Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
TRAS BAMBALINAS: MÉXICO, PAÍS DEL CINISMO INSTITUCIONALIZADO
Suena rudo decirlo, pero los hechos revelan que desde hace más de cuatro décadas, México se ha convertido en el país del cinismo institucionalizado.
La simpleza con que se ha procesado la renuncia del ministro Eduardo Medina Mora a su escaño en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el trámite jurídico legal con que se está procesando, es fiel prueba de tal afirmación.
Encumbrado desde hace más de 30 años en los niveles más altos de la Procuraduría General de la República, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y de la Suprema Corte, Medina Mora, hoy simplemente se va.
En estos días veremos en el Senado de la República cómo continúa el proceso pero ¿usted cree que realmente PAN o PRI intentarán ahondar en los motivos de esa renuncia? Simplemente, NO.
Es casi un hecho que la Cámara alta no llamará a Medina Mora, ni le pedirá cuentas, ni mucho menos le inquirirá para saber cuál fue esa causa grave que lo orilló a tomar tan extrema decisión.
Movimientos y transferencias irregulares a sus cuentas en Estados Unidos y Reino Unido; resoluciones que permitieron desbloquear dos mil millones de pesos de cuentas bancarias de delincuentes, traficantes de personas y corruptos.
Claro que eso no se ventilará desde el Senado y al igual que el Ejecutivo Federal, el Legislativo dejará pasar la renuncia sin hacer más aspavientos ni ahondar en el escándalo que en cualquier país democrático sería motivo de una grave crisis.
En México no. Como si no pasara nada, en estos días los mexicanos veremos cómo los Poderes se pliegan al designio de sólo uno de ellos, porque "la salud de la República así lo demanda".
Protegido durante 30 años, en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, Medina Mora se convirtió en uno de los hombres más poderosos del país, involucrado hasta con las negociaciones del antiguo TLC.
Fox lo hizo director general del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), de 2000 a 2005. Tras la muerte de Ramón Martín Huerta, lo nombró secretario de Seguridad Pública, de 2005 a 2006.
Sin embargo, ya desde antes, a través de su despacho de abogados, Medina Mora participó en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1991 a 1993, que tanto interesaban a Carlos Salinas de Gortari.
Con Felipe Calderón fue titular de la Procuraduría General de la República de (2006 a 2009) y al regreso del PRI al poder, con Peña Nieto (2012) logró su ratificación como diplomático en las embajadas de Reino Unido y Estados Unidos.
A principios de 2015, los senadores lo designaron, por mayoría, nuevo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en sustitución de Sergio Vals.
Es pues, el hombre mejor informado de México. Sus cuentas encierran no sólo una riqueza personal, sino la sombra de toda la información de la verdadera mafia que ha gobernado al país desde hace décadas.
En el corto plazo, no sabremos los motivos graves de su renuncia, pero sí podremos advertir desde ahora como los excesos del poder revientan los pilares del aparato del Estado.
No hay una sola pieza de esa maquinaria que no esté tocada por la corrupción. La renuncia de Medina Mora confirma esa percepción, la que Jorge Carpizo intentó negar cuando se dijo que Ministros de la Corte asesoraban al narco.
En aquel entonces acusó a "narcoperiodistas", pero nunca explicó qué ocurrió con aquellos jueces y ministros que cruzaban de norte a sur el país, para dar asesoría a los abogados de los cárteles del narcotráfico.
Sin embargo, lejos de ser buenas noticias, pareciera que lo que viene por delante, sólo ahondará la ruta del abuso, de la purga y de la entronización de un Presidencialismo mendaz, que dice encabezar la lucha anticorrupción.
¿AUTORIDAD MORAL CON BARTLETT Y YEIDCKOL A LA CABEZA?
El hermetismo con que López Obrador ha tomado esta renuncia, dista mucho de la locuacidad con que suele adosar a todos sus adversarios políticos. A Medina Mora no le ha enderezado el epíteto de "corrupto", ni "conservador".
Esto hace pensar en una renuncia pactada; inmunidad o impunidad a cambio de información privilegiada y silencio, pero cuesta trabajo creer que esto forme parte de una cruzada contra la corrupción.
El fenómeno de la impunidad y la corrupción se han convertido en la sangre del sistema, donde el aparato judicial y fiscal sólo juegan un papel de cortesanos que obedecen siempre a órdenes superiores.
Cómo creer en este cambio cuando vemos, hasta la fecha, como se justifica que de los altos niveles del poder se perdonen y condonen deudas, se elimine el pago de impuestos y se ponga en ceros la lista de evasiones al fisco. Esto es sólo un ajuste de cuentas desde lo alto del Poder.