estatal de Búsqueda de Personas cuenta con un registro total de tres mil 701 personas que continúan desaparecidas, de esta cifra, la mayoría de los casos de desaparición fueron reportados en Morelia, Zamora, Coeneo, Apatzingán, La Piedad, Uruapan, Lázaro Cárdenas y Zitácuaro.
Detrás de la desaparición cometida por particulares o forzada se pueden encontrar fenómenos sistemáticos como el machismo, la violencia e inseguridad que vive México, la incursión voluntaria a las filas del crimen organizado o por participar de actividades ilegales porque su pareja se incorporó a la cadena de venta, compra, distribución y producción de drogas, además de las adicciones.
Entre las víctimas de feminicidio se encuentra una mujer en Chucándiro, cuyo marido privó de la vida y después intentó deshacerse de su cuerpo, según informó la Fiscalía General del Estado.
El principal sospechoso, su marido, Hipolito L., la golpeó y tras darle muerte, la enterró en el patio del domicilio que un día fue hogar; el cuerpo de Sandra M., la más fehaciente prueba del hecho, “presentaba lesiones en cabeza y cara”, por lo que el sujeto fue detenido y vinculado a proceso.
En respuesta a los feminicidios, la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo para las Mujeres (Semujer), lanzó un programa de apoyo para mejorar la calidad de vida de los huérfanos de feminicidio, sin embargo, es para unas cuantas víctimas indirectas, solo para las de feminicidio. Pero la gran mayoría no se queda solo sin este recurso, sino que muchos, viven con los parientes o abuelos del agresor y en la pobreza, porque se quedan sin la madre y el padre está preso.
El feminicidio desintegra o causa grandes estragos a las familias, porque no solo sucede en los núcleos familiares tradicionales: mamá y papá e hijos, también hacia niñas, adolescentes y mujeres maduras que tienen que enterrar a sus familiares, y que deben invertir parte de su patrimonio en la búsqueda de la justicia.
La espera de la justicia, que no siempre termina siendo justa, es como pasó con la joven Nilda Rosario, estudiante de la Universidad Michoacana a quien su padre buscó por meses y debió aceptar la condena de 15 años en contra del homicida, con tal de conocer el paradero de su cuerpo, lo mismo que Alejandra, asesinada a machetazos por su novio en la vía pública, a quien le dieron 22 años de prisión preventiva.
Otras, están a la espera de la justicia, que parece estar en su contra. Jessica González Villaseñor, que continúa a la espera de una sentencia condenatoria, lo mismo que Samantha, asesinada presuntamente por su pareja sentimental, en Sahuayo.
Efectos diversos tienen cuando las agresiones son contra las menores de edad y termina con la muerte de la víctima, a quienes privan de la vida tras una violenta agresión sexual, como pasó con en la colonia El Porvenir, de Morelia; una niña de la colonia Rubén Jaramillo, también de la capital michoacana; y, una más de Pátzcuaro. La primera agredida por su vecino, y la segunda y tercera por sus hermanastros.