Fieles visitan a la Virgen de Guadalupe entre súplicas y esperanza
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MORELIA, Mich., 12 de diciembre de 2021.- Aún no se disipaban las sombras de la madrugada de este domingo 12 de diciembre, y decenas de peregrinos y devotos ya acudían hacia las puertas de la fe, que estaban abiertas para recibirlos.
El rumor de música de banda, murmullos de rezos, algunas risas infantiles, el sonido del corte de las cañas y los olores de enchiladas, tacos y tamales que se mantienen calientes al amor de brazas encendidas acompañan el caminar de los feligreses que acuden a presentar sus respetos a la virgen de Guadalupe, en su casa.
A lo largo de la calzada Fray Antonio de San Miguel, el frío no impide que familias completas, inclusive adultos mayores y niños, acudan en dirección al Santuario de Guadalupe, en muchos de los casos, con las manos ocupadas por ofrendas de flores, imágenes de la Morena del Tepeyac u canastas con fruta, para agradecer los favores sobre ellos derramados o para implorar por algún milagro.
Otros más asisten ataviados con las tradicionales prendas indígenas, largas trenzas de estambre o cabellos y los sombreros.
Aquellos que tienen cuentas pendientes con la Señora celestial, para agradecer o implorar una gracia, avanzan arrodillados desde el acceso a la calzada, por la avenida Madero Oriente, a veces solos, a veces acompañados por familiares que se aprestan a ayudar con cobijas sobre el suelo para hacer menos penoso el trayecto.
“Ya le falta poquito, don”. “Ya mero, ya mero llego”.
Y entonando “en el cielo una hermosa mañana, en el cielo una hermosa mañana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac”, peregrinaciones se acercan al templo para honrarla.
No están solos en el recorrido del camino hacia las puertas de la fe, una fe que desafía el tiempo, con más de cinco siglos grabada a fuego en el corazón de los mexicanos.
Decenas de vendedores también han iniciado desde temprana hora sus actividades, para ofrecer a los friolentos devotos tamales con atole, deliciosos tacos, enchiladas con pollo o queso, pan y café, hot dogs o hamburguesas, pambazos y otros antojitos.
Entre los misterios del Rosario recitados, los comerciantes de flores, imágenes religiosas y veladoras están asimismo dispuestos a proporcionar aquellos elementos que faltan para su ofrenda a la Virgen morena.
Una vez en el interior del Santuario de Guadalupe, personal a cargo dirige a los que ingresan para evitar que se aglomeren y otorgan gel antibacterial.
Las bancas y reclinatorios han sido removidos para facilitar el paso de los fieles, que siguen una ruta de ingreso y salida flanqueados por las bancas retiradas.
“Oremos a nuestra Madre Celestial por que pronto podamos superar esta situación de violencia que padecemos, por que los que toman decisiones tengan la claridad que necesitan, por que los que están de luto reciban su consuelo”, ruega el sacerdote ante la grey acurrucada a los pies del altar.
A la salida del santuario, queda de lado la actitud solemne y predominan las risas y la charla, con algo de comer y un atole entre las manos, para tratar de aliviar el frío que se ceba en las primeras horas de la mañana.
Es domingo 12 de diciembre y los devotos y peregrinos acuden al encuentro con la virgen de Guadalupe, a su casa una vez más abierta tras un año de contingencia sanitaria por la pandemia de coronavirus (Covid 19), entre rezos y súplicas, entre llanto y esperanza, para atravesar las puertas de la fe.