Vivir los valores, ¿cómo?
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Durante mi recorrido por los espacios donde coloco los temas de la Paz, la Cohesión Social y los Valores, escucho diversas maneras de apreciar conceptualmente las formas y complejidades que integran éstos, pero cuando se revisa el caso de los valores, la pregunta es cómo se pueden vivir, ese es el dilema, vivir los valores en la cohesión social y en la inclusión.
Entonces, hablemos de los valores, uno de ellos que es fundamental, es el respeto; para que se dé, siempre preciso la importancia del diálogo, en la horizontalidad, la complementariedad, la ecología de saberes, la alteridad, la intercomunicación, o intersubjetivación, la tolerancia y desde luego el ejercicio que permite el respeto.
Pero qué es el respeto: bueno, es mostrar cortesía que merece el otro, los otros en el trato que podemos brindar, pero también, implica la escucha asertiva, consciente, de lo que nos expresa la otredad, y sobre todo brindar el mejor trato, eso que nos gustaría que nos dieran a nosotros. En el respeto hay mucho del manejo socioemocional de la comunicación.
Respetar permite reconocer las diferencias y admitir que unos y otros tenemos los mismos derechos (Convención de los principios de la tolerancia), porque somos valiosos, tenemos dignidad que es el valor de la persona. Pero que importante manifestarlo, respetar permite la Paz y la convivencia social y ello, detona en la comunicación entre los miembros de la familia, nuestras amistades, las personas que son compañeras de trabajo y desde luego los vecinos. Respetar es hacerlo por ti, es respetarte tú mismo, pero también yo me respeto, lo hago por mí, igualmente por todos, todas, todes.
Pero y qué decir de la honestidad como valor; bien, la honestidad la vivimos cuando nuestras expresiones se sustentan en la verdad, pero adicionalmente pensamos y actuamos de manera congruente, solo así podemos vivir el valor de la honestidad; dicho de otra manera, vivimos la honestidad cuando nuestros pensamientos (racionalidad) y los sentimientos (emociones) coinciden con lo que manifestamos y la manera en que actuamos.
Y es que vivimos el valor de la honestidad cuando decimos la verdad, y ello, genera la confianza con nuestros pares, o con la otredad; la confianza ata al concepto de cohesión social, entonces vivimos la honestidad cuando hablando con la verdad y ellos, ellas, elles, saben que no vamos a tratar de sorprenderlos o engañarlos, y ello permite que generamos la confianza en familia, con las autoridades, con los vecinos, y ello, permite generar la comunalidad.
Vivimos la honestidad como valor cuando cometemos un error, y lo reconocemos y hacemos acciones para enmendarlo y evitar volver a repetir dicho acto. Por ello, hablar con la verdad te permite vivir el valor de la honestidad en la Paz.
La generosidad, en diferentes temas toco el valor de la generosidad, lo abordo como un valor fundamental, por que la generosidad es la capacidad de dar y compartir lo que tengo, sobre todo mis conocimientos, sin egoísmos, como un mecanismo de compromiso social, es decir, comparto materiales, conocimientos, los afectos, mis emociones.
Vivo la generosidad cuando comparto sin esperar una recompensa, cuando me llena de emoción que hago lo correcto para el bien común o para el bien de una persona.
Vive la generosidad coadyuvando a procesos sociales; ayudando a resolver problemas que tienen otros para lograr cumplir con sus objetivos, al hacerlo demostramos de que estamos hechos, de la capacidad de interesarnos y preocuparnos por el bienestar de los demás.
La confianza como valor la vivimos cada vez que la mismidad y la otredad son recíprocos y ello permite brindar seguridad. Es un valor que se identifica y se ejerce en la familia, son el padre y la madre las primeras personas en las que confiamos como un signo de cohesión familiar y generador de la autoestima.
La autoconfianza genera en las personas independencia, autonomía y la capacidad de tomar decisiones y resolver problemáticas, así como para avanzar en nuestros proyectos de vida, de ese derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Yo, quien hace la siguiente reflexión vive el valor de la constancia, lo hago convencido de la importancia de escribir de manera frecuente y sin interrupciones, es decir, diariamente lo que vivo, lo que veo, en lo que participo y lo escribo, solo con el único fin de dejar constancia de un proyecto de sistematización de esa vida que muere.
La constancia suma la confianza, es decir, nos sentiremos felices cuando logramos lo que nos proponemos, y entonces tendremos confianza en nuestras capacidades y talentos, en ese momento estamos ya viviendo en constancia.
En una colonia, o comunidad rural, o bien en un edificio vertical u horizontal, las personas constantes contribuyen a transformar su comunidad, porque son capaces de superar obstáculos, y porque no generan comparaciones con otros miembros de la colectividad, saben que hay que hacer las cosas, y simplemente y de manera constante salen a realizar un trabajo colaborativo con otros, o bien de manera individual, pero en ambos casos a favor de la colectividad.
Cómo vivo el valor de la amistad; cuando soy leal, cuando expreso mi cariño, cuando soy generoso y entrego mis conocimiento y mis potencias para ayudar a resolver problemas de la otredad, cuando me manifiesto amable, y cuando logro ser solidario y empático. La amistad no te pone en riesgo, al contrario, protege y tal vez lo más importante, se genera la confianza, el respeto, aunque puedan ser totalmente diferentes.
Sigo insistiendo que, si hay amistad entre un hombre y una mujer, en el manejo de la interseccionalidad, en sus diferencias, en sus libertades, claro, como lo expresé renglones arriba, si existe el respeto.