El Papa Francisco lava la mugre de la Iglesia: Párroco

TZINTZUNTZAN, Mich., 15 de abril de 2022.- La sangre derramada de Cristo debe llevarnos a reflexionar sobre la cruz de nuestro presente, “esas olas de violencia que nos golpean duramente, pues necesitamos corregir el rumbo de nuestra existencia”, cristianos y no cristianos, la humanidad en su conjunto, estamos urgidos de “valorar la vida, la naturaleza, a nuestros hermanos”, asegura el párroco Raúl Morales Tapia.
“Nos quedamos helados de ver tantas situaciones de crueldad, tanta violencia, tanta sangre… pero no todo está perdido, aún podemos recuperar el espíritu de hermandad”, dice en entrevista.
Considera que la pandemia de Covid 19 no es un castigo divino, sino más bien, una respuesta de la naturaleza a la que no se ha respetado, como no se respeta a los semejantes, pues “llegamos a creer que ya éramos dioses, y quizá Dios permitió la pandemia para recordarnos que solo somos polvo”, y por eso el atrancón, el freno.
Los actuales son tiempos para reflexionar, para “aprender a tolerar a los otros, a nuestros hermanos, aunque nos cueste trabajo y haya muchos conflictos y roces”; al final, señala Morales Tapia, debe imperar la tolerancia y el respeto entre los seres humanos.
Del Papa Francisco cree que es el líder ideal para la iglesia de este tiempo, pues “nos ha enseñado a recuperar muchas cosas que se nos habían olvidado”, es el primero que se acerca a la gente con sinceridad, que vive el evangelio “no tanto con palabras sino con hechos… es como Jesús, que tampoco escribió nada, sino que sus hechos son un libro abierto”. Con su vida y sus acciones, Francisco recuerda que, incluso, “necesitamos lavar la mugre que se nos ha pegado en el camino, a la misma iglesia, a los sacerdotes y a todos”.
Estima que los días santos han sido también un termómetro para medir la temperatura de la conciencia y la fe, y observa que la conmemoración se ha vivido con mucha emoción, después de tantos meses de parálisis, “se ha fortalecido la conciencia. La gente se siente más viva; y parecía que ya no se iba a acercar después de esto”, pero no, se les ve con más fuerza, por lo que espera que el mensaje de paz transite de la emoción a los hechos, y así, pueda verse menos violencia y sangre en las calles.