Violencia educativa en línea/Carlos Gutiérrez Fernández
Violencia educativa en línea
Carlos Gutiérrez Fernández
El sistema educativo transitó irremediablemente a una nueva época de la que difícilmente habrá vuelta atrás, los modelos tradicionales de enseñanza quedaron en desuso ante el riesgo que implica la concentración masiva de personas durante la Pandemia. Ante lo prolongado del deshábito de la presencia escolar, los centros educativos de carácter público y privado en todos los niveles han incrementado en el mejor de los casos, o iniciado procesos de comunicación en tiempo real basados predominantemente en la conectividad a internet, así como mecanismos de comunicación no inmediata a través de plataformas virtuales que vinculan alumnos y profesores de manera continua y permanente.
Las bondades de la educación en línea bajo plataformas virtuales resultan evidentes, el ahorro que se genera para quienes ofrecen servicios de enseñanza y capacitación, así como la facilidad en múltiples procesos educativos, difícilmente permitirá regresar a la educación presencial como la conocíamos tradicionalmente.
Si bien previo a la crisis provocada por la aparición del virus Covid 19 ya existían diversas ofertas educativas basadas en procesos virtuales, la realidad es que quienes las utilizaban era un grupo bastante reducido respecto al universo estudiantil, pero además con una tendencia dirigida a sectores económicamente superiores al grueso de la población educativa, con necesidades muy marcadas o específicas y/o quienes las explotaban de forma subsidiaria como método auxiliar al sistema tradicional.
Lo precipitado en el uso de medios electrónicos destinados a la enseñanza y capacitación trae consigo un riesgo considerable para alumnos y alumnas de cualquier nivel; la necesidad basada en la urgencia de retomar una nueva normalidad en todos los rubros sociales incluyendo el educativo, implica el riesgo de un nuevo tipo de violencia escolar y/o sexual, que va más allá del contacto e interacción física, pero que puede generar daños iguales o peores en la integridad de quienes la sufran.
La ausencia de protocolos y medidas de seguridad que permitan tener a salvo algunos aspectos esenciales de intimidad y seguridad que deben gozar todas las personas que legítimamente buscan en escuelas y universidades la formación teórica necesaria, debe considerarse como tarea pendiente y urgente para todos aquellos centros de enseñanza con independencia de su naturaleza.
Es conveniente valorar la facilidad que permite el contacto e interacción a través de medios electrónicos que puede resultar la vía perfecta para interacciones inapropiadas que agredan emocionalmente a alumnos y alumnas. La clandestinidad que permiten los medios virtuales implica un riesgo que no necesariamente ha sido asumido con seriedad por la mayoría de los centros educativos. Parecen necesarias acciones que permitan blindar en la medida de lo posible las comunicaciones e interacciones escolares, sobre todo bajo dos vertientes, las que se desarrollan entre alumnos en grado de iguales y las que se desarrollan entre estos, con sus profesores y personal administrativo, pues implican un riesgo todavía mayor, bajo la figura de autoridad que ostentan los últimos.
Las acciones preventivas de manera enunciativa implican por ejemplo:
Evitar la autorización en los centros de estudio del uso de números telefónicos y correos electrónicos personales así como los servicios de mensajería ligados a estos para las comunicaciones de carácter educativo;
El establecimiento y difusión de protocolos de comunicación e interacción obligatorios entre quienes intervienen en el proceso de enseñanza/aprendizaje;
El diseño de Códigos Éticos armonizados a la enseñanza virtual;
La oferta de canales institucionales de comunicación educativa y la obligación del monitoreo de estos por parte de personal especializado de los propios centros;
El establecimiento y difusión de mecanismos de comunicación instantáneos entre alumnos, padres de familia y autoridades educativas de la propia institución y de autoridades gubernamentales reguladoras externas, ante la necesidad de presentar una queja;
El diseño de un protocolo de medidas cautelares instantáneas en caso de alguna queja.
Las anteriores pueden proponerse de manera general, aunadas a otras específicas mas contextualizadas al sector educativo de que se trate.
Todos quienes intervienen en los procesos educativos deben encontrarse interesados en generar las mejores condiciones posibles para disminuir los riesgos que implican los retos contemporáneos; ante el arranque del ciclo escolar en la mayoría de centros educativos del país, parece que empieza rezagada la obligación de generar mecanismos de prevención, atención y sanción de violencia escolar bajo modelos en línea. No se debería esperar a los primeros casos publicitados en medios de comunicación que causen indignación social, para comenzar a ver preocupación al respecto.