¿Dónde quedó el Lago de Pátzcuaro?
PÁTZCUARO, Mich., 13 de abril de 2024.- La tragedia comienza a observarse desde los primeros metros de la carretera libre hacia Erongarícuaro.
La camioneta que lleva el pull de prensa, avanza, sube unos metros y se visualiza una escena apocalíptica.
Toda la parte trasera alta del Lago de Pátzcuaro, un 40 por ciento, según las autoridades, seca, agrietada, lesionada.
"!No puede ser posible! ¡El GPS marca agua aquí!", comenta agobiado el funcionario de prensa del Gobierno de Michoacán.
Y si, en efecto, ya no hay pizca de agua, no humedales, no fango, siquiera.
La escena llena de tristeza, pues horas antes se había instalado el Comité por la Protección del Agua, en la sede del Crefal.
Ahí, ya se habló de la emergencia que enfrenta el Lago de Pátzcuaro, otrora regulador ambiental, atractivo natural, lugar místico, cuna e identidad del imperio purépecha.
Son cerca de las 15 horas y el sol cae a plomo sobre la desértica zona lacustre.
La temperatura está por encima de los 30 grados, alta para una zona boscosa, con humedales.
Donde antes había lanchas, canoas, peces, ahora hay vacas, caballos y burros pastando.
"¡Aquí, sin pedos llegas caminando a Janitzio!", repara César Hernández, el enviado de Changoonga.
Este redactor voltea y confirma el dicho.
La espalda de la estatua de Morelos, que se asienta en la parte alta de la Isla de Janitzio, se ve libre para llegar a pie. Ya no hay reflejo del vaso de agua.
La escena es de dolor e impotencia por el avasallamiento del cambio climático, el calentamiento global, la prolongada sequía, la deforestación, la contaminación y, el peor de todos los males para el lago: el huachicoleo del agua.
La crisis del lago arrecia.
Ahí están años y años de abandono, necedad y apatía gubernamental.
Hay decenas de proyectos, pero ninguno que salve al lago.
Solamente en este trienio, el municipio de Pátzcuaro registra 800 ollas captadoras de agua, aparte están las de Quiroga, Tzintzuntzan, Erongarícuaro.
No hay plantas tratadoras y las que existen, no operan.
El lirio se traga salvajemente el agua que aún hay.
El muelle se achica y las embarcaciones están a nada de encallar en la zona de muelles.
El riesgo para la navegación es latente
El pull de prensa sigue el convoy de la Guardia Civil.
En caravana nos dirigimos a la comunidad de Oponguio.
Ahí, una de las partes bajas del lago, aún se ve oleaje, que arrecia por unos vientos que se hicieron presentes.
Aquí, dice el General Ortega, el jefe de la Guardia Civil, es uno de los principales puntos de extracción ilegal de agua.
Una docena de patrullas y un centenar de policías estatales iniciaron el blindaje del lago, o al menos de las zonas donde aún hay agua.
Pátzcuaro, con la extracción de cubos de mil litros del embarcadero, en Oponguio, se extraen pipas, en San Jerónimo, también se usan pipas cerca del centro de investigación acuícola, además están Chupicuaro y Janitzio, es el resumen que se dicta de los puntos rojos por dónde el Lago de Pátzcuaro es atacado.
El agua se grita a voces, alimenta huertas de aguacate que se han montado sobre la ribera del lago.
El Lago de Pátzcuaro es identificado como un sitio Ramsar, un humedal que es hábitat de diversas especies.
Es un lago con 50 kilómetros de longitud y 33 kilómetros de ancho.
En él, existen siete islas: Janitzio, la principal, La Pacanda, Yunuén, Tecuena, La Tecuenita, Jarácuaro, Uranden de Morelos y Uranden de Morales.
Su superficie es de 260 kilómetros cuadrados y tiene una cuenca de 929 kilómetros cuadrados, la mayor de la Meseta Purépecha.
El histórico da cuenta de una profundidad de entre 5 y 11 metros, pero es el histórico. Ahora esa profundidad no existe.
El volumen es de 580 HM3, según la ficha técnica. Tampoco existe.
Apenas el 9 de abril, imágenes de lugareños, cimbraron las redes sociales.
A pie, grabaron la travesía entre Erongarícuaro y la Isla de Janitzio.
La tragedia ecológica y ambiental, se hizo viral, nuevamente.
Un día después, el reportero de Quadratín, Julio César Aguirre, hizo lo propio.
Las imágenes muestran la inanición del Lago de Pátzcuaro.
El lago significa la puerta del cielo en la mitología purépecha, porque se pensaba que aquí ascendían y descendían los dioses.
Hoy, el lago está a punto de convertirse en la puerta del Hades.