Niños que trabajan en las calles: la otra cara de la moneda
30 de abril de 2017
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21:35
Fátima Alfaro/Quadratín
MORELIA, Mich., 30 de abril de 2017.- Rossana recorre todas las tardes las calles del Centro Histórico con una pequeña caja con dulces en sus manos; aún con el uniforme de la escuela primaria a la que asiste y observada de cerca por sus padres, armados también con su caja de dulces, busca en el comercio ambulante el complemento de ingresos familiares necesario para subsistir.
Sólo tiene nueve años, pero ya sabe lo que es ganar el sustento con el trabajo cotidiano, cumplir una jornada laboral, tratar clientes quisquillosos, que demandan dulces específicos, clientes que le regatean un peso a sus precios, clientes que le ofrecen un billete de 20 pesos “para que se ayude un poco”, y, en su mayor parte, personas para las que la pequeña resulta invisible.
En Morelia se detectaron en 2016, 68 niños que laboran en las calles, conforme los recorridos que en 2016 efectuara el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) municipal, refirió Susan Melissa Vázquez Pérez, encargada de despacho de la instancia.
Susan Melissa Vásquez detalló que en el curso de 2016 el DIF municipal llevó a cabo cerca de 800 recorridos por las vialidades de la capital del estado para ubicar niños y adolescentes en situación de calle, lo que le permitió detectar 224 menores en esta condición.
Sin embargo, de este universo, la mayor parte de los infantes acompañan a sus progenitores que trabajan, por lo que únicamente 68 fueron identificados como activos económicamente.
Asimismo, entre un 10 por ciento y un 20 por ciento de los infantes observados en las calles, con sus padres o solos, es originario de otros municipios o estados, de 22 a 45 niños y adolescentes.
La encargada de despacho del DIF en Morelia refirió que los pequeños detectados en las calles son atendidos mediante el Centro para Niñas, Niños y Adolescentes en Riesgo, donde se les proporciona un estímulo económico bimestral y ayuda para retornar a las aulas,, además que se invita a los padres a no tener a los niños en la calle.
Actualmente, no se dispone de indicadores que muestren el éxito de estas medidas, en términos de los pequeños que logran salir del trabajo infantil o cuyos padres logran encontrar ambientes propicios para su desarrollo alternos a las vialidades en tanto ellos laboran.
Para Rossana, vender dulces es prácticamente una actividad normal, que no le impide ir a la escuela, tener amigos, estudiar, hacer sus tareas, jugar y divertirse como lo hace la mayor parte de los niños.
Arropada por la presencia cercana de sus padres y una hermana más joven que camina de la mano de los mayores, Rossana no cuestiona el por qué debe vender dulces para complementar los ingresos de su familia en un tiempo en el que otros pequeños están en sus hogares, en actividades extraescolares, con sus pares o hermanos, en entornos seguros y agradables.
Simplemente, se acerca a los comensales de los restaurantes localizados en el Centro Histórico, a los transeúntes y los trabajadores de algunos comercios, para con su inseparable sonrisa ofrecer la mercancía que porta en una caja; a veces tiene éxito, a veces, no obtiene siquiera una mirada.
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