Uso de Razón/Pablo Hiriart
Si la exigencia de paz en el país es “básicamente” de los conservadores, como dijo el presidente López Obrador, entonces éstos son mayoría y tienen toda la razón.
¿De cuándo acá pedir seguridad a las autoridades es una demanda conservadora?
Al menos desde 2004, cuando casi un millón de personas vestidas de blanco salieron a las calles de la Ciudad de México en la Marcha por la Paz, y el entonces Jefe de Gobierno la calificó como una exigencia de “pirrurris” movidos “por una mano negra”.
El Jefe de Gobierno de aquel entonces, y el presidente de la República que el martes dijo que la paz es una demanda básicamente de los conservadores, es la misma persona: Andrés Manuel López Obrador.
Hay que reconocerle perseverancia en su descalificación a la demanda de seguridad personal y patrimonial de los ciudadanos, pero eso no quiere decir que tenga la razón.
Los que mueren por homicidio doloso, son asaltados en sus negocios, atracados en la calle o robados en el transporte público, por lo general son gente humilde y sus aflicciones no se merecen el ninguneo ideológico a que los somete el presidente de la República.
Todos los ciudadanos, ricos, pobres o integrantes de las clases medias, merecen la protección del gobierno y no es admisible que se trivialice su derecho con una descalificación ideológica, por demás arbitraria y anacrónica: “conservadores”.
-¿Piensa que la exigencia de paz es exclusiva de los conservadores?-, se le cuestionó al presidente en la conferencia mañanera del martes.
-Básicamente. Sobre todo promovida, auspiciada. O sea, cosa de ver las columnas. Ustedes son expertos, especialistas, vean, agarren los periódicos y hagan un análisis de contenido y se van a dar cuenta”, respondió
Las columnas políticas desde hace décadas han señalado los estragos de la inseguridad, sólo que ahora ha llegado a niveles históricos.
Nunca habíamos tenido un trimestre más violento en el país que al arranque de este año, en que fueron asesinadas ocho mil 500 personas.
El presidente señala a los “conservadores” como los que auspician la demanda de paz y seguridad. Y en esa misma conferencia mañanera culpó a la corrupción de los problemas de inseguridad que se viven.
¿Ah sí? Veamos las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, correspondiente al primer trimestre del año en la Ciudad de México, donde supuestamente no hay corrupción porque gobierna Morena.
El robo a negocio aumentó, comparado al primer trimestre del año pasado, en 62 por ciento. Así la Ciudad de México se ubicó en el primer lugar de incidencia de ese delito, dejando atrás a Jalisco, que ocupaba ese sitio.
Por lo que se refiere al robo a transeúnte, la Ciudad de México también desplazó a Jalisco del primer lugar nacional al tener un incremento de 157 por ciento.
Y en robo en transporte público, la capital del país dejó atrás al Estado de México y se ubicó en el primer lugar nacional al tener un incremento, respecto al primer trimestre del año anterior, de 228 por ciento.
¿Los conservadores son asaltados en sus negocios?
¿Los conservadores son atracados en la calle?
¿Los conservadores son robados en el transporte público mientras se desplazan a sus centros de trabajo?
Quienes más sufren la inseguridad son los pobres y las clases medias, a quienes resulta una ofensa llamarles “conservadores” por ser víctimas del delito.
Sobre el agravio, el insulto.
Gente humilde era la que murió asesinada el viernes pasado en Minatitlán.
Dice la crónica de Eirinet Gómez y Sayda Chiñas, de La Jornada, sobre el sepelio de algunos de los asesinados:
“En el campo de beisbol de Minatitlán, decenas de aficionados al rey de los deportes, muchos portando globos blancos, rindieron homenaje a César Hernández Barrera, trabajador petrolero y entrenador del equipo Marlins en la categoría Pony de la Liga Infantil.
“Junto a él fue despedido su hijo Santiago Hernández Olivares, el menor que apenas el 17 de abril había cumplido un año de edad y que también pereció en la masacre, luego de que una bala le atravesó la carótida”.
¿De veras cree el presidente que los familiares y amigos de ese trabajador y de su hijo eran “conservadores” por exigir justicia y portar globos blancos en demanda de paz?
Qué mal nos estamos entendiendo.
Ante un problema así, que no es sólo de Veracruz o de la Ciudad de México, sino del país, debería haber una base de concordia nacional, y desde Palacio Nacional se alienta la crispación y el ninguneo a las preocupaciones por la inseguridad.
Dijo el presidente ahí en el puerto, luego de la masacre en Minatitlán:
“Estoy muy contento yo con mis paisanos veracruzanos porque estuvieron a la altura de las circunstancias. Imagínense, toco madera, si hubiera pasado otra cosa aquí en Veracruz, no iba yo a estar contento como lo estoy ahora”.
Desde luego que no nos estamos entendiendo gobernantes y gobernados.
La inseguridad aumenta, cada vez hay más víctimas, y no se vale culpar de ella a los “conservadores” ni ideologizar un problema que no pueden revertir.