Carlos Anaya, artesano de Capula que usó el barro para hacer sus juguetes

MORELIA, Mich., 29 de marzo de 2025.- El artesano de barro originario de Capula, Carlos Ayala, quien actualmente tiene 60 años, aprendió el oficio básicamente por dos factores; el vivir en Capula, un lugar donde el barro es la vida; y tener que hacer sus propios juguetes, ya que no le llegaban los Reyes Magos.
"Uno hace de todo, se tiene habilidad para hacer cualquier cosa, y es que uno va heredando al conocer ya el uso del barro", cuenta a Quadratín y expone que también es actualmente el presidente de la asociación civil Feria de la Catrina.
Lo del barro se aprende a temprana edad, cuenta, así que a los tres o cuatro años ya estaba metido en eso, "luego le dan a uno un pedacito de barro para que se ponga uno a entretenerse por ahí, y poco a poco se va adentrando a tener contacto con el barro, posteriormente ya los padres nos enseñan a hacer piezas pequeñas, vasijas, si se hacen Catrinas uno va haciendo cosas pequeñas que llevan las catrinas", asevera.
Para aprender desde pequeño se conjugaron dos cosas, expone el artesano y la primera es el lugar donde nació, que es Capula, la segunda es que ellos mismos hacían sus juguetes desde chiquillos porque no tenían Reyes ni nada, "nosotros hacíamos nuestras propias figuras y de ahí fuimos aprendiendo".

Ya con el tiempo llegó la Catrina en 1987, por impulso del maestro Juan Torres, sin embargo la comunidad ya había aprendido mucho del barro así que se les facilitó empezar a crear Catrinas.
La primera pieza de barro que hizo en su vida, recuerda Carlos, fue un perro, pero no cualquier perro sino un perro en esqueleto, en huesos, y le acondicionó una especie de recipiente a manera de lapicera, "y lógico, ver los inicios y ver lo que hace uno actualmente pues se ha ido evolucionando".
Ya en 2011 con algunos compañeros armaron el proyecto de la Feria de la Catrina que está por cumplir 15 años, "por ahí se pretende formarle su quinceañera a la Catrina, algo haremos, una réplica, ya ves que en la vida los mexicanos siempre vivimos de anécdotas, de gustos y somos burlescos con la muerte, pero es parte de nuestra cultura", refiere.
En la actualidad no tiene alguna preferencia por trabajar alguna artesanía en particular ya que le gusta hacer todo, "en realidad no tengo preferencias en ninguna cosa, pero aquí más que todo uno se va a lo que el cliente pida".
El artesano contó que por mucho tiempo ha hecho Catrinas y cruces, sin embargo con un suceso que ocurrió en Capula donde se señalaba maltrato animal, él se dedicó a hacer perritos en barro, entonces la gente le mandaba hacer estas figuras, "de alguna forma de ahí va uno sacando sus ventas para sus gastos", aseveró.
Recordó que por algún tiempo él estuvo viviendo de otros oficios y el barro no le gustaba mucho porque le daba mucha incertidumbre saber si iba a sacar algo o no, "pero al final de cuentas regresé a casa, ya trabajé, nacieron mis hijos y lógico, hay que darles un oficio, cuando a veces no se puede estudiar o alguna cosa, hay que darles un oficio, y empecé a adentrarlos un poco en la parte de las calaveras"
Hoy en día sus hijos ya han crecido, son independientes y siguen trabajando calaveras y Catrinas, y él sigue haciendo lo mismo, en menor cantidad pero sigue trabajando como siempre lo ha hecho, externa.
