Marilyn, la chica del vestido blanco…
MORELIA, Mich., 5 de agosto de 2016.- La decoración en la casa de un amante del cine de los años 50, en un restaurante vintage o en cualquier bar de mala muerte jamás hubiese sido igual, si la escena de Marilyn Monroe con el emblemático vestido blanco levantado no se hubiese filmado.
La imagen, una de las más famosas del siglo 20, con altas probabilidades hubiese bastado para mantenerla en la fama sin haber tenido la necesidad de grabar nada más, pues aunque ganadora del Globo de Oro, actriz de malas películas y en otras con nominaciones al Oscar, Norma Jeane Mortenson, como realmente le llamaron al nacer, fue una de las primeras comidillas hollywoodenses por su sex appeal, su osadía para posar desnuda y sobre todo por dar la imagen de una mujer empoderada, alejada de la típica costumbre de ser ama de casa y madre sometida y mantenida por un hombre.
Los escándalos, el hecho de haberse casado tres veces, su romance con John F. Kennedy, los desequilibrios sentimentales y la posible herencia de la esquizofrenia de su madre interesaron mucho más a la prensa. Su atrevimiento, en una época en que los estadounidenses solamente tenían cabeza para la recesión económica, que le hizo recibir el título de la primera Sex Symbol.
Marilyn, que nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, California, Estados Unidos, cambió el estereotipo de la belleza, enfocado en las europeas delgaduchas y de cabellera oscura y alisada, para popularizar la voluptuosidad, el cabello ondulado y de un amarillo más bien coqueteando con el blanco Barbie, como el ideal de belleza.
Sin embargo, su vida no fue muy de Barbie, o de cuento de hadas. No conoció a su padre, el noruego Edward Mortenson, y su madre no pudo seguir cuidándola de pequeña debido a desórdenes mentales, esquizofrenia y problemas económicos, por lo que la adoptaron unos amigos.
Cuando más adelante pudo volver con su madre, a esta última le dio otra crisis nerviosa, y es cuando se va con la mejor amiga de su mamá, Grace McKee, quien la incentivó a entrar al mundo del cine. Luego de pasar por otras familias, un tío de McKee la adopta, pero al tiempo acusa a uno de sus hijos de haberla violado.
Es así como decide casarse con uno de sus vecinos para evitar más caos y tener finalmente dónde vivir con estabilidad.
Marilyn pasó por tres matrimonios: con James Dougherty, a los 16 años; Joe DiMaggio; y Arthur Miller.
Su debut en el cine lo hizo con la película musical The shocking Miss Pilgrim, que no tuvo mucho éxito, ni las otras que le siguieron. Su consagración tardó, pero llegó. Después de contratos con Twenty Century Fox, el papel protagónico de Rose, en Niágara, le mantuvo en el foco de las críticas buenas y malas, pero se hablaba de ella.
Entre los títulos más conocidos de su carrera figuran Los caballeros las prefieren rubias, Río sin retorno, Cómo casarse con un millonario, Luces de candilejas y, por supuesto, La comezón del séptimo año, siendo esta última la de la escena del vestido blanco, diseñado por William Travilla.
Con el rol de Sugar en el filme Some like it hot ganó el Globo de Oro como mejor actriz y la película tuvo cinco nominaciones al Oscar.
La decadencia de Monroe siguió justo después de su llegada a la cima. El destino pareció reconocer el cliché de jugarle una mala pasada a los desequilibrados mentales que han logrado un equilibrio financiero, de fama o reconocimiento.
La mujer no podía conciliar el sueño y se la pasaba llamando por las noches a su psicólogo y al psiquiatra, Engelberg y Greenson, respectivamente, quienes le prescribieron barbitúricos, que ella se encargó de consumir acompañados de alcohol.
Enfermedades pulmonares, su reclusión en un psiquiátrico y otros padecimientos le alejaron de las pantallas por poco más de medio año. Luego de esa racha, en 1962 comenzó a filmar Something’s got to give, pero al iniciar las grabaciones se enfermó de bronquitis, lo que hizo el trabajo bastante atropellado y lleno de suspensiones.
En junio de ese año hizo su última sesión fotográfica, que fue titulada póstumamente como The last sitting (La última reunión).
Fue un 5 de agosto cuando la escena más impactante de su vida entera, la final, se representó: la hallaron muerta sobre su cama, boca abajo, desnuda y con hematomas y demás signos de maltrato en sus brazos. Fue su ama de llaves quien la encontró…
Su fallecimiento no quedó falto de atención. Además de por ser una figura pública, el oficial Jack Clemmons del departamento policial de Los Ángeles, quien atendió el llamado del psiquiatra Greenson, afirmó que la escena y los testimonios de los doctores y del ama de llaves tenían ciertas incongruencias.
Destacó que las sábanas de la cama lucían recién cambiadas y olían a jabón, además de que en la casa notó que la lavadora estaba funcionando a esas horas (4:45 de la madrugada).
El cuerpo no estaba en una posición natural para un cadáver, había una ventana rota que claramente se notaba había sido violentada desde el interior de la casa, y los medicamentos estaban forzadamente desordenados sobre la mesa de noche.
También se conoció que los hermanos Kennedy habían estado hasta entrada la noche del 4 de agosto visitando a Marilyn.
Según la autopsia, la causa de muerte fue suicidio por sobredosis de barbitúricos, pero las hipótesis no se hicieron esperar.
Entre las especulaciones se dijo que fue asesinada porque sabía muchos secretos de los Kennedy y del Estado, con los que pudo hundirlos políticamente, afirmación que les señala directamente como posibles autores materiales a John y a Robert.
El médico que hizo la autopsia era amigo de los hermanos; y de la mucama, Euniece Murray, se dijo que pudo haber sido quien alterara la escena, pues además dio dos versiones de los hechos en años distintos.
También se habló de negligencia médica y muerte por intoxicación.
Un coctél enigmático con toques de soledad y un trastorno bipolar combinado con esquizofrenia, más el añadido de la belleza, la fama y una carga sexual que para ese entonces llamaba escandalosamente la atención, resultó en un acierto póstumo que le hizo inmortal. Hollywood es Marilyn…