"El más alto honor de mi vida"
26 de septiembre de 2018
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19:00
Redacción/Quadratín
MORELIA, Mich., 26 de septiembre de 2018.- Aquel niño que hace unas décadas corría descalzo entre los campos de cultivo en Carácuaro, hoy convertido en Gobernador de Michoacán, no pierde su sencillez. Y lo destila a su paso mientras camina sobre la avenida Madero, a su cita con el destino a la mitad del Gobierno.
Sonriente, afable, seguro, pausa su andar para repartir apretones de mano, abrazos, selfies, algunas palmadas y bromas, como si hablara con gente que conoce de toda la vida.
“¡Silvano, Silvano!”, le gritan desde la acera, mientras que un hombre que ronda los 60 años lo describe como “un gobernador de todos los michoacanos, no de partidos”.
El imán con los niños se le da natural. Dos pequeños que llevan a cuesta su mochila de clases, le salen al paso. ¡Quiúbole!, reacciona el mandatario y frena el paso de la comitiva de funcionarios que lo acompañan: Pascual Sigala, secretario de Gobierno; Carlos Maldonado, secretario de Finanzas; Taygete Luna Cruz, secretaria técnica; y Erik López, secretario particular.
Roberto Campa Cifrián, actualmente secretario del Trabajo y Previsión Social, atestigua la escena. El enviado del Presidente Enrique Peña Nieto sabe que hoy el rostro de Michoacán es otro.
Como secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y como Subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana, al también ex diputado federal priísta le tocó conocer de cerca la época más aciaga que ha tenido la entidad en las últimas dos décadas por el asedio del crimen organizado.
Eran tiempos en los que los índices de secuestro y extorsión registraban niveles históricos, y la violencia se había desbordado al grado de avasallar o infiltrar a las instituciones, lo que propició el levantamiento de civiles armados el 24 de febrero de 2014, que se propagaron rápidamente por 34 de los 113 municipios.
“Antes de nuestra llegada al Gobierno, en varias zonas del estado la autoridad había desaparecido cediendo su lugar a grupos delincuenciales o autogobiernos que impusieron sus propias reglas”, contextualizó el gobernador Silvano mientras daba lectura, este martes, al documento de su Tercer Informe de Gobierno.
Ante los 40 diputados e invitados de todos los partidos, colores y sectores que llenaron cada rincón del Palacio Legislativo, el perredista refrescó la memoria a quienes parecen haber olvidado ese periodo en la historia del estado.
“Para recuperar la credibilidad en las instituciones y la gobernabilidad en todo el territorio, rompimos en este Gobierno la cadena de complicidades y contubernios que se mantuvieron con el crimen”, puntualizó.
Aureoles deslizó números. Habló de una reducción del 78 por ciento en secuestros y del 95 por ciento en extorsiones.
Desde la tribuna, destacó también los avances que permitieron en tres años recuperar la rectoría de la educación, triplicar el número de policías, aplicar una inversión histórica de más de 4 mil millones en infraestructura de salud y 7 mil 600 millones más en el plan integral de seguridad.
Detalló los avances en desarrollo económico, política de atención a migrantes, campo, turismo, obra pública y deporte, éste ultimo con un enfoque orientado a reconstruir el tejido social, sobre todo en comunidades que habían sido presa de la delincuencia.
“A la mitad del camino, sin ánimo triunfalista, puedo sostener que vamos por la ruta correcta”, expresó el ex alcalde de Zitácuaro, ex diputado federal, ex senador y fundador del PRD.
En primera fila, cinco ex gobernadores siguieron su discurso: Carlos Torres Manzo, Genovevo Figueroa, Ausencio Chávez, Víctor Manuel Tinoco Rubí y Salvador Jara.
En la fila de invitados especiales también figuraba Jesús Zambrano, ex líder nacional del PRD, en un reencuentro público de la más fina lectura política nacional.
Pero nadie tan especial como aquella mujer que, hace medio siglo, vio de cerca a aquél niño descalzo que aprendió a leer a los 11 años porque las condiciones en Carácuaro eran gravemente adversas: Álvara Conejo, la madre del Gobernador.
A ella, la sencillez de Silvano no le sorprende. Lo supo recorriendo dos días en esta semana la zona afectada por las inundaciones en Peribán, llorando con quienes en segundos lo perdieron todo; lo supo caminando y saludando el martes a su llegada y salida del Palacio Legislativo.
A su hijo se le veía contento, seguro y determinado a seguir impulsando, en la segunda mitad, un proyecto de gobierno de mayor justicia, desarrollo y oportunidades para todos.
“Ser gobernador de Michoacán es un gran honor; sin lugar a dudas, el más alto honor de mi vida”, recitó a los cuatro vientos este padre soltero e ingeniero agrónomo de profesión, quien hoy gobierna a más de 4 millones de michoacanos.