La Columna, un vestigio de la población afrodescendiente en Morelia
MORELIA, Mich., 22 de octubre 2024.- Herencia de la época colonial en Morelia, en la calle Fray Bartolomé de las Casas se encuentra el templo de La Columna, una iglesia de apariencia sencilla, alejada de la detallada fachada de la Catedral, quizás una muestra del poco poder adquisitivo de los negros y las castas durante el dominio de la Corona española.
A diferencia de otros templos del Centro Histórico de Morelia, poco se han detenido los historiadores o los cronistas a estudiar este monumento histórico.
Las menciones en la historiografía local sobre este edificio son limitadas.
Rastrear sus orígenes, según los libros disponibles, tampoco ha sido sencillo. Apenas unas breves menciones aparecen en textos de Mariano de Jesús Torres, Esperanza Ramírez o Xavier Tavera Alfaro.
El templo de La Columna lleva este nombre en honor al santo patrono. Un cristo sangrante donado por el Arzobispo Arciga, que estuvo al frente de la Mitra en el siglo 19, y que vino a sustituir el original del siglo 18.
Este edificio se erigió en el siglo 18, de acuerdo a las primeras referencias sobre su funcionamiento, señala Esperanza Ramírez Romero, en su obra Catalogo de construcciones artísticas, civiles y religiosas de Morelia.
Es probable la única iglesia, al menos hasta ahora documentada en Morelia, donde se ofrecían los servicios espirituales a las personas de origen negro y las castas, ello a raíz de que los frailes de la orden de San Francisco, contiguo a la parroquia, brindaban a este sector los sacramentos. Pero se ignora si está orden administraba la parroquia o se entregó a un diocesano.
Para el siglo 18 la separación entre españoles, indígenas y negros era muy notoria, en especial en la antigua Valladolid, sede del poder civil y religiosos.
Con relación al templo, comentó el historiador Gabriel Silva Mandujano, "el templo de la Columna se construyo a mediados del siglo 18 en el barrio donde habitaban familias de mulatos".
El dato proporcionado por Silva Mandujano es revelador, porque deja entrever la tolerancia entre personas de origen africana y los indígenas michoacanos, ya que se construyó colindante al antiguo barrio indígena de San Pedro.
“…en el año de 1769 aparece en una inscripción del interior (...). La situación urbana que tenía, al noroeste del barrio indígena de San Pedro, nos da indicios de que esta iglesia se dio servicio al barrio donde se concentró la población negra de Valladolid, utilizada en los obrajes, aun cuando en forma limitada", señala Esperanza Ramírez Romero.
La edificación
Entre sus tesoros mejor guardados, de acuerdo con Ramírez Romero, "conserva dos pinturas: el Patrocinio de la Virgen de la Merced, pintado a lienzo en oleo; y, el Señor de la Columna, cuadro barroco del siglo XVIII de gran dramatismo".
Además de las pinturas de más de 200 años, goza de una caprichosa construcción.
"Su fachada lateral es un arco de medio punto, sostenido por anchas pilastras. En la parte superior, una cornisa bajo la cual se proyectan seis gárgolas. En su interior: una sola nave de viguería cubierto de cielo. Un coro alto sobre la portada. Dos zapatas de madera de corte barroco. La sobriedad del barroco, se manifiesta en las pilastras tablereadas con guardamalleta", añade la investigadora.
La estructura ha sido renovada, especialmente en una de sus torres que, a decir de Mariano de Jesús Torres, le cayó un rayo el siglo pasado y requirió de mantenimiento por goteras.
El edificio actualmente se encuentra en buenas condiciones y mantiene un espíritu discreto. Oculto. Entre acacias de flores rojas y pinos.