Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
No es por amargarles la fiesta, ni echarles a perder las celebraciones decembrinas amable y sufrido lector, pero debo decirles que el 2018 se pinta terrorífico para el 80% de los mexicanos, sobre todo para aquellos que no tienen un escaño, una curul, un puesto en el gabinete, ni un cargo de oficinista de medio pelo en alguna dependencia del gobierno.
Para todos los que no estén incluidos en ese espectro no habrá aguinaldo, ni bono navideño, ni tanda que nos cobije. Pero lo más grave es que, para el año entrante, el país completo empezará a vivir una larga atonía económica porque, verbigracia las elecciones, muchos recursos dejarán de fluir en una larga veda electoral que paralizará proyectos, obras, ilusiones, corazones.
Serán días, pues, peligrosos, porque las penurias serán compartidas y los incidentes criminales extendidos. Es decir, habrá que andar “a las vivas”, y nada de distraerse con el celular en la calle porque podría verlo volar en un abrir y apretar de mano. Todas las zonas son peligrosas, con mucho delincuente suelto, incluidos aquellos que compran votos.
Pero, para consuelo de aquellos de corazón frágil y ánimo quebradizo, la buena noticia es que, el ambiente no será algo que no se haya visto antes en el país. De hecho, el índice de asaltos violentos y a mano armada ha crecido vertiginosamente. No por nada agosto, septiembre y octubre se convirtieron en los meses más violentos de la historia reciente.
Incluso para los grandes capitanes del capital, la lectura del 2018 no es halagüeña. La incertidumbre política de frente a las elecciones presidenciales, la inseguridad pública, la inestabilidad política internacional y las presiones inflacionarias en el país, son los principales obstáculos y riesgos que enfrentará México.
Los analistas del sector privado observan, además, nerviosismo en torno al crecimiento de la inflación y la depreciación del peso frente al dólar. En la encuesta que cada mes hace el Banco de México (Banxico) sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, se señaló que la inflación general para el cierre de 2017 aumentó de 6.25 a 6.49% en noviembre.
Para 2018 calculan que la inflación pudiera ser de 3.91 por ciento, frente al 3.85 esperado en octubre. Por lo que toca a la previsión de crecimiento económico para 2017 y 2018, las estimaciones de analistas financieros lo ubican en 2.10 por ciento anualizado, es decir, nada con respecto al año anterior.
Se espera que el PIB sea de 2.28 por ciento, ligeramente mayor al 2.25 por ciento esperado. En cuanto al tipo de cambio de este año, los especialistas esperan que se ubique en 18.79, frente al dólar. Es decir, en los números no hay optimismo ni pesimismo, sólo una dura realidad, acuciada por el verbo flamígero de los que dicen que cambiarán el rumbo.
Este ambiente de encono, que los partidos políticos llaman “fiesta electoral”, no tiene tampoco nada de positivo, porque nos venderán la misma historia de que, ahora sí, ¡ellos lucharán por la seguridad y la paz de todos los mexicanos!, sin decirnos cómo ni con quién. Basarán su oferta en la prédica de una crítica hipócrita porque ninguno ha logrado cambiar nada.
NO HABÍA DE OTRA. LAS FUERZAS ARMADAS SON LAS ÚNICAS CAPACITADAS.
Los temas de la violencia, inseguridad y pobreza, serán la espina dorsal del discurso de todos los partidos, solos o acompañados, en frente o en coalición, con el agravante de haber postulado todos ellos, por lo menos en una ocasión, a verdaderos delincuentes como presidentes municipales, regidores, gobernadores, diputados federales o locales.
Proclives a enriquecerse, a mantener la opacidad de todo cuanto hacen mientras están en el poder, ahora los partidos añadirán a su discurso demagógico, el tema de una presunta militarización para acallar –dicen ellos- movimientos sociales o brotes de insubordinación ante la protesta postelectoral que se avecina.
Pues mire, sufrido lector, ellos le están mintiendo, como siempre. Los hechos y las crónicas periodísticas acreditan que las Fuerzas Armadas han intervenido en México desde hace ya varias décadas, sólo para tratar de aplacar el fuego que esos gobiernos corruptos han prohijado. ¿O usted se explica cómo es que el narcotráfico ha crecido tanto en nuestro país?
Los gobiernos municipales y estatales han sido coparticipes, por acción u omisión, del florecimiento del cultivo de enervantes, principalmente de amapola, en territorios de Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua; al amparo de dirigentes que no sólo saben quiénes son y dónde están los líderes, sino que forman parte de esos clanes.
EL DIAGNÓSTICO DE LO QUE TODOS SABEN
Una probadita de esto la tuvo Andrés Manuel López Obrador, quien escuchó a militantes de su partido, MORENA, temerosos de contender como candidatos en una zona que es bastión de los hermanos Iván y Celso Ortega Jiménez, líderes del grupo criminal 'Los Ardillos'. Ambos son hermanos del ex diputado local Bernardo Ortega, según le relataron.
El pasado 23 de noviembre, el aspirante a la Alcaldía de Quechultenango, Armando Arturo López, fue asesinado a balazos. Hasta ahora no hay responsables. En Tixtla, Guerrero, donde la pugna entre los 'Los Ardillos' y 'Los Jefes' aumentó las ejecuciones, López Obrador escuchó a los hijos del ex líder estatal Bernardo Ranferi Hernández, asesinado y quemado junto con su esposa, su suegra y su chofer el pasado 15 de octubre en el municipio de Chilapa.
Pero esto no es nuevo. López Obrador también sabía perfectamente quién era José Luis Abarca y cómo había comprado la candidatura para llegar a la Alcaldía de Iguala. El trasiego de drogas; la siembra, la producción, el procesamiento y el traslado para su exportación es un hecho que se grita a voces por toda la montaña. Quien diga que no lo sabía no puede aspirar a nada.
Pero Andrés Manuel tan lo sabe y lo sabía, que dio una pauta del por qué aceptó a gente como Abarca y por qué busca alianzas de todo tipo, hasta con la Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo, o el Encuentro Social de los Murillo y el grupo Hidalgo, esperanzado en que por ahí se de la desbandada priista en contra de José Antonio Meade.
Pero volvamos al tema: el hecho es que esta vez se abrió de capa y admitió que ante este miedo de los candidatos a ser ejecutados, él analiza una posible amnistía para los capos del narco, a fin de apaciguar los territorios que se agitan debido a la pobreza. Ahora resulta que ser pobre, lo pone a uno a un paso de ser asesino. No, eso es falso. La naturaleza homicida no se da en penca.
Así lo plantea López Obrador: “El problema es que hay mucha pobreza, se abandonó a los productores (del campo) y se está optando por el narcotráfico”, dijo, como si se tratara de una novedad de hace un mes o hace sólo un sexenio. “La actual estrategia del Gobierno federal para combatir al crimen organizado ha sido fallida y debe ser modificada”, recetó.
¿La amnistía sería para los líderes de los cárteles? Fue la pregunta concreta de los reporteros.
"Vamos a plantearlo. Lo estoy analizando, lo que sí les puedo decir es que no va quedarse ningún tema sin ser abordado, si se trata de garantizar la paz y la tranquilidad”; "Becarios sí, sicarios no", dijo el dirigente de Morena en mítines que encabezó en Tixtla y en Quechultenango, municipios de Guerrero agobiados por la violencia de grupos de narcotraficantes.
Así, de pasadita, como queriendo cuestionar la reciente aprobación de la Ley de Seguridad Interior, dijo que no es con más soldados del Ejército (SIC), elementos de la Marina o policías federales, o aumentado las penas, como se va a resolver la violencia en Guerrero y en México.¿No? pos resulta que será negociando con criminales. ¡Valiente candidato!
Pero además se va por la fácil, por la vieja historia que todos sabemos, que los cárteles de la droga crecieron en México en los años 70, gracias a la impunidad y corrupción de muchos gobernantes provenientes, principalmente, del PRI. Sí, eso lo sabemos todos. Díganos algo que no sea una obviedad. ¿Cuál es su propuesta concreta? Siempre piden al Ejército cuando no saben qué hacer.
AUTORIDAD MORAL
No pueden hablar de militarización en un país donde el crimen organizado se ha apoderado de todas las zonas estratégicas: de Colima a Zacatecas. De Cancún a Jalisco. Partidos que llegan al poder para luego acusar a la Federación por todas las muertes, ejecuciones y secuestros que se comentan en sus narices.
Una oposición así no tiene autoridad moral para cuestionar nada, porque está forjada en el cinismo, en la sinvergüenza. Porque ellos también han dejado penetrar sus territorios y son capaces de hacer negocio incluso con los donativos, las ayudas y el dinero orientado para los damnificados de desastres, como ya se vio en Oaxaca, luego de los terremotos.
Se les hizo fácil a todos esos gobernantes de pacotilla recurrir a fuerzas armadas para que hicieran el trabajo que les corresponde a los policías estatales y municipales, a los fiscales y a los jueces. Pero cuando querían que alguien les sacara las castañas del fuego, entonces sí, el Ejército. El nivel de violencia que vive México es un asunto ya de Seguridad Nacional ¿No lo sabían?
Si Donald Trump plantea el asunto del narcotráfico al nivel de un tema prioritario, que involucra modificar el estatus de las relaciones, es porque llegó a niveles estratégicos de seguridad nacional. Por ello urgía precisar los alcances de la intervención de las Fuerzas Armadas.
Por mucho que no les guste, la Ley de Seguridad Interior establece las condiciones y reglas que debe seguir el Presidente de la República cuando dispone de las Fuerzas Armadas para auxiliar y colaborar con las entidades federativas que están bajo alguna situación que afecte las condiciones de tranquilidad y las condiciones de normalidad institucional.
Bien dijo alguien por ahí: “Lo que ha pasado en este país es que muchos gobiernos locales se han tirado en la hamaca esperando a que lo resuelva o el orden de gobierno mayor o las Fuerzas Armadas. Eso se tiene que acabar y para eso es la Ley de Seguridad Interior, ya no van a poder recurrir a el pretexto de mándenme militares porque no tengo policías”.
Las fuerzas armadas solo se podrán utilizar en caso de terrorismo, alteración a las instalaciones estratégicas y delincuencia organizada. Es cuestión de orden, de respeto y sujeción a las leyes, cosa que no ocurre en nuestro país desde hace muchos años y estamos ya en el límite de confundir movimientos subversivos y conspiración criminal con actos de protesta social.