Sin colores ni partidos, llegan despensas a zonas vulnerables de Morelia
MORELIA, Mich., 7 de mayo de 2020.- Con pandemia o sin ella, aquí la pobreza y la marginación son el sello característico de la zona.
Calles empinadas, sin mayor trazo, polvorientas, con casas de cartón, madera, de esa de la que llaman costera, los más, con alguna losa y cuatros paredes.
Seguimos a la patrulla 3333 de la Secretaría de Seguridad Pública.
Va cargada de despensas. Son parte de los 250 mil paquetes alimentarios que prometió el gobernador, Silvano Aureoles, para apoyar a los sectores más vulnerables, aquellos que en la cuarentena perdieron empleo, o simplemente no pueden salir a autoemplearse.
Media decena de patrulleros va resguardando una carga que en estos momentos es oro molido para aquellos que solo dan una comida, si hay suerte dos, por aquello de la golpeada economía.
Lista en mano, el oficial, que se identifica como el Comandante Garnica, jefe de la Unidad Canina de la SSP, dice a Quadratín que no hay consigna en la entrega, ni color de partido.
Se va a una lista previa que se elaboró con base en las más de 140 mil solicitudes que han llegado a la línea de del Plan Alimentario, donde las operadoras no se dan abasto para atender las solicitudes.
Cubrebocas y guantes portados, el oficial toca una especie de puerta del primer domicilio.
De ahí emerge una señora de mediana edad. Se identifica como María Dolores Espinoza, quizás abuela, pues detrás de ella se aposta una joven de no más de 20 años con un bebé de 16 días de nacido.
Adentro, entre las penumbras, una tenue luz asoma entre las viejas y agujereadas láminas de plástico que sirven de techo de la vivienda, aún de piso de tierra.
Es gente humilde, de corazón, agradecida a más no poder.
La señora se identifica como María Dolores Espinoza. No tarda en mostrar su satisfacción y dar las gracias al gobierno, que "aunque sea con poquito, pero se acuerdan de nosotros".
La patrulla llena de despensa, despierta el interés de esta colonia, Ciudad Jardín, marcada por la pobreza, la tragedia, el olvido.
Un segundo paquete es entregado en la calle Nocupétaro. Salen, afables, madre e hija, Leticia y Karla.
Aplauden al policía, le extienden la mano y se la aprietan con ambas, sinónimo de agradecimiento.
La joven dice al micrófono que Ciudad Jardín también requiere seguridad, servicios, más presencia.
Los policías asientan que sí.
Saben que aquí aún es zona de nadie, infestada por el desempleo, la drogadicción, con cientos de jóvenes menesterosos, con pocas oportunidades para salir.
La 3333 tiene rotulado el Quédate en Casa y rápidamente se ve rodeada de mujeres, hombres a la distancia.
Preguntan por las despensas, quieren ser beneficiarias. Se las proporciona toda la información.
Algunas llevan a sus hijos, para que se vea que sí hay necesidad.
¡Y cómo no! A leguas se ve la crítica situación que está en la otra Morelia, la de abajo, la de los marginados.
"¡No hay para comer!", lo sintetiza doña Martina Villaseñor, una vendedora de pollo que debe mantener a cuatro hijos.
Tiene una cliente en frente, al parecer es el primer pollo que vende en todo el día.
Mientras lo destaza, narra que por la contingencia, sus ventas han caído hasta 79 por ciento. De cinco animales, sólo vende uno o dos por día.
La empresa se retroalimenta con la venta de churros dulces, todos colgando en bolsas, ahí, sin venderse.
Y es obvio, si no hay para comer, menos para la golosina.
Suelta el cuchillo, se limpia las manos en el delantal y con la ayuda de un ávido chamaco, trozan los sellos de la caja.
Ahí, a simple vista, saltan pastas, arroz, lentejas, aceite, atunes, avena, frijol. Lo básico, pues, para que una familia de cuatro integrantes pueda pasar al menos una semana.
No es una tarea fácil, pues unos 6 mil 500 policías de la Secretaría de Seguridad Pública deben distribuir unas 250 mil despensas en todo el estado.
Temas de logística y distribución son mejorados día a día, mientras se espera el momento en que se declara el levantamiento de la contingencia.