Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Dicen que, en las grandes pandemias o desgracias, es cuando surgen los verdaderos líderes o caudillos que saben conducir a sus pueblos a buen puerto.
Lamentablemente, en el caso de México, nos encontramos lejos de esa posibilidad. Si algo prevalece hoy, es la desazón, la tristeza, el miedo y la confusión. Esto puede verse claramente a la luz del escándalo de TV Azteca.
De hecho, el último mensaje a la nación, difundido el sábado por el presidente López Obrador, refleja la dicotomía de un mandatario que habla para dos mundos distintos: los que creen ciegamente en él, y los que le odian.
Arrellanado en una enorme silla, en una actitud de aparente tranquilidad y fortaleza, López Obrador disculpó el llamado a la desobediencia civil lanzado por el comentarista Javier Alatorre, para dejar de escuchar a Hugo López Gatell.
Dos días antes, ese mismo Presidente había enderezado duras críticas contra personajes del deporte, la farándula y el espectáculo, por expresar su desacuerdo con la forma conque el régimen de la 4T conduce la crisis.
Se mostró también indignado con las redes sociales, columnistas, comentaristas y medios impresos, de dentro y de fuera del país, por no aceptar la visión que él mantiene sobre la forma de iniciar la recuperación económica.
Displicente, bonachón, campechano, dijo que ese llamado a la asonada por parte de “su amigo” fue un simple “error”, como los que cometemos todos cada día y no había por qué iniciar un “linchamiento” mediático.
Dos visiones diametralmente distintas para enfrentar la pandemia. Unos son los “amigos” y otros son los “adversarios”, en boca de un capitán que debería conducir la nave con palabras de aliento para todos.
Pero no. Él se ha convertido en un gobernante intolerante, marrullero, amenazante, retador, que juega con las circunstancias y los tiempos, porque así le viene “como anillo al dedo”.
Poco antes del escándalo de TV Azteca, López Obrador había iniciado la semana, introduciendo un tema electoral, justo en la víspera de la fase 3, que será la etapa más grave de la pandemia, la hora negra.
El Presidente habló de adelantar al 2021 la encuesta para la revocación de su mandato, “si son tan machitos”, y juntarla así con las elecciones intermedias del año próximo.
Esto, ante el alud de críticas, que se han multiplicado en las redes sociales y en los medios de México y el mundo. López Obrador busca así apostar el resto de su imagen, ya de por sí bastante deteriorada, y apuntalar a MORENA..
Dicen las últimas encuestas que el partido del presidente se ha derrumbado 18 puntos. Pueden ser más, pueden ser menos, pero ni Trump se ha atrevido a privilegiar los asuntos electorales sobre la salud de su población.
LA HORA NEGRA LLEGÓ
En esas circunstancias, los mexicanos entraremos a la fase 3. En medio de mentiras, de un gobierno que dice haber estado preparado desde hace tres meses, pero apenas esta semana llegaron los implementos médicos desde China.
Dice ser un ejemplo para el mundo, pero es la única nación que lanzó una convocatoria de reclutamiento para médicos y enfermeras de entre 60 y 65 años para que apoyen en los hospitales, con otro tipo de pacientes no Covid 19.
Ese sólo llamado resulta criminal, porque se trata precisamente del grupo de edad más vulnerable, y se les envía justo a los lugares donde se pueden contagiar de todo tipo de enfermedades.
Pero el régimen se empeña en minimizar, ocultar, posponer, cuando las estadísticas señalan que pronto entraremos al pico de los mil decesos. Y vendrá el pánico y la desolación.
Aún así, López Obrador quiere aprovechar estos momentos, sabedor de que su autoridad y liderazgo se esfuma. Él ya perdió el dominio de las plazas públicas, y lo sabe plenamente desde el pasado 9 de marzo.
AMLO PERDIÓ EL ESPACIO DE LAS PLAZAS PUBLICAS
A López Obrador le urge fortalecer a Morena en el Congreso de la Unión y los congresos estatales. La andanada de gobernadores panistas en su contra, cada día es más fuerte. A ellos se han sumado algunos de la mismísima Morena.
Le urge, porque ha perdido el espacio de la plaza pública. Los mexicanos están profundamente divididos y, desde “Un día sin Nosotras”, del 9 de marzo, el mandatario entendió que el Zócalo ya no es su lugar.
La frase “¿A cómo el cachito de justicia?”, colgada en una manta, en uno de los balcones de Palacio Nacional, enmarca la pérdida de fe y credibilidad. Feministas y víctimas del cáncer perdieron las esperanzas desde principios de año.
Ha entrado, queriendo o no, en el rejuego de las grandes cúpulas del poder económico, donde el gran capital de personajes como Ricardo Salinas Pliego, son capaces de jugarle la contra abiertamente
Para nadie es un secreto la estrecha alianza que existe entre ambos, visualizada claramente a la luz del Banco del Bienestar, cuya derrama de dinero caerá sobre el Banco Azteca.
Pero eso no es todo. El presidente ha entrado en pánico, al grado de deslizar la idea de poderse ir en diciembre, con el sello de orgullo de haber reformado el 4º constitucional.
Sabe que se está desfondando. Hay una fuga enorme de académicos y jóvenes, que eran la fuente de apoyo de la 4T y que hoy ya no concuerdan con él. Esto no es un dato menor. Recuérdese que uno de sus proyectos eran 100 universidades.
Pues hoy, son catedráticos, doctores, maestros en diversas especialidades que ya admiten en público y en privado, que la política de la 4T hacia las universidades públicas se ha vuelto de “mano dura”.
Hay intentos de intromisión en sus autonomías, y esta fuga de cerebros ideológicos es el dato más preocupante que le puede ocurrir a un ente político que, en teoría, debe moverse a base de ideas. Pero resulta que las ideas se le acabaron a AMLO.
Por eso es que ahora, pretende adelantar un año la consulta sobre revocación de mandato y meter su imagen en las boletas electorales del 2021.
En Andrés Manuel todo es semiótica. Sólo su rostro divino o su nombre pueden levantar del desplome de 18 puntos en que cayó Morena.
Morena a su vez, pretende jugar con los símbolos y las siglas. Quizá “la morenita” haga el milagro y los mexicanos empezaremos a salir antes de la pandemia, extendiendo la mano, aceptando esas limosnas que hoy nos pintan como apoyos.
Aparejado con eso, abiertamente López Obrador ha desenmascarado un proceso de investigación a medios de comunicación y figuras que le son adversas, tanto de la vida pública como de las redes sociales.
Por ello ha enderezado sus críticas no sólo contra artistas, actores, comediantes, deportistas que han expresado su inconformidad por la forma en que AMLO lleva su gobierno. También investiga las redes sociales.
Eso, aquí y en China, implica la existencia de una policía política. La 4T centra sus ataques y estratifica: son 15 grandes empresas que no han pagado impuestos durante muchos sexenios. No aplica la ley y la justicia, solo difunde la amenaza.
Esta es la reacción ante la oposición; por ende, puede denominársele, sin ningún empacho, como un régimen reaccionario. La siguiente oleada de mensajes, será contra los patrones que se niegan a pagar y a “colaborar” con la 4T.
Sólo algunos, como Carlos Slim, podrán hacer frente a estos embates. No sólo poniendo en orden la casa, sino con ejemplos de organización y altruismo, al donar ingentes millonadas para instalar un hospital COVID 19 en el Centro Banamex.
México está pues, en una hora crítica. No sólo por la emergencia de salud en la que estamos hundidos, sino por la profunda crisis económica que nos ahogará como un tsunami. Los ahorros de miles de mexicanos ahí naufragarán.
Pero también se nos avecina la tempestad política, donde el Presidente echará mano de todo su poder. Ahora sí todos los Peña Nieto, que se atengan a las consecuencias. Sus bienes serán embargados. Y el pueblo saludará esas medidas.
Necesita poner en la piedra de sacrificios a una personalidad o un grupo que lo catapulten nuevamente como el salvador de México.