Un Día del Maestro en confinamiento/Erik Avilés
A diferencia de otros años, el Día del Maestro muchos docentes no recibieron una manzana en el escritorio, regalos, flores, cartas, desayunos, rifas o comidas que se organizaban en su honor, tributos de genuino reconocimiento y gratitud, provenientes de padres de familia, de alumnos, exalumnos y de la ciudadanía.
Muchas muestras de afecto se hicieron llegar por vía virtual, lo cual en cierta forma es una injusticia, porque sí que son reales las horas de su existencia que dedican a velar por el aprendizaje de las nuevas generaciones, con las redobladas dificultades que impusieron el confinamiento, la pobreza y el abandono institucional.
Reconocer a los maestros es una de las grandes deudas sociales que deberán ser solventadas al regreso presencial a clases.
Por fortuna, en esta ocasión no tendrán que escuchar los letánicos pronunciamientos ideológicos de siempre, provenientes de políticos y líderes sindicales afanados en congraciarse con el gremio, con sus alocuciones llenas de lugares comunes e inaceptablemente faltos de compromiso ante las reivindicaciones históricas pendientes con el magisterio.
Son comprensibles las emociones y pasiones que despiertan los maestros, tanto la gratitud de muchos como la ambición de unos cuantos. Los maestros marcan vidas, desenvuelven vocaciones, forjan caracteres, abren universos insospechados y lideran a la sociedad rumbo a su evolución.
Hoy no queda la menor duda: de no ser por el esfuerzo extraordinario de los maestros, este ciclo escolar estaría completamente perdido desde el 13 de marzo y sin posibilidad alguna de recuperación hasta que hubiese condiciones y recursos para garantizar la salud y el derecho a aprender de todos para regresar a clases.
Gracias a la flexibilidad, adaptación y generosidad del magisterio es que se ha podido implementar parcialmente la estrategia denominada Nueva Escuela Mexicana en Línea, porque en absoluto la parte patronal ha provisto lo necesario para que los maestros hagan su labor, mandatada por la ley.
Al respecto, la normatividad para los trabajadores de la educación pública se establece en el Apartado “B” del 123 constitucional, reglamentada por la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, la cual en su Artículo 43, Fracción V, menciona que el patrón debe “proporcionar a los trabajadores los útiles, instrumentos y materiales necesarios para ejecutar el trabajo convenido”, lo cual es flagrantemente incumplido en las escuelas multigrado, rurales, indígenas o en cinturones de pobreza urbana.
En lo que corresponde a los trabajadores de las escuelas privadas, quienes se rigen por el Apartado “A” del Artículo 123, la Ley Federal del Trabajo señala en su Artículo 132 Fracción III que el patrón debe “proporcionar oportunamente a los trabajadores los útiles, instrumentos y materiales necesarios para la ejecución del trabajo, debiendo darlos de buena calidad, en buen estado y reponerlos tan luego como dejen de ser eficientes, siempre que aquéllos no se hayan comprometido a usar herramienta propia”.
Es decir, para el magisterio, la provisión de materiales, útiles e instrumentos se incumple en prácticamente todas las escuelas, tanto públicas como privadas. Para cumplir la ley se requeriría que a toda la plantilla docente se les dotara de equipos de cómputo, conexión a Internet, equipo de oficina, programas de computadora y cuentas de usuario en plataformas educativas, bibliografía y consumibles, por decir lo mínimo. Entonces, al poner de su bolsa todo lo anterior, los maestros no solo son los primeros garantes del derecho a aprender, sino que también son los primeros auspiciadores de la educación.
Más aún, muchos maestros no están capacitados para la digitalización del sistema educativo. Ni siquiera hay información pública precisa y reciente al respecto. Pero esto tiene que ver con dos factores: la formación inicial y la formación continua. La inicial proviene de las escuelas normales, lo que lleva a señalar que a nivel nacional no se ha fortalecido desde los planes y programas de estudio, mucho menos en el seguimiento de la enseñanza del empleo de las TIC para el aprendizaje, quedando en manos de la SEP realizar las modificaciones curriculares respectivas.
En cuanto a la formación continua respecta, hay dos vías: la primera, que desde la ley no se requisita para contratar profesores que ellos deban dominar el uso de las TIC para la educación. Entonces, al ahora requerirse de manera contingente el uso de las TIC, quienes están totalmente obligados a capacitar a la plantilla docente nacional son las partes patronales, tanto para las escuelas públicas como privadas, mientras que, los trabajadores de la educación deberán asistir a los cursos, en los términos estipulados por la ley.
Mientras que en las escuelas privadas ha sido heterogénea la solución al respecto, en la educación pública se está capacitando a los docentes y personal directivo a través de los seminarios de Google para la Educación, con avances y resultados aún por comprobarse.
Para dimensionar quiénes son los maestros y qué papel han tenido que desempeñar durante la jornada de confinamiento, es preciso señalar algunas situaciones sin precedente que han enfrentado. Veamos:
Fueron los maestros los últimos en salir de las aulas, en plena escalada de la pandemia. También fueron ellos quienes regresaron a abrir las escuelas para entregar los libros olvidados, para distribuir cuadernillos, para tener reuniones informativas con los padres de familia, entre otras tareas.
También, cuando se apruebe el regreso presencial a clases, serán los maestros los primeros en apersonarse en las escuelas, con la incertidumbre de exponerse a un posible contagio.
Son los maestros quienes están realizando un esfuerzo heroico por combatir la enorme desinformación que ha campeado en las comunidades, especialmente al Oriente de Michoacán, donde vivales sin escrúpulos se han aprovechado de la credulidad de la gente para decirles que las jornadas de sanitización son más bien para infectar con COVID-19 a los lugareños, así como que la colocación de pastillas de cloro en el agua potable es realizada con fines de difundir más la pandemia. Ejercen su reputación como apóstoles de la ciencia y del saber humano frontalmente ante los chismes, ideologías e intereses de seudolíderes locales.
Fueron los maestros quienes rompieron con la privacidad de sus hogares y experimentaron con toda clase de aplicaciones en línea para comunicarse con los estudiantes, desde las más populares hasta las más especializadas. No vacilaron en emplear mensajes de texto, llamadas por celular, mensajes de voz, videos, correos electrónicos, Whatsapp, Instagram, Telegram, Facebook, blogs, Twitter, Google para la Educación, incluyendo Google Classrooms, Youtube y hasta aplicaciones más lúdicas como TikTok y Snapchat.
Fueron los docentes quienes se atrevieron a competir frontalmente con influencers, youtubers y tiktokers por tener la atención de los estudiantes e hicieron un esfuerzo encomiable para presentar de manera ingeniosa, creativa y didáctica los contenidos a aprender.
Son los maestros quienes prudentemente no se han movilizado ni han boicoteado las medidas de la Nueva Escuela Mexicana en Línea para protestar por las medidas unilaterales tomadas por el gobierno, por los pagos incompletos y a destiempo, ni por las precarias condiciones laborales, a pesar de que el malestar docente existe y es fácilmente palpable en las ingentes inconformidades expresadas en las redes sociales.
Son los maestros quienes con sus propios recursos y desafiando la prudencia acuden hasta las comunidades donde se encuentran los planteles escolares para repartir tareas, para elaborar listas de números de celulares, para pagar anuncios en el perifoneo y poder contactar a todos los estudiantes bajo su cuidado.
Son las maestras y los maestros quienes en sus hogares combinan todos los roles a los que se hace mención en este artículo, ya que atienden a los estudiantes bajo su encargo, para posteriormente realizar labores domésticas y también guiar el aprendizaje de los propios hijos, todo bajo el mismo techo, con las mismas condiciones socioeconómicas y sin contar con apoyos institucionales de ninguna índole, ni para maestros, ni para padres de familia ni para hijos.
Son los maestros quienes están recibiendo las principales evidencias de la situación socioemocional que guardan las niñas, niños, adolescentes y jóvenes durante este confinamiento, quienes conocen de entre sus alumnos quién está logrando realizar actividades en pro del aprendizaje y quién no tiene las condiciones para tales efectos.
Fueron los maestros en algunas escuelas de modalidad de sostenimiento privada quienes afrontaron las inconformidades de padres de familia quienes consideraban innecesario pagar por clases presenciales no recibidas, así como estimaban prescindible la figura del maestro. No solamente debieron informar y concientizar, sino que en ciertos casos incluso tuvieron que hacer labor de recaudación de colegiaturas y pagos pendientes para poder completar sus salarios.
Por lo anterior, es claro que la figura del maestro no solamente persistirá en la denominada nueva normalidad, sino que ha recibido una renovada legitimación y apreciación social de su labor.
Por ello, hubiéramos esperado que el gobierno cumpliese lo que la ley le mandata, así como su palabra y por primera ocasión en el año, todos los maestros hubiesen recibido su salario conforme lo estipula la ley, el día 15. Sin embargo, es prácticamente un hecho que no sucederá así. Hay maestros que cobran bajo contrato, con denominaciones eufemísticas como asesor externo, como les sucede a los del Programa Nacional de Inglés para Educación Básica, quienes han exhibido que durante 2020 no se les ha pagado su salario ya devengado, ni tampoco se les ha brindado estabilidad laboral. Hay promesas de funcionarios, pero se antoja difícil que se consoliden las soluciones de un día para otro si no hay verdadera voluntad política.
Esperemos se haga un esfuerzo significativo y basado en evidencias para lograr transformar la realidad que se nos presenta y construir un mejor sistema educativo, cimentado en mejores condiciones para las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, los maestros, personal de asistencia y apoyo a la educación y las familias.
Cuando la transformación se haga ley, cuando sobre acciones aisladas se construya política pública, integral, universal y cotidiana podremos hablar ahora sí del imperio de una normalidad en la cual a los actores clave del sistema educativo se les reconoce apoyándolos, dotándoles de libertades y recursos para ejercer a plenitud sus derechos y vocaciones respectivamente, especialmente a los maestros, por ser los primeros garantes del derecho a aprender de los ciudadanos del mañana.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles