Miguel y Consuelo, una historia de amor en la Casa de los Abuelos
MORELIA, Mich., 25 de diciembre de 2019.- Las ventanas son grandes y dan a un patio central donde una fuente derrama agua. El sonido es relajante. Alrededor del patio, justo donde están las ventanas, hay un pasillo largo y cuadrado. Ahí, un lugar muy iluminado, se ponen por las mañanas y las tardes los abuelos que están en este asilo de puertas abiertas. Ahí viven desde hace tres años Miguel y Consuelo.
Se trata de la Casa de los Abuelos Miguel Hidalgo, un sitio que se confunde entre la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Michoacana, y el propio centro deportivo Venustiano Carranza, en la avenida Acueducto. Este lugar que ya es hogar de 38 adultos mayores, es también morada del matrimonio formado por Miguel y Consuelo; él originario de Apatzingán, y ella de Chavinda, del municipio de Zamora.
Miguel tiene 72 años y Consuelo 74; son los residentes con menos años en el lugar. Consuelo cuenta a Quadratín que vivieron por casi 30 años en el valle de Apatzingán y desde hace unos 10 en Morelia, donde vive su familia con quien pasarán las fiestas decembrinas. De esos 10 años, los últimos tres los han vivido en la Casa de los Abuelos.
"De muy jovencita me fui a Apatzingán porque él es de allá, y allá lo conocí, a mi esposo", dice mientras voltea a ver a Miguel. "Allá nos casamos, en la Catedral de Apatzingán, ahí vivimos muchos años, ya cumplimos 40 años de casados y allá vivimos la mayor parte de nuestra vida", relata la mujer que se ve feliz y relajada.
"Este año ha estado muy frío y me he querido regresar para Apatzingán porque allá no está haciendo este clima", dice a este medio mientras se tapa con el suéter que lleva. Regresa al tema del clima y cuenta que en estos momentos en Apatzingán es fresco solamente "y eso está bien porque todo el año hace mucho calor".
Por su parte, Miguel cuenta a Quadratín que le va bien en general ahí en el asilo; solamente que hay algunos compañeros que tienen mal genio, "se incomodan, pero hay que retirarnos", dice.
Explica que hay algunos adultos mayores que viven en la casa que les gusta "echar pleito", pero tiene sus propias estrategias para sobrellevar la situación; "solamente hay que dejarlos en lo suyo. En mi caso lo que hago es no enredarme y no caer en sus cosas; se molestan porque no les hago caso", dice.
El 24 de diciembre ya tenían resuelto el asunto de la cena de Nochebuena, pero aún no saben dónde van a pasar el Año Nuevo; seguramente lo harán con la familia de su esposa Consuelo, porque sus hermanos y hermanas viven en Morelia, y se han encontrado muy bien con ellos.