Organillero, tradición que se va perdiendo por desinterés
MORELIA, Mich., 29 de julio de 2024.- José Rodrigo de 40 años, tiene 27 dedicándose al organillo. Comenzó porque su padre le inculcó este oficio cuando era un adolescente. Cuenta que hoy en día a la persona no les interesa este tipo de cosas, lo cual hace que la tradición se vaya perdiendo.
Todos los organillos tienen ocho canciones diferentes, explica el organillero, y aunque la labor aparentemente es solamente girar la palanca, se trata más bien de una tradición, de mantener la historia viva.
El organillo que mueve por distintas partes del Centro Histórico es de 1880, expone, y con cierta regularidad le dan mantenimiento en Ciudad de México. Funciona a través de un fuelle o una bolsa de aire, y la parte superior tiene cilindros, "va trabajando la bolsa de aire y va dando vueltas el rodillo", dice.
Aunque es más regular ver este tipo de equipos antiguos funcionando en ciudades coloniales, de vez en cuando se mueven a otros lugares, manifiesta José Rodrigo, a veces se ha movido hacia Colima o muy cerca del mar, incluso. Pero como él es de Morelia prefiere mantenerse en la ciudad, solamente los primeros años de su actividad los hizo en la CDMX.
"Ya es muy poca la gente a la que le gusta esto, solo la que viene de turismo, como ahorita que son vacaciones", expone el hombre y prosigue: "la gente de aquí como que no es muy fan de esta música, como que no saben qué es un organillo".
Este desinterés que se muestra, expone, quizá sea por falta información, pero es importante sobre todo que siguen las tradiciones, dice. Como tradiciones pone de ejemplo la actividad que él hace y la del pajarero, donde un hombre adivina el futuro y da consejos a través de pequeños papeles que saca un pájaro de una cajita. Ese oficio también es parte del centro histórico.
"Nos estamos acabando poco a poco porque ya la gente no nos apoya", expresa y pide que ojalá a partir de ver estas historias en medios de comunicación o al pasar por la calle y los vean, les apoyen más, porque además de la tradición ellos viven de esto.
José Rodrigo solamente vive de esta actividad, tiene hijos. Se lleva un sueldo diario de 200 a 300 pesos, porque debe pagar cuentas y pasajes, "gracias a Dios hay veces que sí, pero también hay veces que no, uno va al día", dice y manifiesta que por lo regular está en el primer cuadro de la ciudad, donde hay dos organilleros más. Llega a las 10 de la mañana y se va a su casa a las 9 de la noche.