¿Confinados ayudamos al planeta?, una falsa percepción...
MORELIA, Mich., 7 de mayo de 2020.- Recuperación de la calidad del aire y del agua, reducción del agujero de la capa de ozono y avistamientos de animales silvestres en zonas urbanas son algunos de los fenómenos que se han identificado durante la contingencia sanitaria por el coronavirus (Covid 19) en diversas latitudes del orbe, interpretados como un mejoramiento de los ecosistemas por la disminución de las actividades de las personas, ahora en confinamiento en sus hogares.
Aunque inicialmente alentadoras, estas noticias deben ser asumidas con reservas, aseveraron especialistas en medio ambiente, ya que pueden corresponder a desde imágenes falsas o tomadas en otros momentos, hasta signos de recuperación no permanentes que serán revertidos una vez que la población humana retome su cotidianidad.
De imágenes falsas y la percepción del impacto de la actividad de una población confinada
“Muchas de las fotografías que nos muestran a animales que pasean por áreas urbanas o que exhiben ambientes en recuperación, tras la disminución de la presencia humana por la contingencia sanitaria, son falsas o fueron registradas en momentos anteriores a la pandemia de Covid 19; estos materiales se difundieron, sobre todo, al inicio de la contingencia, y evidencian un problema, que las personas replican y difunden información sin detenerse a verificar si ésta es verdadera o si la fuente es confiable”, expuso Ana Claudia Nepote, académica e investigadora adscrita a la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) en Morelia, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Explicó que un menor impacto por el ruido y las actividades al aire libre en las ciudades y los sitios turísticos puede crear las condiciones para que los animales, “que siempre han estado ahí, pero que no vemos”, salgan a explorar o a buscar el alimento que, de ordinario, obtenían de los paseantes, actualmente ausentes.
“Prestamos poca atención a la naturaleza, porque los seres humanos hemos roto las relaciones con ella, así que noticias sobre el avistamiento de especies en sitios que ya no solían ocupar estos nos dan una falsa percepción de que, confinados, estamos haciendo un bien al planeta, nos da cierta esperanza de que, a pesar del deterioro sufrido, el medio ambiente es capaz de regenerarse, cuando lo que requerimos es replantearnos el cómo afecta el confinamiento nuestra percepción de la realidad y reaprender la relación con la naturaleza”, detalló Ana Claudia Nepote.
Encontrar animales salvajes en los ecosistemas es una señal de su buena salud, pero es apenas uno de múltiples indicadores que deben converger para asegurar que se produce una efectiva mejora del estado de los entornos.
Un ejercicio de primaria que recuerda la capacidad de resilencia del planeta
La reducción de las actividades humanas sí genera un cierto nivel de beneficio a los ecosistemas, pero éste se concentra en fauna silvestre que ha expandido su territorio de exploración y patrulleo, que no necesariamente es de colonización, agregó Arturo Chacón Torres, especialista incorporado al Instituto de Investigación sobre los Recursos Naturales (Inirena), de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
Expuso que desastres que alteran el equilibrio ecosistémico, como la erupción de un volcán, le significan a la naturaleza un período de recuperación no menos a un siglo.
“La naturaleza trabaja a su ritmo; además, restablecer los ecosistemas no sólo es tener a los organismos, sino las relaciones entre ellos y la productividad natural. En el caso de la pandemia por Covid 19, sí ha habido una cierta recuperación, pero es más el desplazamiento de la fauna en los sitios donde no hay gente, lo que no implica colonización o presencia permanente”, señaló Torres Chacón.
Reiteró que una descontaminación completa demanda un esfuerzo mucho mayor y por más tiempo, “si no queremos que la naturaleza nos cobre la factura en forma de un aumento en la temperatura global por dos grados al final de este siglo. Lo que vemos ahora es un ejercicio de primaria, que nos enseña que, cuando disminuimos nuestras actividades, el planeta responde”.
Observó que la lección que debemos aprender de estas noticias sobre la aparente recuperación de la naturaleza es la capacidad de resiliencia del planeta: “ahora que le bajamos tantito, respondió; le damos duro y duro, y el planeta resiste, ya debiera haber un colapso general. Con muy poquito, ya hay algunos puntitos que indican recuperación, pero son síntomas, nada más, se necesita de un esfuerzo prolongado y coordinado a lo largo de mucho tiempo para una rehabilitación efectiva”, indicó Arturo Torres.
Signos de mejoría, oportunidad de concientización
Para Ek del Val de Gortari, adscrita al Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), de la UNAM, las mejorías detectadas en algunos puntos del mundo, a causa de la ausencia de seres humanos en las últimas semanas, no son definitivas, ya que “tendría que pasar más tiempo sin que impactemos los ecosistemas”.
No obstante, estos fenómenos han ayudado a hacer visible la urgencia de cambiar la relación de la humanidad con la naturaleza y cesar las afectaciones para sustituirles por intervención para la remediación y la conservación.
“El hecho de que muchas personas se dan cuenta de la coexistencia con diferentes especies ayudaría a concientizar a la población sobre el cuidado de la naturaleza, a repensar en nuestras relaciones con el planeta, al ser algo tan evidente”, expuso.
Insistió en que “a veces, la información se presenta de forma sesgada, pero yo trato de ver el lado positivo; no, no tenemos una recuperación definitiva, pero nos damos cuenta de lo que pasa si actuamos por el bien de nuestro planeta”.