Ramos de palma, una tradición que dejó de ser negocio para artesanos
MORELIA, Mich., 25 de marzo de 2018.- Evelia y su familia, cada año más numerosa, tiene 20 años viniendo al atrio de la Catedral a vender ramos de palma, pero ya están pensando que el año próximo no van a venir porque no les queda ganancia, los feligreses no pagan su trabajo y los inspectores del ayuntamiento los hostigan.
Margarita y su esposo vinieron de Pátzcuaro y se quejan de lo mismo, pero lo ven como una promoción de los artículos religiosos que elaboran con las hojas de palma, como cestos llenos de pan y manojos de 12 pescados, alimentos que representan la abundancia porque Jesús los multiplicó en su última cena con sus discípulos.
En lo general, los artesanos que este domingo forman vallas en las tres entradas de la Catedral Metropolitana, ofreciendo los ramos que van tejiendo, se quejan de los inspectores del ayuntamiento capitalino porque si no tienen el permiso correspondiente les decomisan sus productos.
Evelia fue contundente al señalar el maltrato de las autoridades: “Antes nos trataban bien, pero ahora solo cuando quieren un voto, ahora no dan la mano, y cuando quieren voto aunque estemos mugrosos hasta nos abrazan y sacan la foto, pero ahorita se esconden, les da vergüenza”.
Margarita indicó que el permiso del ayuntamiento no es caro, menos de 50 pesos, pero se encarece porque tienen que venir al menos tres veces para obtenerlo, primero cuando vienen a hacer el pago y les dan fecha para recoger su gafete, pero cuando vuelven a recogerlo invariablemente les dicen que todavía no están y tienen que volver otra vez.
Además, tienen que viajar a la Tierra Caliente para abastecerse de las hojas de palma y cada manojo les cuesta 500 pesos, además de que el precio de la gasolina es cada día más caro y los feligreses no quieren pagar su trabajo, apenas si ofrecen 20 pesos por algún artículo que cuesta el doble.
Hace algunos años los dejaban llegar desde el sábado, día en que tejían la mayoría de los ramos para ofrecer a los feligreses que acuden a los templos a recordar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y lo aclaman moviendo las palmas entrelazadas con hojas de laurel, romero y manzanilla.
Ahora, si llegan el sábado tienen que esconderse de los inspectores del ayuntamiento porque les decomisan su materia prima ya que el permiso que les expide es exclusivamente para este Domingo de Ramos.