Vida y felicidad/Gerardo A. Herrera Pérez
Vida y felicidad.
Gerardo A. Herrera Pérez.
La vida es el tesoro más importante de cada persona, cada quien sabe a quién lo entrega y si lo regala; también sabrá si lo cuida o lo devasta; haz de tu cuerpo un templo de adoración, en donde el equilibrio es misión.
La estabilidad no la da un trabajo y el dinero, sino la madurez de tus emociones, muchas personas reconocen en ti tus talentos, saben de tus saberes y de tu generosidad, tampoco eso es ser feliz, porque en el día a día hay siempre abusos, que en ocasiones puedes estar involucrados y es poco lo que puedes hacer.
Ser feliz es disfrutar en el sigilo de tu espacio, de aquello que hiciste bien y que reconocido o no le permitió crecer al otro, pero también cuando sabes que no lograste lo que te proponías pero lo intentaste con todas tus fuerzas; también se feliz, porque no solo debes aprender de los éxitos, los fracasos dejan lecturas difíciles, pero que te hacen madurar y crecer. Somos felices cuando somos libres, cuando nuestros valores nos hacen sencillos, humildes, con fe y esperanza, cuando logramos hacer diálogo con el otro y lo reconocemos en alteridad.
Eres feliz, cuando a lo largo de la vida, aprendiste hacerlo desde dentro, ayudado de tu corazón y el alma y desde afuera con tus conocimientos y emociones, porque de no hacerlo así, faltará la complementariedad de ese binarismo que llevamos siempre, entre nuestra experiencia que es sabiduría y el conocimiento. La felicidad no permite ni tolera que seas víctima de los problemas del trabajo, ser feliz es darte la oportunidad de dirigir los destinos de tu vida, de saltar obstáculos, de enfrentar retos, de sentirte derrumbado y levantarte una y otra vez porque desde dentro tu corazón y el alma te darán fuerza para iniciar siempre.
La vida, y en general la vida al centro, como muchas ocasiones lo comparto, nos permite reconocernos como seres vivos acompañados de otros, a quienes hay que respetar; la vida entonces vale la pena vivirla con intensidad y emoción, como pasión y valor, herramientas que nos permitirán atender los obstáculos, retos, desafíos y malentendidos en tiempos de estas crisis medioambiental, social y subjetiva que nos interpelan diariamente.
La felicidad hay que agradecerla al levantarnos, al caminar por las calles, por el parque, entre los escritorios de la oficina, los locales de un mercado, el espacio para esperar la combi, todos los espacios nos llevan a la felicidad, porque el solo respirar y movernos nos dice que somos la realidad de lo posible.
Si escuchas una negativa, una crítica poco respetuosa, un no rotundo, una denostación a tu persona, que eso no te haga sentir menos, ni mucho menos infeliz, que eso te de la fortaleza para comprender y disculpar al otro, la vida de un humano no debe ser el resumidero de las malas vibras y comentarios, no podemos cargar todo lo malo sobre nuestra espalda, porque eso no es nuestro, es de los demás, de quien lo dijo, de quien lo expresó.
Habrá momentos en la vida en que tendremos que ofrecer disculpas, reconocer errores, incluso ofrecer un “no lo vuelvo hacer”, perdón, eso es madurez, es tener el valor de aceptarlo, pero también de corregirlo; al reconocerlo, dejaras firme en algunas ocasiones el “no lo puedo hacer solo”, te necesito, te amo, están aquí mis manos y mis piernas para abrazar, ayudar y caminar juntos, para transformar y disfrutar en felicidad de la vida, la que nos brinda una y otra vez la oportunidad de orientar nuestros rumbos, los caminos, de hacernos ver que no hay binarismos puros, sino expresiones y caminos rizomáticos que nos permiten entender un continuum permanente.
Tenemos que avanzar poco a poco, mirar al final del túnel, tal vez observemos o no una pequeña luz, es la luz de la oportunidad, de la transformación, caminaremos por ese túnel obscuro, lo haremos y podemos equivocarnos, lo que nos permite entender que no lo sabemos todo y que tendremos que regresar para nuevamente tomar camino, pero al final hemos aprendido, se aprende de vivir la vida, y se llega al final del túnel, cuando ese conocimiento y experiencia nos han hecho madurar por la vida.
La vida y la felicidad no pueden ser perfectas, porque interactúan en constructos sociales, pero ello, te lleva a comprender que no hay vida perfecta ni felicidad brillante, cada quien somos felices de acuerdo a nuestra propia vida, hay gente que en su precariedad o vulnerabilidad logra todos los días levantarse y dar gracias por su existencia y la vida que lleva; no es conformismo, es solo dimensionar que tienes vida y que puedes ser feliz, al margen de lo que el mercado dice y te hace, te forma hedonista, narcisista en búsqueda del lujo, el éxito, los valores líquidos.
Hoy iniciamos un año, que nuestra vida y felicidad sea para seguir trabajando en la fe y la esperanza, la humildad y sencillez, para seguir trabajando en el diálogo con el otro que no es humano, para trabajar en complementariedad, en horizontalidad, en alteridad e interacción y en el respeto a la ecología de los saberes.
La vida y la felicidad van juntos, se necesitan, se requieren, porque ellos nos dan la oportunidad de seguir luchando por nuestras expectativas, de ahí que no puedes renunciar a lo que amas, a lo que proteges, a lo que es aire para respirar, a la sonrisa, al entendimiento, a la colaboración, a la felicidad, porque todos tenemos la oportunidad al nacer de ser felices, porque la vida ya nos la dieron nuestros padres.