Una mirada al desarrollo sustentable en México/Miroslava Pacheco
El inicio del siglo XX se distinguió por diversos avances científicos y tecnológicos, mismos que impulsaron el desarrollo industrial y comercial, para ello fue necesario el uso de modelos insostenibles de consumo y de producción que trajeron como consecuencia la degradación al medio ambiente. El principal problema del ser humano fue considerar que los recursos naturales jamás se agotarían, pero al observar los efectos del cambio climático, se ha preocupado por frenar esta circunstancia. Por esa razón han surgido múltiples organizaciones en pro de un desarrollo sustentable, lo que implica la creación de medias que generen una administración eficiente y racional de los recursos naturales, de tal manera que sea posible mejorar el bienestar de la población actual sin comprometer la calidad de vida de las generaciones futuras.
México, por supuesto, ha levantado la mano “a favor” de la creación de políticas sustentables, es miembro beneficiario del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, en el 2012 recibió el 7% de los recursos destinados para el cambio climático generado a nivel global, lo que asciende a 625 millones de dólares. En la actualidad, nuestro país es el segundo mayor receptor de financiamiento climático multilateral, en 2016 recibió 500 millones de dólares, esto de acuerdo con estadísticas del Banco Mundial. Increíble, pero cierto, tal vez las frecuentes contingencias ambientales de la Ciudad de México nos hagan dudar sobre el uso correcto del Fondo para el Medio Ambiente pues en 2016 el único proyecto realizado con este fondo fue “ The México Municipal Energy Efficiency Project” cuyo objetivo fue promover el uso eficiente de la energía.
De acuerdo con el estudio “Diagnóstico de la Situación Energética en el Distrito Federal: Retos, Pendientes y Potencialidades”, realizado por el CIDAC, “la Ciudad de México enfrenta un grave problema en materia de energía, un indicador preciso del nivel de desarrollo y de las instituciones. La falta de opciones en fuentes de energía para los usuarios y la ausencia de una verdadera política pública en la materia, nos ubica en una situación que requiere atención urgente por parte de los actores políticos”.
Con el aumento del precio de la gasolina, nos hemos dado cuenta de que nuestra economía depende de un recurso que como lo dije anteriormente, se agota. Por esa razón, en estos tiempos de crisis valdría la pena voltear la mirada hacia alternativas verdes que puedan sustituir a ese combustible, como lo son: el Etanol que es totalmente biodegradable pues es un compuesto químico obtenido a partir de la fermentación de azúcares; el Biogás que se genera en medios naturales o en dispositivos específicos, por las reacciones de biodegradación (fermentación) de la materia orgánica; el Hidrógeno pues produce más energía por unidad de volumen y sólo emite vapor de agua; la energía solar cuya invención ha sido una de las más atractivas, a mediados del 2014 salió a la venta el modelo solar conocido como “Stella” este vehículo tiene una autonomía de 600 kilómetros y es capaz de almacenar en sus paneles solares más energía de la que consume, esta energía restante se puede aprovechar en cualquier momento para otros usos; por último se encuentran los coches híbridos y eléctricos que aunque resultan ser más “eco-friendly”, su alto costo ha provocado que esta opción quede fuera del alcance de muchos consumidores.
Imaginemos un México libre de combustibles fósiles, sin duda alguna sería un beneficio para nuestro país pues los precios de las energías renovables difícilmente están sujetas a fluctuaciones como en el caso del petróleo y el gas. No es imposible que un país disminuya su dependencia al petróleo y reduzca los gases de efecto invernadero, esto de acuerdo con un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, (Europe's onshore and offshore wind energy potential - Potencial de la energía eólica terrestre y marina en Europa) confirma que sólo la energía eólica podría generar suficiente energía para abastecer Europa sin problemas, siendo su potencial para 2020, 3 veces superior a la demanda prevista, ascendiendo ese factor a 7 veces para 2030. Ejemplos de países que han apostado a un desarrollo sustentable y han tenido buenos resultados son: Austria que lleva más de tres décadas utilizando la energía de la biomasa con una eficiencia del 90% y Finlandia que produce energía renovable y cubre un 38% de todo el consumo energético.
El reto de México no solo es mejorar sus prácticas sustentables, sino también aprovechar adecuadamente los recursos económicos que le otorgan los organismos internacionales, pues la falta de transparencia en ello ha estancado el objetivo central de generar proyectos que protejan el medio ambiente.