Día del Orgasmo Femenino, una montaña rusa de sensaciones

MORELIA, Mich., 8 de agosto de 2023.- La petite mort. La muerte francesa. El clímax. La revelación divina... el orgasmo, esa sensación que ha oscilado en el imaginario colectivo entre lo divino y lo sacrílego, objeto de la búsqueda más frenética, pero también la negación más rancia.
Y si el orgasmo ha sido, a lo largo del devenir histórico, un tema controvertido, en el caso del orgasmo femenino un velo de dudas, mitos y creencias ha cubierto esta parcela de la sexualidad de las mujeres, al grado que la incertidumbre y el desconocimiento pueden interferir en el disfrute de la misma.
Por eso es importante la conmemoración, este 8 de agosto, del Día Internacional del Orgasmo Femenino, un día dedicado a explorar, literal y figurado, lo arcano de la anatomía femenina, las formas en que ellas viven la genitalidad y la sexualidad, y cómo afecta las relaciones intra e interpersonales que construyen las mujeres.
Una montaña rusa de sensaciones
Si la sexualidad humana ha sido tema tabú, la sexualidad femenina ha estado limitada por la imposición a las mujeres de cánones de comportamiento ideal, esperado y socialmente aceptado, que se sintetizan en la castidad, la pureza, la restricción de la mujer al rol de madre, y el sexo como medio para la reproducción.
Especialistas en sexualidad humana, a través de The Journal Sexual Medicine, Journal of Health Psichology, Clinical Anatomy, y Mental Health and Physical Activity, revistas dedicadas a la materia, detallan que el orgasmo es "la culminación de una relación sexual, un clímax que produce una sensación de liberación repentina y placentera de la tensión acumulada desde el momento de la fase de excitación".
La generalidad de médicos y psicólogos acepta que existen diferentes formas del orgasmo entre las mujeres, desde el orgasmo vaginal, derivado de sexo con penetración, hasta el orgasmo producido por la estipulación de áreas que regularmente no se asocian a los genitales o el que se produce al efectuar actividades no asociadas al sexo, como dormir o ejercitarse.
Así, aunque la población suele tener la creencia de que el orgasmo femenino sólo puede lograrse al llevar a cabo la penetración, preferentemente con el pene, de la vagina, en la práctica existen muchas vías y diferentes estímulos que pueden conducir a una mujer al éxtasis.
El orgasmo ocurre cuando la persona ha acumulado tensión sexual, en una relación íntima, pero también mientras lleva a cabo actividades como el levantamiento de pesas, por el congestionamiento de sangre de los tejidos.
La tensión se incrementa conforme se estimula a la persona, en una curva ascendente que permite llegar a la cúspide, para, en un movimiento rápido, liberar la energía entre contracciones de la vagina y el ano, a la par que la frecuencia cardiorrespiratoria se eleva, aumenta la temperatura corporal y, los hombres y algunas mujeres, experimentan eyaculación, si bien en ambos se pueden tener orgasmos sin eyaculación.
Pero la característica más evidente es la ola de intenso placer que se percibe desde los genitales hasta otras áreas del cuerpo, que se interpreta en el cerebro en una zona similar a la del dolor, lo que ocasiona que la persona sienta una mezcla de dolor físico con satisfacción, notable en los gestos de su rostro.
El orgasmo produce lubricación para facilitar la actividad sexual, ruboración en rostro y cuello y descarga de endorfinas, hormonas que motivan la sensación de bienestar que es seguida por el relajamiento.
El mapa del placer
Como lo han mencionado desde sexólogos hasta revistas del corazón, se acepta que el orgasmo femenino puede producirse en diversas zonas y tiene rasgos diferenciados.
El que es considerado mejor es el orgasmo vaginal o por penetración, pero las mujeres son mucho más que vagina: existen el clítoris, los pezones, el ano, y no sólo el sexo con hombres puede desencadenar el placer, ya que la actividad homosexual, el ejercicio o el sueño.
Actualmente, se prevé que, más que tipos de orgasmos, se tienen diversas formas de estimular múltiples áreas del cuerpo, por el propio individuo, un segundo o tercero presente o a distancia, o inclusive juguetes y otros objetos.
Contrario a la creencia popular, no hay una correlación entre el desempeño sexual y el orgasmo vaginal, ya que la mujer puede experimentar con mayor intensidad un orgasmo clitoriano o preferir maneras de estipulación alternas al coito heteronormado.
Si en los siglos pasados el orgasmo fue clasificado la manifestación exterior de la curación de una mujer diagnosticada con histeria, y la aparente o real incapacidad de sentir orgasmos vaginales, la sociedad de forma progresiva ha mostrado una apertura a entender que cada persona, cada mujer, tiene mecanismos propios para vivir su sexualidad.
En esta postura, se ha privilegiado la libre elección de la vida sexual entre personas que libremente deciden sus gustos sobre su cuerpo y eligen las vivencias que más les placen, desde la masturbación hasta el uso de juguetes o la participación de varias personas en el acto sexual.