Tras Bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
Por Sin gloria y con muchas penas ha transcurrido el primer año de gobierno del Presidente López Obrador y su primer informe se vuelve un catálogo de verdades a medias adosadas de voluntad.
Hay un doble discurso… en el Senado se renueva la Presidencia, pero con otro morenista a la cabeza. En la Cámara de Diputados, por el momento se reelige Muñoz Ledo como el administrador de la mesa, lo que por sí sólo representa un pésimo mensaje para la nación
¿Pues qué no es eso precisamente lo que le reprochábamos al PRI, que siempre aplicaba sus mayorías aplastantes para imponer sus enmiendas e iniciativas a mata caballo, de noche y de día, para dar gusto al Presidente en turno? Pues nada cambió.
Al parecer nos mienten: sí son iguales.
AMLO llega a su primer informe de gobierno con un aire de autocomplacencia que podría convertirse en su principal error.
Si bien su cruzada contra los altos sueldos, los excesos y abuso de poder empieza a tener éxito, hay otros frentes que le auguran graves trastornos de no empezar a tener resultados.
A saber: la violencia y la guerra del y contra el crimen organizado por el momento la tiene perdida, al igual que su política de desarrollo y crecimiento.
Por mucho que quiera enredar a los mexicanos con teorías sobre desarrollo con justicia, lo cierto es que sus acciones han sumido al país en una grave crisis que lo tienen al borde del colapso y la recesión.
Así pues, en esos dos temas, con todo y su increíble índice de aceptación, López Obrador tiene hundido a México en los peores niveles de violencia y de estancamiento económico de los últimos 20 años.
Juguetear con la idea de que logró por primera vez incrementar los salarios mínimos en un 16% es una falacia que tarde o temprano descubrirán las futuras generaciones: simplemente puso un nuevo piso, sí, para fijar salarios, pero también para tasar impuestos, multas y sanciones.
En términos reales, el mexicano de nuestros días no está sintiendo esa mejora económica en sus bolsillos; de lo contrario, ¿por qué han bajado las ventas? La palabra es clave: hay desconfianza.
Hay desconfianza porque muchos no pueden entender el discurso de alguien que ha basado su teoría política en el ataque a los "conservadores", conservando a su lado a los representantes de la “mafia del poder” que él dice combatir.
Tener tan cerca a Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga, son expresión máximas de la contradicción.
Si alguien fue beneficiado durante el mandato de Salinas fueron ellos tres. Hoy prefiere tenerlos cerca, como asesores, y ya vemos la visión que tienen del mundo y de los pobres.
Slim dijo que no es trascendente tener un año de cero crecimiento y ahora nos receta la idea de posponer la edad de la jubilación a los 75 años. Esto, quiérase o no, implica acentuar y prolongar el castigo sobre los que menos tienen.
Pero, como decíamos al principio, AMLO ha empezado a caer en una especie de autocomplacencia, porque los índices de popularidad lo mantienen por los cielos.
Esto es preocupante, para él y para los mexicanos, porque significa que detrás viene el abuso de poder: “o se cumple lo que yo digo o se atienen a las consecuencias”, “pórtense bien”.
El acomodo en el aparato político se está dando: Morena, al puro estilo priista, se quedará con el control de ambas Cámaras, incluso de la peor manera: la reelección.
Con eso, AMLO y compañía le escupen a la cara al pueblo; simplemente no hay principios. Aquello de “no mentir”, se desmorona con su propio peso y junto con ello, el principio de “no traicionar”. Ya traicionó a la democracia. Ese tipo de prácticas son las que precisamente se le cuestionaban al PRI.
En un juego de tronos se entiende el accionar de AMLO y Morena: sería ingenuo desaprovechar este momento de impulso cediendo parte del poder a una oposición que además, en algunos casos, está en riesgo de desaparecer, como es el caso del PRD.
Es el momento de empujar -piensan ellos- y lograr todas las transformaciones que requiere el país, aunque ello implique pisotear derechos de pueblos o dañar ecosistemas.
El avance no se detiene. Por eso está Slim siempre cerca de AMLO, empujando el desarrollo desestabilizador. Baste ver cómo creció la Ciudad de México, con grandes complejos habitacionales, que nos hunden como la megalópolis más caótica y violenta del mundo. ¿Plaza Carso benefició en algo a los más pobres?
Lo más desesperanzador para los mexicanos es ver cómo luego de la derrota, los verdaderos partidos de oposición no aprendieron la lección y siguen canibalizándose internamente, como si de algo les sirviera mantener estructuras fracturadas.
El PRD, con la estúpida idea de cambiar el nombre, como si una marca pudiera afianzarse de un año para el otro.
El PRI, con su maquiavélica teoría de mantenerse cerca del poder para después emprender la recuperación del trono.
El PAN, peor que los perredistas en sus buenos tiempos: enfrascados en sus guerras de tribus y familias, sin poder dejar atrás su clasismo y su soberbia.
Estos tres partidos no han entendido que juntos “son mucho más que dos”, como dijera Benedetti y parafraseara estupendamente el propio Porfirio Muñoz Ledo, cuando encabezaba aquella cruzada con la que consiguió finalmente echar al PRI del poder.
Sin embargo, paradójicamente, la historia empieza a dar un vuelco para reinstalar todo lo anterior.
A la luz de lo ocurrido con el PRD en el DF y el PAN a nivel federal, vamos para 10 o 20 años de hegemonía morenista, por decir lo menos, con una pléyade de gobiernos estatales pintados de guinda, sumisos a las órdenes del Rey.
Sí, está muy bien moderar la opulencia y los grandes sueldos, ¿pero el abuso del poder quién se los va a quitar? Eso también es corrupción, es querer gobernar al pueblo bajo la mentira de que se hace la voluntad de las mayorías.
Triste papel de Muñoz Ledo, aferrándose en su vejez a la reelección bajo el pretexto de que “tiene cosas muy importantes por hacer”. No sólo es creerse irreemplazable, sino advertir a propios y extraños que se pueden romper las reglas, si en ello va implícito la consecución de los fines programáticos.
Este es el segundo aviso: el primero es el de Bonilla, que pretenden maquillar con una encuesta injustificada; ahora es la reelección en el poder cameral, pese a que se fijaron reglas para rotar el ejercicio del mandato.
Que nadie se dé por sorprendido mañana, cuando en la Presidencia, de pronto nos avisen, ya no de la reelección de AMLO, sino de la entronización de un sustituto por causa de enfermedad, que después pedirá la prolongación de su mandato porque él solo ocupó el cargo uno o dos años del término del mandato original.
Malos augurios para los mexicanos, pésimos.
Ojalá que PAN, PRI y PRD entiendan pronto el tamaño de su responsabilidad porque de lo contrario tendremos mañana a partidos nefastos como el PT, que pretenden ahora controlar a los medios de comunicación, bajo el pretexto de que son parte de los “poderes fácticos”.
Un partido que ha pactado con los intereses más inconfesables -baste ver los capitales que se han asentado en Metepec desde que ellos gobernaron-, con un líder que es dueño de ese organismo, como también es dueño de empresas fantasma que enriquecen a la familia Anaya.
Estúpido pueblo si te dejas gobernar así.