Ni vivos ni muertos se escapan de la cita en el panteón
MORELIA, Mich., 1 de noviembre de 2022.- Empieza a anochecer y los vivos corren al panteón...
Algunos cargados con ramos de flores, algunos con comida, otros, con el banquito verde que tanto vimos en la tele.
Los tránsitos intentan que el tráfico fluya y auxilian a los que quieren cruzar el Periférico con premura.
Pero como ya acabaron las actividades diarias, más y más morelianos acuden a esta cita por un año esperada.
El olor a cempasúchil se percibe desde metros antes de llegar a Gayosso, los vendedores buscan hacer su agosto.
Algunos te ofrecen el ramo a 70, otros en 80 y llegan hasta los 100, al chiste es que nadie se quede sin flores.
Tacos, gorditas y pambazos, es el menú para quienes vienen llegando agobiados del trabajo.
Con veladoras encendidas desde la entrada, los visitantes recorren los pasillos hasta llegar a las moradas de sus personas amadas.
Ahí hacen la señal de la santa cruz, se arrodillan y se disponen a decorar hasta la última orilla.
Las ofrendas son variadas: pozole, tamales, buñuelos, todo lo que en vida sus familiares amaban.
El alcohol no podía faltar, "una cervecita o un tequila para esperar su llegada", le dice a su señora un hombre que viste como si a un jaripeo la llevara.
El mariachi no podía faltar, más de uno empieza a cantar, desde Perfume de Gardenia, hasta El Rey.
Mientras continúa la fiesta en la espera del cruce de las almas a este plano existencial, una señora con vestimenta humilde le llora a su marido que hace poco se había ido.
Le promete seguir cuidando a sus hijos, aunque grandes aún la necesitan hasta para la comida.
El astro continúa escondiéndose, con sus últimos rayos, acarician a los cristianos que oran por el descanso de aquellos que tanto les han dado.
Los que en unas horas llegan a sus ofrendas cruzando el camino de pétalos a echarse un taco y por qué no, un buen trago.