Tras bambalinas/Jorge Octavio Ochoa
TRAS BAMBALINAS. ¡La consulta soy yo! ¡Al diablo todos ustedes!
Aún no asume el poder, pero tiene preparado el andamiaje con el que puede empezar a gobernar. Pocas veces en la historia de México, un Presidente de la República entró con tanta fuerza y tanto poder acumulado como tendrá Andrés Manuel López Obrador.
Está en proceso la reforma de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, con la que se pondrá fin a la vida faraónica que se dio la clase política priista, panista y perredista desde sus distintos ámbitos de gobierno, convirtiendo el sistema de partidos en una balanza que sólo se cargó a su favor.
Se terminará también con la pesada lápida de ex Presidentes, que además de romper la regla no escrita del ostracismo -es decir, cerrar la boca y no volverse a meter en política-, hacían uso oneroso del Estado Mayor Presidencial, como hujieres y gardaespaldas de por vida.
En esta misma ruta, ya están en el comal legislativo una serie de iniciativas para combatir la corrupción, la impunidad y el abuso de poder, empezando con terminar con el fuero del Presidente de la República y de los legisladores: Diputados, Senadores, Diputados locales, gobernadores.
Esto, como todos saben, requerirá una reforma Constitucional. Igualmente se analiza la joya de la corona: un proyecto que reforma los Artículos 35, 36, 73, 99 y 108 de la Carta Magna para fijar como una obligación y un derecho de los mexicanos la revocación de mandato.
En el papel y leído así en primera instancia, suena lindo todo esto. Nos habla de una voluntad verdaderamente democrática de gobernar. ¡Fuera privilegios! ¡Basta de abusos! sería el mensaje inicial de este engranaje de leyes que está por discutir el Congreso.
Sin embargo en el fondo, muy en el fondo, mueven a preocupación. Lo cierto es que nada nos garantiza que sea sólo una voluntad la que mueva todos estos engranajes y la ley empiece aplicarse, pero "en los bueyes de mi compadre". Esto se ve a través del cristal que dejó la consulta sobre el aeropuerto.
Más sucio, manipulado y amañado que eso no podría haber nada. Y esa risita socarrona durante el día de muertos, en una especie de bullying político, para que todo mundo sepa "Quién manda aquí", que no es pregunta, sino reafirmación de un hecho consumado. Y al que no le guste, que se muera.
La preocupación tiene fundamento porque, de entrada, en este paquete de reformas viene también lo relacionado con la iniciativa de Ley de la Fiscalía General de la República y le apuesto 10 a 1 a que no habrá cambio alguno. El Presidente será quien escoja de entre una terna que le presente el Congreso.
Pero como ya sabemos quién es mayoría en ese Congreso de la Unión, pues se entenderá a qué amo servirá ese nuevo fiscal. Seguirá siendo un "Fiscal Carnal", lo que garantiza que se investigue la impunidad, pero principalmente de los enemigos del sistema o del nuevo sistema.
Esto, acompañado por el recambio que está sufriendo el Poder Judicial, con un inminente cambio en la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, también en diciembre próximo, nos habla de un poder inconmensurable del titular del Ejecutivo.
Todos los Poderes estarán debilitados. Todos los mandos debajo de él estarán ante la perspectiva de una ley que podría aplicarse de manera sumaria si no se está de acuerdo con lo que el manda más imponga. ¿Quieren más muestra de fuerza que eso? Es temible.
Pero es temible también por la forma y por el encono que su actitud desata: un mes antes de que asumiera la Primera Magistratura, los empresarios ya lo llamaron "mentiroso y traidor". Aseguran que les había prometido otra cosa con el nuevo aeropuerto y los traicionó.
Días más tarde, algunos salieron muy contentos, quizá porque hicieron un doble negocio: serán indemnizados por la cancelación de Texcoco pero tendrán "mano" con el inicio de Santa Lucía. ¡No pos a toda madre! Sin licitaciones de por medio ¡Que conveniente!
Sin embargo, desde hoy algunos hablan de su soledad, del fantasma del fracaso, cuando en estos momentos lo único que lo acompaña es una acumulación de poder inusitada, que pone a todos sus adversarios en la lona, por muy justificables que sean sus argumentos.
Es indudable que Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia, pero no porque vaya a ser el mejor Presidente de México, para eso faltan millones de páginas por escribir. Ya está en los libros, porque será el personaje con más fuerza incluso desde el siglo pasado.
La decisión que está a punto de tomar en diciembre, sumirá al país en una profunda inestabilidad por mucho que quieran convencernos de que el desplome del peso será pasajero. ¡No, ese no es el problema! El problema es que esto representa el primer manotazo.
Se convertirá, de entrada, en un remedo de patriarca que está convencido de que hará justicia, sin entender que la justicia no se aplica desde una sola voluntad, sino en cumplimiento a un andamiaje de leyes.
Pero él ya dijo: "No voy a ser florero, no estoy pintado". Todo, porque sus Riobobos le dijeron al oído que sería una muestra de debilidad continuar con Texcoco.
Sabemos que el capital y el dinero no tienen moral ni destino fijo y que la paridad se estabilizará tan pronto como los intereses de los inversionistas estén asegurados. Pero aquí ese no es el tema de fondo. El asunto es el modo como se toma la decisión.
Es incontrovertible que la consulta fue amañada; además ronda en la ilegalidad y quizá hasta en la comisión de un delito ¿Que listado usaron para dicha consulta? ¿Consultaron al INE para usar el padrón? ¿Usar el padrón electoral, sin autorización del INE, es legal? ¿Es legal pedir la credencial? Claro que no.
Pero ¡al diablo la autoridad moral! ¡La consulta soy yo! dirá López Obrador, como en los tiempos de Carlos Navarrete como líder del PRD, en aquella interminable toma de tribunas en San Lázaro y en el Senado para oponerse a la reforma energética "¡El movimiento soy yo!", les dijo.
Y como burla, nos receta un videito socarrón, en el que juega incluso con la muerte. ¿Qué, lo tomamos como una amenaza, una advertencia o qué?
No es gracioso cuando vemos que, en un primer efecto, 18 mil trabajadores que laboraban en la obra de Texcoco se quedarán sin empleo justo al final de año y los vecinos que tenían ya negocios de comida y hospedaje quedarán inmersos en un mega-cementerio porque mire, que no lo hagan pato, ahí ya no había lago alguno.
¿Quién manda aquí? "No voy a ser florero, no estoy de adorno". Ese es el mensaje de fondo en medio de la estulticia.
El desliz del peso, que AMLO consideró un "eufemismo", se convirtió en una caída consolidada que mantiene nuestra moneda por arriba de los 20 por dólar. Junto con ello, el mandatario y su partido pierden aceleradamente autoridad moral.
¡Cuánta banalidad! ¡Cuánta soberbia! No. No le dimos el voto para el abuso.
Ahora veremos como el Turismo, que era el único sector que mantenía el crecimiento, incluso por encima del promedio, a tasas superiores al 7% anual, se empezará a desplomar.
Pero eso sí. Le podemos anticipar al señor López Obrador: sí, a partir de estos días usted empezará a recorrer esa sórdida ruta para terminar, tarde o temprano, solo, arrinconado, anatemizado, culpado de todo lo que no se pueda lograr, porque le apuesto 100 a 1, esos que hoy le acompañan, pronto lo van a traicionar.
La soberbia también es pecado, nunca lo olvide, señor López Obrador. Antes mire al cielo si es que pretende escupir.