Conservas de fruta, parte de la tradición de Tlalpujahua desde 1913
TLALPUJAHUA, Mich., 2 de agosto de 2024.- Las conservas de fruta son ya parte de la tradición de Tlalpujahua, y hay un lugar que desde 1933 que fue parte de la alimentación de los mineros, se trata de la Casa de las Conservas Tres generaciones, que hoy en día también es un lugar visitado por los turistas y se sigue disfrutando de las frutas bajo este proceso.
Hay muchas personas que en la víspera o en la fiesta de la Virgen del Carmen que es el 16 de julio, le llama la Fiesta de las cazuelas, porque acuden a comprar su cazuela de barro y se llevan ahí su conserva de frutas, hay de higo, pera, manzana, durazno, calabaza, entre otras.
Sobre esta tradición culinaria ya asentada en Tlalpujahua, la señora Imelda Paredes, propietaria de lugar, cuenta que en este negocio iniciado en 1933, lo que más consume la gente que acude a este lugar es la conserva de higos, frutos que deben de estar verdes antes de someterse al proceso, porque de otra manera se deshacen.
Sin embargo, indica, ha habido una drástica disminución de platillos de higo porque en los lugares se han derribado los árboles de este fruto para poder sembrar aguacate o durazno, y eso ha hecho también que se encarezca conseguirlo, ya que el costo de este fruto se ha triplicado.
Para darse una idea, explica Imelda, una higuera, es decir un árbol de higos, tarda aproximadamente 5 años en empezar a dar producción, por ello también se complica tener el fruto y pensar en una huerta de higueras es complicado porque ya no nos alcanza el tiempo, señala, "porque terminamos el higo y ya viene la manzana, terminamos la manzana y ya viene el durazno, terminamos el durazno y ya viene la calabaza, terminamos la calabaza y ya hay que hacer camote, es por temporada y todo el año se está elaborando conserva".
El negocio de las frutas en conserva inició alrededor de 1913 con la bisabuela de nombre Tina, se vendía en la calle en pequeñas cajas de madera y con atole, ella le enseñó el proceso a la familia, y se fue fortaleciendo. Ahí ha pasado su madre y ella hace 60 años, ahora también está su hija y quizá venga ya la cuarta generación.
Los mineros, con poco dinero conseguían un bolillo y lo rellenaban de conserva, esto les ayudaba a tener un poco más de energía y además les permite gastar poco dinero. Actualmente, tiene dos costos: si es surtido de todo un poco, el kilo cuesta 150 pesos y si es especial o de puro higo es a 170.