Visiones y percepciones/Etelberto Cruz Loeza
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Visiones y percepciones
Etelberto Cruz Loeza
¿A qué y por qué?
VISITA Y ABRAZO QUE NO DEBIERON SUCEDER
Bastante se ha escrito y comentado la visita del titular del Ejecutivo Federal a Badiraguato, Sin., tierra-cuna y epicentro de Joaquín, El Chapo, Guzmán Loera, detenido y condenado en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos.
En Badiraguato, Sin., se cometió un error que quiso enmascararse de misericordia y humanidad: el presidente de la República acudió a esa población y saludó y abrazó a la señora Consuelo Loera, madre de Joaquín, el Chapo, Guzmán Loera, día en que, curiosa y coincidentemente cumplía años Ovidio, hijo preferido de El Chapo, quien, en un día de octubre de 2019, aciago para las armas e instituciones nacionales, fue detenido por el Ejército Nacional y liberado, por orden presidencial, en Culiacán, capital de Sinaloa, en cuyos sucesos murieron 8 personas, 16 heridos y más de 50 reos fugados del penal de Aguaruto, además, de que se puso en jaque a la sociedad de la ciudad y a las familias residentes en la colonia de los mandos militares en la ciudad.
Después de las críticas, el presidente de la República justificó su hecho con la muy peregrina afirmación: Es un adulto mayor – la señora Consuelo tiene 92 años – que merece todo mi respeto, independientemente de quien se a su hijo, y lo seguiré haciendo.
El presidente de la República puede tener gestos humanitarios y cortesía por quien él considere y está correcto, pero es deseable que también escuche a aquellos que le han señalado cuan peligroso es, por razón de Estado y por política pública. Y no manifestar y realizar esos gestos, sobre todo en territorios geográficos y políticos bañados por la corrupción y la delincuencia.
También es deseable que el presidente de la República tenga menos contactos y razones que lo vinculen a familiares y asuntos con Joaquín, El Chapo, Guzmán Loera.
Nadie quiere ni puede negar a la señora Consuelo Loera su derecho a ser escuchada por nuestras autoridades políticas y de gobierno, pero, como se ha dicho ya en incontables ocasiones, si la escuchan a ella, que es la madre de un delincuente que llenó al mercado más grande consumidores de narcóticos de una desconocida milenaria cantidad de toneladas de narcóticos, por quien el gobierno norteamericano ofreció 15 millones de dólares por recibir y tener datos que llevaran a su captura, habrá que escuchar a las víctimas de la violencia que desató tal delincuente – se habla de miles de mujeres, que también eran madres, hijas, hermanas, parejas, familiares que ahora están muertas y que, curiosamente, en Palacio nacional han sido minimizadas y despreciadas.
Quizá el saludo del presidente de la República a la señora Consuelo Loera nunca debió suceder, porque lastimó, porque puso en entredicho una escala de valores y prioridades muy sensibles que no son negociables: las instituciones de la República.
Finalmente, en nuestro México se pide misericordia todos los días, por razones que ni siquiera dejaron al país en el baño de sangre y miedo, terror y espanto que provocó el hijo de la señora Consuelo Loera.
Tal vez nunca se sabrá a qué fue o para qué fue y por qué fue el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador a Badiraguato. Ojalá que haya sido a pedirle dinero prestado.