La soledad puede ser peligrosa por la razón equivocada
MORELIA, Mich., 16 de julio de 2024.– A todos les gusta la privacidad y el silencio de su propio hogar, pero refugiarse en la soledad por la razón equivocada puede ser peligrosa y llevar hasta la depresión, así lo expresa la investigadora María Moreno, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La soledad está relacionada a procesos creativos, cuando es positiva, por decisión. Para enfocarse en un proyecto es necesario silenciar el entorno, para pensar con claridad; pero cuando es derivado de la pérdida de la conexión social, puede ser grave para la salud mental y física de las personas que se aislaron de su entorno.
La también psicóloga sostiene que la soledad puede llegar a ser un estresor, porque puede ser, “el resultado de la percepción de carencias afectivas, reales o subjetivas. ¿Por qué es un estresor? Porque depende de los recursos socioafectivos con los que cuente la persona para enfrentar dicha experiencia”, declaró a la Gaceta de la UNAM.
El aislamiento, que se agudizó en la pandemia del Covid 19, puede llevar al uso y consumo de sustancias adictivas, como el alcohol, cigarro y falta de actividad física y hasta ideas suicidas.
“La falta de conexión social conlleva un riesgo equivalente, o incluso mayor, de muerte prematura asociada con otros factores de peligros más conocidos, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la inactividad física, la obesidad o la contaminación del aire”, expresó la académica de la Facultad de Psicología.
Además, “el aislamiento también tiene un grave efecto en la salud física y mental: diversos estudios muestran su relación con la ansiedad y la depresión y cómo puede incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 30 por ciento.”
Y la soledad no es un sinónimo de estar totalmente solo en un espacio determinado, sino más bien de conexión con las personas que lo rodean, de satisfacción emocional y personal.
Cuando se entra en este proceso de desconexión emocional, el cuerpo también lo manifiesta, se vuelve psicosomático, es decir, ya hay manifestación física. Por ejemplo, pérdida del sueño, mayor o menor apetito y el sistema inmune también se deprime, afectando considerablemente la salud de las personas.