Mujeres profesionistas, doblemente explotadas
MORELIA, Mich., 20 de enero de 2017.- Entre la encrucijada de una exigencia global de “progreso” que le demanda ser competitiva y productiva, el paradójico obstáculo de milenios de cultura que le endosa el cuidado del hogar, y ante a la prevalencia de una cultura machista, mujeres profesionistas se asumen doblemente explotadas, y consideran que la esterilidad de las políticas públicas pro equidad de género queda en evidencia ante la imperante inequidad en que pervive la “mujer moderna”.
En un sondeo realizado por Quadratín con mujeres jóvenes, profesionistas y madres trabajadoras, ellas coincidieron en que00, a quienes, culturalmente, se ha exentado de la responsabilidad de cuidar a los hijos, y se les ha dejado la tarea, algunas veces más cómoda, de ser los proveedores materiales.
María Eugenia Torres Cifrián, abogada litigante, relató las complicaciones que tiene para cumplir con la doble responsabilidad, de un lado, su deseo de superación y desarrollo profesional, y de otro, la maternidad vivida a contra reloj, entre el reproche de sus hijos y la culpa por el abandono en que suele dejarlos en actividades extraescolares o al cuidado de otras personas.
Mujeres, entre el desarrollo profesional y la maternidad
La acelerada incorporación de la mujer a la vida laboral, aunada a la carga de trabajo doméstico y otros factores relacionados, ha derivado, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en una reducción en las tasas de natalidad en los últimos 50 años, en que ha devenido de un 6.77 a solo 2.24 hijos por cada mujer. Lo anterior constituye un fenómeno de dos caras:
De un lado, la resistencia feminista a ser vista como una máquina reproductiva, por lo que reivindica su derecho a la no maternidad, y de otro, la postergación obligada ante las exigencias de la competitividad, el desarrollo profesional y el sistema económico, que no otorgan el tiempo suficiente, y de calidad, a las madres y sus recién nacidos, para que pasen por este proceso dignamente.
Isabel Salgado Alonso, psicóloga, consideró que la presión de las dinámicas laborales en el periodo de preparto y postparto de una madre trabajadora someten a ésta a niveles altísimos de estrés, que llegan a repercutir en la salud emocional de la madre y del hijo. “La madre trabaja con una especie de culpa que a la larga se traduce en problemas de salud que pueden ser graves”.
La separación temprana entre madre e hijo, al que debe dejar en una guardería desde los 40 días de nacido, genera: en ella, sentimientos culpa y estados de ansiedad que minan sus capacidades, y en el hijo, sentimientos de abandono, miedo y angustia.
Además de estructuras culturales que han sido inevitablemente trastocadas entre las comunidades femeninas, la globalización, la pobreza y la desigualdad han obligado a la mujer a incrementar su presencia en las filas de los asalariados, como una medida para fortalecer, junto con el varón, en caso de matrimonios tradicionales, el poder adquisitivo de su familia.
El eterno reclamo de igualdad
Concepción Valdéz Hurtado, estudiante de medicina, considera que, en la actualidad, el machismo sigue siendo un obstáculo para el pleno desarrollo de la mujer; “nos ha salido muy cara la lucha de nuestros derechos, porque ellos siguen pensando que nos toca del todo la labor doméstica; en mi caso, por ejemplo, mi novio está haciendo el doctorado y se encierra a estudiar durante horas, sin culpa, mientras yo tengo que ver que haya comida, limpiar, y todas esas cosas, y con mucho esfuerzo y disciplina no descuidar mi escuela”, narró.
Pese a la conquista de los decretos abolicionistas que retiraron la mordaza al voto femenino en Europa occidental y Norteamérica y América Latina, y con ello la incorporación de la mujer a la ciudadanía a través de los padrones electorales en el siglo XX, y su paulatino acceso al sector productivo, se impusieron diversas formas de discriminación alentadas por el Estado.
En 1793, Marie Gouze, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, defensora tenaz de los derechos de la mujer, fue decapitada por la guillotina del Gobierno de Francia, al que exigía igualdad de derechos; derecho al voto, al trabajo asalariado, a participar en política, al divorcio, a formar parte del Ejército, a poseer propiedades, a acceder a la educación, entre otros.
Mujeres trabajan más que los hombres
Y aunque, de acuerdo al Censo Económico del Inegi 2014, de los 29 millones de personas ocupadas y remuneradas, el 56.2 son varones, y el 43.8 por ciento mujeres, la designación de actividades domésticas a la mujer ya de por sí económicamente activa, le llega a representar a ésta una doble jornada de trabajo a la que debe invertir energía y un tiempo específico.
La mujer en México trabaja más que el hombre, encuentra menos oportunidades de trabajo remunerado, todavía es excluida de una participación protagonista en cargos de elección popular, gubernaturas, presidencias municipales y magistraturas.
Urge un celoso replanteamiento feminista del reclamo de equidad, que ha devenido en una bandera política de prácticamente todos los escenarios electoreros, que más que apuntalar, con su farsa obstaculizan una verdadera transformación de estructuras culturales discriminatorias.