Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
En el horizonte del 2018, tiemblan las piernas a PAN y PRI; PRD, noqueado
Desatada la contienda por el 2018, los nervios empiezan a carcomer las entrañas de partidos y candidatos. Por lo pronto, el enemigo a vencer, para todos los partidos, es Andrés Manuel López Obrador.
PAN, PRI, PRD no sólo tienen dudas sobre sus posibles candidatos; sus estructuras tienen cuarteaduras que amenazan con hacer agua antes de que termine este año por las ansias de algunos y las cargadas de otros, que sólo generan vacíos.
El PAN sufrió sus primeros escarceos a principios de año, cuando los grupos de Calderón-Zavala y Ricardo Anaya cruzaron su primera esgrima verbal, en un abierto jaloneo por el control del partido, sabedores que fuera de él no son nada. En la sombra, hay otros varios que son mera caricatura, como Moreno Valle.
En el PRI, desde el año pasado Osorio Chong evidentemente recibió órdenes para frenar su protagonismo, luego de robar el escenario a Aurelio Nuño, resolviendo temas con el sindicato del magisterio que el secretario de Educación no tenía ni idea de cómo enfrentar.
Apenas en las últimas semanas le soltaron los grilletes al hidalguense y sus arremetidas contra López Obrador han sido directas, demoledoras e incluso amenazantes, como el llamarlo ante el MP para que compruebe sus dichos del involucramiento del Ejército en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa.
Por el lado del PRD, más grave aún. Su único candidato visible, Miguel Ángel Mancera, ha sufrido 2 serios reveses -la desbandada de militantes y las más de 6 controversias contra su flamante Constitución de la CDMX- que lo tienen ya en la cuenta de 10 sin que haya empezado siquiera la pelea.
Puestas así las cosas, el dirigente único de MORENA, literalmente nada de muertito en medio de las aguas turbulentas de un país que, mientras tanto, se ahoga entre cadáveres y hechos de violencia y corrupción.
Además de los cementerios o narcofosas clandestinas encontradas en Veracruz, estado sumido en el escándalo del gobernador más corrupto de la historia reciente -aunque hay otros muchos casos similares-, México ve con terror como los líderes del crimen organizado controlan hasta los penales.
Un país descompuesto, pues, donde la permisividad de la clase política nos tiene en vilo, porque ellos se han agotado las fuentes de recursos y de riqueza, dejando a la mayor parte de la población como meros espectadores.
Lo más triste y preocupante del caso es que las hordas de simpatizantes de unos y otros aspirantes han empezado a tomar esta contienda electoral como un asunto personal, una guerra del “todo o nada”, donde cualquier crítica se toma como una grave afrenta.
La gente como carne de cañón. Y sí, muchos podrán decir que son convicciones ideológicas, modos de ver la vida y el mundo, pero no. Lo único que amalgama a estas mazas enardecidas, es el hartazgo por los abusos de un sistema político que los ha anulado, lo ha aplastado.
El problema es que, en ese proceso de depuración del sistema, esa caterva de voces no se da cuenta de que, como una especie de maldición, ese espejo por donde miran las cosas los vuelve igual o peor que todos aquellos a los que acusan.
Son masas incluso más intolerantes y salvajes que sus adversarios. La opinión ya no cuenta, sólo la sumisión. Lo que su líder dice es ley divina. Los otros mienten.
Decirle a AMLO que diera pruebas de su grave acusación contra el Ejército por el caso Ayotzinapa fue motivo de bromas por parte del aludido y de ofensas y maldiciones por parte de sus seguidores.
Pero sí, con todo y lo que esto pueda alterarlos, tal afirmación tiene que acreditarse, no sólo porque se relaciona con 43 muertes que siguen en el aire, sino porque detrás de ellas hubo todo un aparato que los 3 niveles de gobierno encubrieron y revela que, entonces, el crimen organizado nos gobierna.
El primer hilo conductor es José Luis Abarca, pero de ahí le sigue Ángel Heladio Aguirre Rivero y después el Ejército o los mandos de la zona militar que participaron en el desgraciado evento.
El que juega con los muertos no puede esperar, sin temor, que no le caiga una maldición. Aquí hay ofensas graves y los padres de esos 43 esperan respuestas, aunque estas quizá los lleven a la certeza de que algunos de sus hijos eran parte del crimen organizado.
Pero a cada quien le tocará expiar sus penas en su momento. El hecho es que, por lo pronto, nuestro sistema político, todo, incluido MORENA y sus acólitos, se encuentra bajo revisión. Sus actos y sus alianzas los salpican a unos y otros por igual.
No se puede salir con respuestas simplistas y burlonas: “Que se serenen y dejen de ver las encuestas”. Si bien es cierto que la religión se funda en la prédica de bienaventuranzas a base de parábolas y sofismas, no se puede escarbar la verdad a base de mentiras ni de “verdades históricas”
Unos y otros están manchados por esa misma sangre y la misma maldición les tendrá que caer tarde o temprano. Mejor serenémonos todos y de paso pidamos perdón por nuestros pecados.
Más de 300 cadáveres en fosas clandestinas en otro país serían algo más que gritos de alerta para el mundo. Constituyen un escándalo, porque se suman a las que han encontrado en Tamaulipas, en Morelos, Guerrero, Sinaloa, Michoacán.
Más de 23 mil veces, ciudadanos han tocado a las puertas de autoridades de todos los niveles en busca de algún familiar desaparecido y sólo obtuvieron la indiferencia como respuesta de gobiernos estatales, municipales y del gobierno federal.
De no haber sido por el escándalo mediático, quizá los 43 de Ayotzinapa se habrían sumado a la lista oficial de esos 23 mil desaparecidos oficiales, o de los más de 50 mil de la lista extraoficial. Ahora estarían en alguna de esas fosas clandestinas que el crimen organizado y los gobiernos han cavado.
El alma del país está hendida, y una masacre de ese tamaño, no puede responderse con socarronerías ni poses de macho. Habría que preguntarle a AMLO si el “serénense” va dirigido también a esos padres de familia que todavía buscan a sus hijos.
¿Y EL MANDO MIXTO? LA CÁMARA LO SIGUE PENSANDO
Sí, el crimen organizado se ha encargado de ocupar los vacíos que otros han dejado, en vastos territorios que ahora son tierra de nadie. Mientras, en la Cámara de Diputados siguen pensando si regulan o no la participación del Ejército en tareas de combate a la narcodelincuencia.
La pregunta es ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo ya estén encima las elecciones del 2017? ¡Ah, perdón, ya están aquí! ¿Cuándo vengan las elecciones del 2018? ¡Ups, creo que también ya se nos adelantaron! ¿Cuándo, señores diputados, cuándo?