Posible impacto psicológico en las gestantes por sustitución
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de enero de 2024.- Eréndira, pseudónimo con el que se le llamará para proteger su identidad, es una mujer de 33 años, madre de tres hijos, que vive en Ciudad de México. Ella se sometió al proceso de gestación por sustitución en dos ocasiones, ya que quería cumplir su sueño de ayudar a quienes no pueden tener hijos. Sin embargo, en su primer intento la transferencia del embrión resultó fallida y en el segundo perdió a la bebé a los seis meses de embarazo. Hasta la fecha sufre las consecuencias que dicha situación le generó en su salud mental.
Es una mujer delgada, de estatura baja, que denota un aspecto de tristeza y de dolor por lo que le sucedió al ser gestante y por las situaciones que tuvo que enfrentar a partir de ese hecho.
De acuerdo a la información publicada en el portal UNAM Global, la siguiente es su historia. Desde que Eréndira era pequeña su vida se tornó complicada: su papá falleció antes de que ella naciera y, hasta la fecha, no ha tenido relación alguna con su mamá. Sus abuelos la adoptaron, pero tuvo que lidiar con el alcoholismo de su abuela, y cuando su abuelo se fue a Estados Unidos se vio orillada a vivir en la calle y en orfanatos.
Durante su estancia en los orfanatos conoció al papá de sus tres hijos, a la edad de 15 años. Pese a que hoy están separados, él le ayuda económicamente, al igual que una de sus tías, ya que Eréndira se dedica al cuidado de sus hijos y de su hogar, debido a que la depresión que padece, a raíz del proceso de gestación por sustitución, le impide realizar más actividades.
Al separarse de su esposo, al que describe como una persona controladora, ella decide hacer todo lo que él le prohibió durante su relación; una de esas cosas era ser “madre gestante”, lo que consideraba uno de sus sueños por realizar desde que nació su primer hijo, hace 10 años.
Acercamiento
Al comenzar a investigar más sobre este proceso, Eréndira se informó que consistía en una transferencia embrionaria sin comprometer sus óvulos; y que recibiría una remuneración por gestar.
“Me topé con una clínica en el Estado de México (cuyo nombre se mantendrá en reserva) y me invitaron a conocerla. Al principio estaba dudosa de asistir, pero al final la visité y, al no ver ninguna irregularidad, decidí dar el sí y someterme al proceso”, narra Eréndira con voz nerviosa y entrelazando los dedos en repetidas ocasiones.
Algunos de los primeros requisitos que le solicitaron para ser gestante fueron: tener de 20 a 35 años, mínimo un hijo, una cesárea y no tener vicios. Luego la entrevistaron a fin de conocer su estado civil y la situación física y de salud de sus hijos. Después le hicieron estudios clínicos generales y psicológicos. Y finalmente llevaron a cabo una visita domiciliaria para comprobar que vivía en la dirección que proporcionó.
La nota completa en UNAM Global