Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Al paso que vamos y con la cantidad de hechos y noticias que se acumulan, una de dos: este sexenio se va como agua o nos parecerá eterno. Escoja usted. Lo cierto es que ha sido otra semana endemoniada. En la alforja tenemos:
1.- El asilo a Evo Morales, que coloca nuevamente a México en la mira internacional.
2.- La asunción de Rosario Piedra y la renuncia de consejeros en la CNDH.
3.- La parálisis legislativa, por el chantaje de pseudo líderes campesinos movidos por el PT.
4.- El suspenso por la enmienda a la Ley de Instituciones de Crédito, que podría desatar en México una ola de "terrorismo fiscal".
5.- El ataque a la rectoría de la UNAM y la quema de bandera por supuestos "anarcos"
6.- La nueva asonada de narco-violencia, ahora en Tamaulipas, del cártel del noreste.
En el primer punto diremos que, al margen de las críticas y la irritación de sus detractores, que cada vez son más, el Presidente López Obrador no hizo más que continuar con el expediente que ya se le reconoce mundialmente a México: la tradición de asilo.
En los hechos, efectivamente AMLO le salvó la vida a Evo Morales porque, a la luz de los últimos acontecimientos en Bolivia, era evidente que lo iban a matar. Sin embargo, hay un ángulo que nadie ha visto: sin saberlo, le hizo un favor a Estados Unidos para culminar el derrocamiento.
Con ingenuidad, y según vemos en las imágenes de la recepción de Ebrard en el aeropuerto, hasta con ternura, nuestro gobierno le ayudó "a los intereses imperialistas" a quitar de en medio al veneno, al cáncer, al obstáculo -como quiera usted llamarlo- para dar el bandazo a la derecha.
Extirpado Evo de su país, se quedó sin cabezas visibles el movimiento indígena en Bolivia y ante las actuales circunstancias, se ve casi imposible que vuelva a entrar. Si fue difícil sacarlo, imagínese usted el periplo para llevarlo de regreso.
Esto coloca a México y en particular a López Obrador ante una grave disyuntiva: o le permite al invitado que convierta nuestro territorio en la base de lanzamiento de su contra insurgencia o le pide que por prudencia diplomática guarde silencio.
Él puede acudir a su embajada, que evidentemente sigue siendo reconocida por la 4T porque, en el imaginario de AMLO y Ebrard. Evo sigue siendo presidente. Es más, reconocieron su triunfo antes que el propio Colegio Electoral de Bolivia.
Sí esto ocurre, júrelo usted que, con todo y el impeachment y los conflictos personales que tiene el amigo Donald Trump, vendrán reproches y hasta reacciones, a menos que todo esto sea una pantomima. Sospechosamente dicen que ahora sí se firmará el T-MEC.
El segundo tema, también es un escándalo. Sin tomar posesión, la gestión de Charito Piedra nace muerta. Su nivel de credibilidad está bajo "0" y por lo pronto 5 de los 10 miembros del Consejo Consultivo de la CNDH ya le renunciaron, pero bajo amenaza de impugnar por la vía legal su elección.
Ahora que AMLO tiene el control de la Suprema Corte y de los tribunales, seguramente serán desechadas estas y otras demandas interpuestas por el PAN, PRI y PRD. Ella asumirá el cargo para sentarse en una silla más hueca que su cerebro en los momentos en que rindió protesta, levantada su mano, como auténtico títere.
No habrá respetabilidad, ni confianza, a todo cuanto ella haga o diga. De hecho, todo mundo estará esperando, como zopilotes en presa, a ver cómo responde a las denuncias que se hagan contra el hombre que ha sido su guía e inspiración: Andrés Manuel López Obrador. Es, pues, una victoria pírrica.
Y sí, a Charito le pasó exactamente como a Pirro, quien después de tener una victoria histórica sobre los romanos, a costa de miles de sus soldados muertos, dijo: "Otra victoria como esta y volveré solo a casa". Pues sí, Piedra Ibarra llegará sola a casa, entre miradas de recelo de los que abrirán la puerta en la CNDH.
El tercer punto no es menos peliagudo que éste, con todas sus letras PELI-AGUDO, porque ahí sí, el Presidente parece haber encontrado a su némesis. La rebelión de diputados por el reparto presupuestal ubicó al mandatario en su realidad mortal, cara a cara con los chantajistas, que dicen ser demócratas mientras no se metan con su peculio.
Varios de esos dirigentes, como él mismo los calificó, son líderes "nylon", de cinturón piteado, carísimos sombreros Panamá, botas picudas, como sólo un ganadero rico o un capo narco pueden tener. Son esos mismos que en sexenios pasados literalmente secuestraban la Secretarías de Agricultura o la de Sedatu, hasta que salían con cheques en mano.
En el PT saben mucho de eso y se han especializado en movilizar gente de todas partes de la República para bloquear calles, efectuar marchas, instalar plantones, asfixiar la vida entera de colonias o ciudades, bajo aparentes demandas de justicia y reparto presupuestal, pero que sólo queda en manos de unos cuantos, que son esos que hoy protestan.
Tiene razón, AMLO, cuando afirma que el dinero no llegaba hasta abajo. Pero su mecánica de superdelegados tampoco garantiza limpieza ni transparencia. Peor aún, ahora se teme una concentración brutal de recursos para ser entregados con fines político-electorales. Es decir, la gente tiene que saber de qué mano está recibiendo el dinero y mirarlo a los ojos.
Así, el Presidente y sus dos principales líderes en el Congreso, están entrampados en sus propias peripecias. ENTRAMPADOS, así, en toda la extensión de la palabra, porque en todo esto también hay tufos de trampa y parcialidad. El viejo estilo de manifestaciones y bloqueos ahora le molestan al "prócer".
Aquí, ellos mismos se están viendo en los espejos y el resultado de todo esto podría ser "el castigo de Dios por haber caído en la soberbia", pero no sabemos sobre quién caerá ese castigo porque la semana pasada López Obrador les advirtió a estos mismos diputados hoy rebeldes:
"Acá hay algunos que se están volviendo conservadores y créanme, no les conviene". Fue entonces cuando escuchó por primera vez los chiflidos de sus presuntos seguidores. ¿Serán estos los primeros sobre los que aplicará la enmienda a la Ley de Instituciones de Crédito? Es justamente nuestro cuarto punto
Esta reforma continúa en suspenso porque, por si usted ya lo olvidó, la última vez que la Cámara de Diputados pudo sesionar, fue precisamente cuando aprobó estas reformas con las que pretende facultar a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para congelar cuentas bancarias y confiscar bienes a personas bajo sospecha de financiar actos ilícitos.
Sin embargo, Y ESTO ES LO QUE USTED NO DEBE PERDER DE VISTA, en esa misma sesión fueron los propios MORENISTAS los que objetaron la ley e introdujeron una reserva - por tan sólo 2 votos de diferencia- que impide que la UIF pueda extinguir el dominio de bienes de las personas a las que se les congelaron sus cuentas.
La reserva es de la diputada morenista, Lidia García Anaya y fue apoyada por 225 diputados contra otros 223 y una abstención. El resultado provocó la ira del coordinador de Morena, Mario Delgado, quien de pronto ordenó el receso que hasta la fecha se mantiene, so pretexto de que los Presidentes municipales impedían el acceso al recinto de sesiones.
Es muy probable que, como ocurrió con el caso de la CNDH, esta votación también la pretendan repetir, pero con el ominoso resultado de que ahora sí la echen abajo y avance la pretensión de ponerle tamaños dientes a la UIF para perseguir a cuanto sospechoso deambule por los pasillos de la corrupción.
Eso, sin eufemismos, se llama "terrorismo fiscal" y es lo que pretende instalar en su régimen la 4T. Si un vecino habla mal de usted, si lleva mal su contabilidad, si de pronto se le hace fácil evadir la ley o circular con placas de Morelos para no pagar impuestos a la CDMX e inventa domicilios fiscales que no son los suyos, ¡tenga cuidado!
No sea que de pronto les vayan a decir: "Acá hay algunos que se están volviendo conservadores y créanme, no les conviene". El régimen ahora está empezando a echar mano de recursos poco recomendables e incluso hasta subversivos para alterar el orden de ciertas cosas, como ocurrió la semana pasada en la UNAM.
Los hechos son altamente sospechosos porque, como siempre, un pequeño grupo de vándalos se introdujo hasta la Rectoría de la UNAM sin que absolutamente nadie hiciera nada, ya no digamos para detenerlos, sino para seguirlos e investigar ¿Quiénes son, dónde están, cuántos son, si pertenecen a la UNAM?
Pero lo más extraño, es que ahora este grupo de presuntos "anarquistas", le añaden la quema de la bandera de México, que por sí sólo es un ilícito que podría implicar hasta 4 años de cárcel, según el artículo 191 del Código Penal Federal por “ultraje” al escudo y la bandera. Sin embargo, del gobierno federal y de la CDMX, sólo mereció reproches.
Es sabido y en diversos momentos se ha comentado que el Presidente López Obrador no es precisamente de los más afectos al culto de la bandera o los símbolos patrios. Algunos dicen que se debe a su credo religioso. Como sea, eso es irrelevante porque es parte de su vida privada y sus derechos, pero hacer cumplir la ley es su obligación.
No se sabe nada de los agresores, ni se sabrá, simplemente porque es otra pantomima, un distractor para tratar de desviar la atención de los temas que le comentamos en este espacio. Sin embargo, para sorpresa del régimen, esta vez no salió a flote el chovinismo ni el patrioterismo de los mexicanos. La indignación quedó en un mudo parpadeo.
Sea como sea, seguimos trepados en la cresta de una ola que reventará tarde o temprano, pero no sabemos cómo, cuándo, dónde y cuánta desgracia nos dejará. Al menos así se ve ahora a la luz de los narcobloqueos ocurridos en Nuevo Laredo desde el jueves pasado y que por lo pronto orillaron a Estados Unidos a declarar "toque de queda" en su consulado.
Metido el FBI en Sinaloa, acuciados sus ciudadanos por incidentes que ponen en peligro su integridad, créalo usted que el gobierno de aquel país será el primero en hurgar y cotejar cuentas de los capos que tiene fichados, como Ovidio Guzmán, para llevárselos de las orejas, con el apoyo ahora de la UIF de México. ¡Vaya dupla!
Lo más delicado es que la intromisión ya está autorizada. Fue la 4T la que tuvo que aceptar el ingreso de un aparatoso convoy de elementos del FBI; fue la 4T la que seguía órdenes o el cumplimiento - por decirlo de una manera más diplomática- de la solicitud de extradición que se giró desde septiembre pasado.
El Cártel del Noreste le ha declarado la guerra a las Fuerzas Armadas. Le guste o no a López Obrador, esa guerra que tanto criticó, ahora la tiene que seguir. Pero lo que subyace en todo esto, que mueve a preocupación, es la mescolanza y el uso abusivo de una ley que nos puede sumir a muchas décadas de violación de derechos. Ahí la clave de todo el drama.