Cocina tradicional, una experiencia que rescata el sabor michoacano
MORELIA, Mich., 6 de septiembre de 2020.- Rosario Vera se encuentra terminando de cocinar el tatemado, una suerte de birria de res que también se parece al espinazo, pero el paladar da cuenta de otro sabor; tiene una particularidad al cocerse, y además se come con corundas. También ha preparado un poco de mole y arroz, por no dejar, dice.
En el marco del Día Internacional de la Mujer Indígena, que suele celebrarse el 5 de septiembre, a Rosario, cocinera tradicional de la comunidad de Capula, le es ajeno pero celebra su manera; para ella cocinar es un verdadero sabor, le gusta ver a las personas y a su familia disfrutando su comida, algo que goza ella también. Reconoce un orgullo por hacer comida tradicional michoacana y rescatarla a través de sus saberes y sabores.
Recuerda que desde los nueve años se dedica a cocinar, a esa edad lo hacía para sus hermanos; "como yo era de las mayores, cocinaba para ellos y de ahí seguimos", dice, y reconoce que todo lo aprendió con su mamá, como suele suceder con la mayoría de las cocineras tradicionales de Michoacán; es un saber transmitido.
Cuenta que su mamá hasta para seleccionar las hojas de la corunda era especial; "ella nos decía: 'no es nada más llegar y cortar las hojas, escojan amarillitas anchas que son las más buenas y quedan las corundas más buenas con esas hojas", dice y asegura que hasta la fecha realizan esa práctica para escoger las mejores hojas y que las corundas queden a buen punto
En la comunidad de Capula los platillos más fuertes son el mole y el tatemado porque son de fiesta, asegura. En Morelia, municipio al cual pertenece la tenencia de Capula, son quizá las enchiladas lo más típico, asegura Rosario, y agrega una más: el pozole batido que es de nuestro pueblo, asegura.
"Nosotros no tenemos muchos ingredientes", explica, porque siempre se ha basado la alimentación en lo que se siembra ahí, en el maíz, frijol, calabacitas, lentejas; "son platillos que nosotros desde chicos consumiamos y elaborábamos, porque es lo que se siembra aquí, las habas, expone. Ahí jugaba la creatividad, porque había que sacar otros productos con lo que había.
Señala que se enseñó a hacer tlacoyos con las habas, con los frijoles hacían gorditas, huaraches y les ponían nopales, porque la región está llena de nopales, explica. "Aquí en el terreno, mi mamá sembraba elotes, calabacitas y hacíamos un guisado con eso, calabacitas a la mexicana, y le rebanábamos elote", recuerda.
Rosario pasa mucho tiempo en la cocina, reconoce; "es de todo el día estar aquí, porque preparo comida para toda mi familia, todos comen aquí. Eso lo estamos preparando desde ayer", indica refiriéndose al tatemado, y dice que han estado desvenando y dorando chiles. Todo empieza en el almuerzo pero ya no se salen de la cocina porque después empiezan a preparar la comida y así hasta la noche.
Con todo lo pesado que es preparar comida para mucha gente, a Rosario le da gusto y asegura que ser cocinera le genera un gran orgullo; le gusta representar al estado a través de despertar el gusto, el olor, el sabor, la evocación y la experiencia de la cocina tradicional michoacana.