Uso de razón/Pablo Hiriart
Negociar o no negociar con Trump
La construcción del muro en la frontera que plantea Donald Trump es un acto de hostilidad irracional hacia nuestro país, pero sería un error rebajarnos a ese nivel.
El fanático es él, no nosotros.
Debe haber firmeza y decoro en la negociación, porque somos distintos a Trump. No a los exabruptos.
Tal vez no sea el momento para ir a Washington. Pero tarde o temprano hay que negociar.
Ellos tienen derecho a hacer en su territorio un muro o lo que les plazca. Es un acto hostil, pero es su país.
Sería un error responder con otro gesto iracundo.
Es que hay algunos opinadores en nuestro país que parecen promover una intifada contra Estados Unidos.
No es por ahí, sino por la vía de la negociación firme, patriótica, que rechace lo que perjudique a México.
Pero tenemos que negociar con el energúmeno. No hay de otra, salvo que se quiera esa intifada y convertir a la frontera en un campo de batalla a pedradas o bombazos.
Además, ya hay más de mil kilómetros de muro construido entre México y Estados Unidos.
¿Dónde estaban los cancilleres mexicanos de ese entonces cuando Clinton, Bush y Obama levantaban el muro que todos podemos ver si vamos a Tijuana, por ejemplo?
Luis Ernesto Derbez propone que el Presidente Peña no vaya a Estados Unidos a reunirse con Trump.
¿Y dónde estaba él cuando Bush levantaba la muralla de la ignominia en la frontera? Era el canciller de México.
Hacen bien los secretarios Videgaray y Guajardo al afirmar que México está dispuesto a dejar el TLC si no favorece al país. Correcto, y hay que cumplirlo.
Pero no podemos dejar de defenderlo, pues el TLC proporciona a México una cifra cercana a los 14 millones de empleos directos e indirectos.
Y los salarios ligados al TLC son superiores a la media nacional de sueldos.
Para alguien que no viva de eso, sino de opinar, es fácil decir que se vaya al diablo el Tratado. Aunque para alguien cuyo empleo depende de ese acuerdo no es tan sencillo. Y son muchos.
Tienen razón los que dicen que con Estados Unidos hay que negociar con firmeza pero sin exabruptos. Así debe ser.
Desde luego que si la administración Trump nos quiere convertir en los perdedores del Tratado y ya no quieren un acuerdo de ganar-ganar, hay que salirse.
Las reglas de la Organización Mundial de Comercio no son tan ventajosas como el TLC pero no son malas. La vida va a seguir, aunque se pierde la oportunidad que nos dio el Tratado de Salinas y
Bush (padre) de crear una zona poderosa y competitiva en América del Norte.
Así es que la serenidad sería una gran consejera en estos momentos.
No deschavetarnos con la idea de relajar la vigilancia que evita el paso de terroristas por nuestro territorio, como se ha dicho y escrito.
Con una sola bomba que nos pongan en una discoteca concurrida en algún polo turístico nos vamos al hoyo.
La unidad nacional que se ha manifestado en estos días debe continuar, y exigirle al gobierno firmeza, decoro, y no bravatas como algunos sugieren.