La última insurgencia: el papel de la Tierra Caliente en la Independencia

MORELIA, Mich., 16 de febrero de 2025.- Cuando se piensa en un general histórico en la Tierra Caliente, inevitablemente viene a la memoria el Generalísimo, pero olvidamos que Morelos vivió poco de la Revolución de Independencia y que esa región fue un espacio estratégico. El papel de la región, sus habitantes, conflictos y mandos militares casi desconocidos quedan develados en la obra La Última Insurgencia.
Coordinado por el historiador Eduardo Miranda Arrieta y con el sello de la Universidad Michoacana, especialistas en la Revolución de Independencia, relatan a lo largo de 343 páginas los años de lucha luego de la muerte de Morelos y 1821.
Instituciones, actores, armas y guerra Nueva España (1815 - 1821)”, acápite de la obra, explica, y deja en claro, lo que nos espera. Que es más allá del discurso nacionalista y de historia de bronce o de los mismos personajes.
Entre los artículos compilados destaca: Las jurisdicciones militares en la costa del sur y Tierra Caliente al final de la guerra, de Carlos Ernesto Saldaña Najera, quien desarrolla puntualmente el funcionamiento y características de las jurisdicciones militares insurgentes sujetas al creciente gobierno civil insurgente, instituciones que además ejercían funciones administrativas y ejecutivas de las decisiones tomadas por el nuevo gobierno insurgente mexicano.
Aún y con la muerte del Generalísimo, la insurgencia en la Tierra Caliente, tanto de Michoacán como Guerrero, no murió, así lo refiere el investigador.
La insurgencia no murió en este espacio porque las instituciones insurgentes de gobierno siguieron siendo obedecidas, reconocidas e incluso apoyadas”, señala Saldaña Najera, abriendo la puerta a una historia casi desconocida para quienes no son especialistas.
En su investigación, Saldaña Najera logra identificar un “Escuadrón de Lanceros de la Tierra Caliente”, al mando del general de la región, Vicente Guerrero, y que había logrado pasar de incógnito para los investigadores.
El Escuadrón de Lanceros de la Tierra Caliente, además de su importancia como cuerpo militar de élite, es una muestra de la capacidad organizativa de los pobladores y conocimientos de la guerra.
Por su parte, el coordinador Eduardo Miranda Arrieta centra su estudio en el sacerdote y militar-por las circunstancias, como otros-, Matías Zavala, quien ganó notoriedad en tan solo cinco meses.
En un breve, pero intenso periodo, el presbítero Matías Zavala, acompañado e impulsado por otros curas insurgentes y civiles, logró reorganizar las fuerzas, fomentar la participación de las comunidades, contener las agresiones a la población y sostener el gobierno insurgente.
Matías Zavala, no es otro cura insurrecto, alcanzó un cargo como el del propio Vicente Guerrero. El epígrafe del artículo lo deja en claro: “clérigo, presbítero y comandante general de la Tierra Caliente”, quien lo mismo encabezaba una misa que una tropa.
El presbítero nacido en la Ciudad de México lideró la lucha en un momento sumamente adverso, porque había muerto Morelos, el Congreso que había redactado la Constitución lo habían disuelto y lo que quedaba era apenas una Junta Subalterna que resistía los embates, atrincherados en la Tierra Caliente, costa sur y Oaxaca.
En noviembre de 1817 recibió la encomienda de administrar, gobernar y defender aquella región, tarea que cumplió por largos cinco meses y en la que tuvo que implementar medidas severas para los traidores, reclutar más personas para el ejército, articular al ejército insurgente, consolidar el movimiento y contener el enemigo.
En resumen, La Última Insurgencia. Instituciones, actores, armas y guerra Nueva España (1815 - 1821), no sólo es una investigación científica seria, también apasionante, fácil de digerir y cuenta una versión de la insurgencia distinta. No es sólo de héroes, también de las dificultades que vivieron los pueblos que se vieron en medio de los dos bandos: realistas e insurgentes, así como el largo proceso para consolidar el nuevo gobierno mexicano.
El compendio también incluye a historiadores ya consolidados, como Moises Guzmán Pérez, director del Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Michoacana.